El papel de los padres es poner límites en cuanto al uso de las redes sociales para que no se convierta en un abuso. /
Educar a un adolescente es una tarea muy complicada y que conlleva una grandísima responsabilidad. Actualmente, la existencia de las redes sociales lo pone todavía más complicado, sobre todo por la brecha generacional entre padres e hijos, que hace que no entendamos estas herramientas de la misma manera.
¿Te crees un padre súper molón (súper molón, términología viejuna donde las haya)? Pues lamentamos ser nosotros quienes pinchemos tu burbuja. No, no lo eres. Quizá lo seas en los términos que tú barajas, pero no en los que barajan los adolescentes. Pero no pasa nada. No tienes que ser el amigo de tus hijos, sino su padre.
Entiéndeme, tu hijo tiene que saber que tú estás ahí de manera incondicional para apoyarle en lo que necesite, pero tu papel no es el del coleguita que escucha sus confidencias, ese papel lo ostenta otro. Tienes que ser faro en la tormenta, timón en el barco, orden en el caos... vamos, que toca poner límites y eso, a tu hijo adolescente, no le va a hacer gracia.
Tu papel es más ingrato, conlleva discusiones, sentirás que te odia e incluso que tú le odias a él ... pero tranquilo, ya pasará y llegará un momento en el que podáis volver a entenderos. Y si lo has hecho bien, la persona en la que se convierta te gustará.
Uno de las ámbitos en los que toca poner cordura es en el uso de las redes sociales. Tu hijo no puede crearse un perfil y tener acceso ininterrumpido y completamente libre a esta herramienta sin una guía, porque sus consecuencias pueden ser muy negativas, tanto a corto, como a medio o a largo plazo.
¡Las redes sociales son el demonio! ¡Acabemos con ellas! Ojo, que tampoco es eso. Y si vas con ese discurso a tu hijo adolescente no te va a hacer ni caso. Puede resultar una frase manida, pero la clave está en hacer un buen uso de ellas, y no un abuso. Pero, ¡ay, que línea más fina separa el uso del abuso!
Por comenzar por las cosas buenas de las redes sociales para los adolescentes, que también las tienen, diremos que es una herramienta que les permite socializar entre ellos sin la presión que supone el cara a cara. Se sienten más libres para ser como son y les genera un sentimiento de pertenencia, algo imprescindible en esta etapa del desarrollo.
Y ahora al lío, que es a lo que hemos venido. Las consecuencias negativas de las redes sociales entre los adolescentes también son muchas y preocupantes. Para empezar, todo lo que hemos tildado de positivo puede tornarse en negativo si se entiende mal. Socializar sólo a través de las redes, la necesidad de tener una pantalla de separación entre tú y el mundo para poder ser tu mismo o hacer cualquier cosa por pertenecer a un grupo... como ves, el escenario es demoledor.
Por no hablar, claro, de la adicción a las redes, una problemática en aumento (se calcula que la sufren hasta el 15% de los adolescentes); de los perjuicios que puede ocasionar para el adolescente el anonimato en internet (ciberbullying, conductas agresivas...); o de supeditar la propia opinión que el joven tenga de sí mismo a lo que opinen sus seguidores en redes sociales (todo por un like).
Existen ciertas claves que debes enseñar a tus hijos adolescentes en el manejo de redes sociales. /
Los expertos de Avance psicólogos dan unas recomendaciones generales que pueden ayudarte a educar a tu hijo adolescente en el uso de redes sociales. Ideas clave a tener en cuenta para favorecer que no caigan en formas de malestar, hábitos y comportamientos problemáticos. Por eso hay que enseñarles que...
Las redes sociales crean la ilusión de que tu perfil es de tu propiedad, como si fuera tu casa. Pero hay que enseñar a los nuevos usuarios que, en realidad, todo lo que allí ocurre pertenece a la empresa que está detrás de esa plataforma. Es bueno intentar que comprendan hasta qué punto lo que publican deja de pertenecerles a ellos.
Es fundamental pensárselo dos veces antes de publicar algo, y tener claro que en las redes sociales aquello que se comparte abiertamente con todo el mundo deja de ser privado. Por la misma razón, hay que desconfiar de quienes nos pidan compartir información privada en exclusiva con ellos, y si no se les conoce en persona, no hay que hacerlo.
Las redes sociales están ideadas para filtrar los contenidos y hacer que lleguen a nosotros aquellos con más potencial para hacernos sentir emociones intensas como admiración, envidia, ilusión, rabia, etc. En estas plataformas virtuales miles de personas compiten por captar la atención de los demás, creandose una vida irreal o mostrando sólo lo bueno de sus propias vidas.
Si comparas toda tu existencia sólo con lo bueno de la vida de otra persona saldras perdiendo, seguro. Hay que tener en cuenta que «los comportamientos y la imagen de los usuarios quedan deformados por el mundo de extremos que es las redes sociales, y eso significa que, en parte, no se puede juzgar a las personas por lo que pasa en estos medios«, advierten desde Avance Psicólogos.
Las redes sociales están hechas para despertar sentimientos constantemente y la ansiedad estará tarde o temprano entre ellos. Cuando llegue el momento hay que saber reconocerla como lo que es para no intentar solucionar desesperadamente problemas que solo existen en nuestras cabezas.
Las redes sociales suelen ser más diversas de lo que aparenta en su contenido más popular. Los jóvenes no tienen por qué tener como referentes a las influencers más conocidas, sino que pueden descubrir otras figuras en las que verse reflejados y sentirse más identificados. Esto les evitará frustraciones por creer que no encajan con la sociedad.
Las redes sociales pueden llegar a absorber muchas de las horas del día si no se lleva un cierto control del tiempo que se les dedica. La mayoría de adolescentes no responden bien a las prohibiciones directas en este sentido, pero puedes ganarles poniéndo énfasis en aquello que se pierden por no dedicar tiempo a otras actividades como el deporte, leer cómics, salir con sus amigos...
«Si les cuesta, siempre está la opción de crearse un horario en el que se indiquen dos o tres franjas del día en las que pueden usar las redes sociales, y permitirles que entre esos momentos puedan hablar a distancia con sus amigos mediante llamadas o chats de voz«, aconsejan desde Avance Psicólogos.