ENTREVISTA

Carol Portabella, mano derecha de Alberto de Mónaco en España: «El príncipe es, sobre todo, una persona comprometida»

Con fuertes vínculos con la familia Grimaldi, Carol Portabella dirige la rama española de la Fundación Alberto de Mónaco y su ambiciosa misión medioambiental. Hablamos con ella.

Carol Portabella, presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco. / fundación alberto ii de mónaco.

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Mitad monegasca mitad española, nadie en nuestro país tiene conexiones tan estrechas con el Principado de Mónaco como Carol Portabella, presidenta desde 2016 de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco en España. «Yo, en realidad, estudié Arquitectura, pero más tarde me pasé al sector de las fundaciones y me formé en dirección y gestión. Es el resultado de una suma de factores, algunos bastante personales…», cuenta para explicar cómo llegó al puesto.

El primero partió de una propuesta. «Me daba cuenta de que había un gran desconocimiento alrededor de la labor del Príncipe Alberto . Por eso, le propusimos hacer una entrevista para que explicara la misión de su fundación y lo siguiente, fue presentarla en Madrid. Organizamos una charla con expertos y Teresa Ribera, con la que tiene muy buena relación porque han coincidido en muchas cumbres, fue la encargada de presentarle. Quedó muy satisfecho y así es como el príncipe Alberto decidió abrir una rama española y yo tuve el honor de que confiara en mí para presidirla. Desde entonces, trabajamos muy intensamente juntos», resume Portabella.

El otro factor es, efectivamente, muy personal. « Mi familia es monegasca desde hace muchas generaciones y existe un vínculo personal importante con el Principado». Tanto su abuelo como su tío abuelo fueron miembros del parlamento; su abuela fue la presidenta de la Cruz Roja en Mónaco. También era amiga íntima de la princesa Grace Kelly .

La conexión con los Grimaldi

«Cuando yo nací, la princesa ya había fallecido, pero mi abuela me hablaba muchísimo de ella. Siempre me transmitió la imagen de una mujer muy dulce, muy tierna y muy bondadosa. Tenían una relación muy bonita, muy personal», dice sin querer compartir más de la cuenta, pero evidenciando el estrecho lazo que une a su familia con los Grimaldi .

Después de aquella primera visita en 2016, la rama española de la fundación echó a andar. «El reto, al principio, era darla a conocer, posicionarla y evitar caer en los tópicos y los clichés…». ¿A qué se refiere? «Esto ya no nos ocurre tanto, pero cuando al principio hacíamos una convocatoria o el príncipe Alberto venía a Madrid despertaba interés por la parte más social… Afortunadamente, hemos logrado poner en valor su implicación como jefe de Estado en un tema tan trascendente como el problema medioambiental».

Para Portabella una cosa es la percepción exterior -y la pátina de glamour que recubre a todo lo que tiene que ver con la familia Grimaldi- y otra muy diferente el trabajo de puertas de palacio para dentro. « El glamour que se asocia al Principado es solo una parte y me atrevería decir que solo es una pequeña parte. El Principado es mucho más, igual que el gobierno y el palacio. El Príncipe es una persona del siglo XXI, muy sensibilizada con los problemas actuales como los derechos de la mujer, la violencia en la infancia o la innovación tecnológica. El glamour existe, pero es lo de menos. El príncipe es, sobre todo, una persona comprometida y muy normal. En el mejor sentido de la palabra».

Una imagen reciente de Alberto de Mönaco. / gtres

Su sensibilidad medioambiental, cuenta la ejecutiva, también le vino de cuna. «Mucha gente no sabe que su bisabuelo era explorador, de hecho, fue la primera persona en investigar las corrientes polares. Por eso, la familia siempre ha estado muy sensibilizada con este tema y de ahí la decisión de crear la fundación». ¿Qué tipo de jefe es? «Es una persona que escucha, que le interesa comprender la problemática de cada país, que hace muchas preguntas, pero deja proponer ideas y que cada uno aporte su visión. Su estilo no es nada imperativo, sino colaborativo. De hecho, lo votamos absolutamente todo», explica Portabella.

La actividad de la fundación en España es tan intensa como variada: han impulsado proyectos para proteger a la foca monje en el Mediterráneo consiguiendo que su población se multiplique por seis; han implicado al gobierno en iniciativas como The MedFund para preservar áreas marinas protegidas; actúan como mediadores entre las partes en el conflicto alrededor del lobo y organizan exposiciones fotográficas para concienciar sobre la importancia de la emergencia climática.

La misión española de Alberto de Mónaco

Hace unos días, presentaban su última colaboración con la Fundación del Instituto de Empresa destinada a fomentar la conciencia medioambiental entre los más jóvenes. «Se trata de fortalecer la educación en las habilidades relacionadas con el medioambiente de una generación que ya tienen la sensibilidad, la preocupación y el sentido de la realidad sobre lo que sucede. Todas las profesiones del futuro, seas arquitecto, economista, filósofo o empresario, girarán sobre el eje medioambiental. Nosotros les ayudarnos a elevarse», explica sobre un proyecto que, entre otras cosas, permite que profesionales jóvenes asistan a cumbres como la COP para crear su propia red global y, como dice Portabella, «coger carrerilla».

El propio príncipe Alberto es una presencia habitual en ese tipo de citas que, en los últimos años, se han saldado con acuerdos que las organizaciones medioambientales consideran muy poco ambiciosos. Portabella comparte la impresión. «Es cierto que los resultados de la COP suelen ser insuficientes. Y sin embargo, son los gobiernos los que tienen que crear leyes que sean la palanca del cambio. Hay que seguir insistiendo, no podemos desfallecer, debemos seguir intentando alcanzar acuerdos».

La palabra esperanza se cuela varias veces en la conversación. Portabella cree que, pese a la urgencia que representa el cambio climático, no debemos renunciar a ella. «Hemos perdido una parte de terreno que, por lo que nos dicen los científicos, ya no vamos a recuperar, pero eso no significa que hayamos perdido la batalla. Hay que continuar porque de eso depende nuestra calidad de vida y el futuro de nuestros hijos y de las siguientes generaciones. Está en nuestras manos revertir una parte, lo suficiente, al menos, para que el planeta siga siendo habitable», concluye.

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