Donald, Melania e Ivanka Trump en el funeral de Ivana Trump, el pasado mes de julio. /
Después de varios días de especulaciones, esta madrugada un gran jurado del estado de Nueva York imputaba a Donald Trump por el presunto soborno a la actriz pornoStormy Daniels durante la campaña presidencial de 2016. Se trata de la primera vez que un ex presidente de Estados Unidos se enfrenta a cargos criminales. Mientras se espera que Trump se entregue a las autoridades en los próximos días −algo que según los medios norteamericanos estaría negociando con la Fiscalía, podría suceder el martes y conllevará la pertinente fotografía y toma de huellas en la correspondiente comisaría− todas las miradas están puestas en su entorno. Y, en concreto, en las dos mujeres más influyentes de su vida: su mujer, Melania , y su hija favorita, Ivanka.
En los últimos días, medios de acreditada solvencia como People o Page Six publicaban informaciones basadas en «fuentes cercanas» y «insiders» (a menudo publicistas a sueldo de los interesados) sobre la estrategia que ambas piensan emplear para tratar de esquivar el impacto mediático del escándalo. «No creo que veamos a ninguna de las dos defendiéndole. Será más bien un 'no comment», explicaba una fuente cercana a la familia a la revista People.
Otra parte de la maniobra mediática consistiría en diluir su estatus de power players. Retratadas durante años como dos de las únicas personas capaces de hacer reflexionar a Trump, ahora la narrativa apunta en la dirección opuesta y pretende presentarlas como dos elementos sin influencia sobre el ex presidente.
Según publicaba hace unos días la edición norteamericana de Vanity Fair, la ex primera dama, aún molesta por el affaire de Trump con Daniels que está en el epicentro del caso, no tiene intención de defender públicamente a su marido. «Pretende ignorarlo con la esperanza de que pase, pero no simpatiza con su situación», explicaba una fuente a People. Según la misma publicación, el matrimonio hace vidas independientes en Mar-a-lago: residen en apartamentos diferentes y aunque apenas pasan tiempo juntos, de vez en cuando coinciden para cenar o en algún evento social dentro de las instalaciones del resort de lujo.
¿Quiero eso decir que podría haber un divorcio a la vista ? No necesariamente. Al fin y al cabo, Melania ya se ha encontrado en situaciones parecidas en el pasado y nunca ha amagado seriamente con dar ese paso. Su prioridad, insisten los medios estadounidenses, sigue siendo su hijo Barron.
La estrategia de Ivanka Trump no difiere significativamente de la de la ex primera dama. Según Vanity Fair, aunque no existe una tensión manifiesta entre ellos Ivanka «continúa manteniendo la distancia con su padre» después de haber entendido que cuando se trata de sus asuntos legales «no puede ayudarle». También ha comprendido que asociarse en exceso a él tiene consecuencias significativas y a largo plazo.
Aislados de la alta sociedad neoyorquina que antes solían frecuentar, Ivanka y su marido, Jared Kushner, no han conseguido recuperar su posición después de su paso por la Casa Blanca. «Quiere una nueva vida para compensar todo lo que perdió durante los cuatro años que pasó al lado de su padre en Washington», le contaba recientemente una fuente cercana a la revista People.
Evidentemente, no siempre fue así. Durante la presidencia de su padre, el persistente rumor que circulaba en Washington aseguraba que, antes o después, Ivanka trataría de aspirar a la presidencia. Su distanciamiento definitivo llegó en noviembre, cuando Trump anunció su regreso con la vista puesta en las elecciones de 2024. «En esta ocasión, he decidido dar prioridad a mis hijos pequeños y a la vida privada que estamos creando como familia. Aunque siempre querré y apoyaré a mi padre, en el futuro lo haré fuera del ámbito político», explicó Ivanka en un comunicado.
Su actividad en Instagram certifica un cambio de actitud radical: Ivanka, que durante su etapa como asesora en la Casa Blanca convirtió su cuenta en una plataforma política más, ha consagrado sus redes a documentar la vida familiar: fotos de sus vacaciones en Israel, imágenes bucólicas de sus tres hijos, retratos acaramelados con su marido, modelitos frente al espejo… Un perfil público muy alejado del que cultivó durante sus cuatro años en Washington, pero muy coherente con el de la influencer de estilo de vida que podría representar a partir de ahora. Aunque todavía no ha anunciado ningún proyecto concreto, los medios norteamericanos insisten en que vuelve a estar centrada en los negocios. De momento, el rebranding de Ivanka Trump ya ha comenzado.