Anne Berest lanza nuevo libro con una historia de su familia. / d.r.

Anne Berest: «Karl Lagerfeld era el hombre más culto que he conocido»

La autora francesa repasa la fascinante vida de sus antepasados judíos, muertos en Auschwitz, años después de recibir una misteriosa e inquietante postal sin firmar y con sus nombres escritos en ella.

La historia de este libro comienza hace 20 años, el día que la escritora Anne Berest (París, 1979) y su familia recibieron una postal en el buzón de su casa. La imagen mostraba el famoso edificio de la Ópera de París y por detrás había cuatro nombres escritos a mano con una grafía extraña: Ephraïm, Emma, Noémie, Jacques. La postal no estaba firmada. A pesar de su apariencia inocua, la misiva parecía esconder una cruda amenaza.

«En el imaginario colectivo francés, la Ópera de París está vinculada al nazismo. Cuando los alemanes ocuparon Francia durante la Segunda Guerra Mundial, uno de sus principales entretenimientos era ir allí a escuchar música. De hecho, estaba decorado con banderas de esvásticas», explica Berest, de visita en Madrid.

Los cuatro nombres sobre el reverso de la tarjeta eran sus bisabuelos maternos y dos de sus hijos, todos deportados a Auschwitz y asesinados en 1942. ¿Quién era el autor de ese mensaje macabro? ¿Qué pretendían provocar en la familia Berest? ¿A qué venía semejante amenaza? Todas esas preguntas golpearon a la escritora 20 años después, cuando Tessa, su hija de 11 años, llegó un día del colegio quejándose porque alguien le había insultado por ser judía.

Su madre se quedó estupefacta y el recuerdo de aquella postal volvió a su memoria. Por entonces, además, Anne había empezado una relación con Georges, un médico divorciado y judío que le estaba introduciendo poco a poco en las principales celebraciones de su religión.

Esa mezcla se convirtió en el punto de partido de La postal, un libro que ha tenido más de 150.000 lectores en Francia y en el que repasa la vida de sus antepasados, los Rabinovitch, una familia que llegó desde Rusia y Polonia, vía Letonia y Palestina, hasta instalarse en París y Normandía.

Pero la reconstrucción de esa historia no ha sido fácil. Ha necesitado la ayuda de un detective, un criminólogo y un experto en grafología, así como la extraordinaria memoria de su madre Lélia, una politóloga que se convirtió en uno de los personajes principales de la novela. La abuela de Anne, ya fallecida, tiene también un papel estelar: hija y hermana de los asesinados, fue la única que consiguió escapar del exterminio nazi.

«Nunca pensé que tenía algo que ver con la comunidad judía. ¡He necesitado 40 años para descubrirlo!»

«Este manuscrito contiene tres libros en uno: una novela policíaca, el relato de una saga familiar y, por último, una reflexión de lo que significa ser judío a pesar de tener una vida laica», explica la autora, a la que sus padres no educaron en ninguna fe. «Nunca pensé que tenía algo que ver con los judíos, por eso toda mi investigación era para saber si realmente pertenecía a esa comunidad o no. Y sí, pertenezco. ¡Pero he necesitado 40 años para descubrirlo!».

Bisnieta del pintor Francis Picabia, y su esposa, Gabriëlle Buffet-Picabia, musa del pintor y amante de Marcel Duchamp, con quienes mantuvo una relación a tres bandas, sobre ella, Anne y su hermana Claire escribieron una biografía a cuatro manos. La escritora pertenece a una generación de autores y artistas que se conocen desde hace 20 años. «Hemos crecido juntos. Me gusta organizar cenas en casa, compartir proyectos, intercambiar ideas, colaborar...».

Ha estado en la Mostra de Venecia, donde su amiga Rebecca Zlotowksi presentaba una película en la que ella hace un cameo. Pero si por algo es célebre es porque en 2014 escribió con otras tres amigas glamurosas –la modelo Caroline de Maigret, la periodista y cineasta Audrey Diwan y la productora Sophie Mas– Cómo ser una parisina estés donde estés, un libro superventas en todo el mundo.

Tampoco hay que olvidar su colaboración con la casa Chanel, que arrancó cuando Karl Lagerfeld le escribió una carta manuscrita en 2014 –«cinco folios con una caligrafía exquisita»–, felicitándole por su libro Sagan, París 1954, una novela que celebraba el 60 aniversario de la publicación de la aclamada Bonjour tristesse, de Françoise Sagan. «Karl Lagerfeld era el hombre más culto que he conocido. Leía en alemán, francés e inglés y tenía curiosidad por todo, desde literatura del siglo XVIII a autores noveles».

Para ejercer su trabajo, tiene una rutina estricta: «Por las mañanas llevo a las niñas al colegio, vuelvo y me pongo a trabajar todo el día, hasta que vuelvo a buscarlas. No suelo quedar a comer con nadie para no distraerme. Más tarde, antes de irme a dormir, preparo los temas del día siguiente; así mi inconsciente los trabaja durante la noche», asegura. A diferencia de cualquier novela policíaca, en este libro no sabía cuál sería el final ni si encontraría al autor de la famosa postal. ¿Lo descubrió? Es un secreto que guarda la novela.

Temas

Entrevistas