Entrevista
Entrevista
Tenía 18 años cuando entró en política, la edad necesaria para fundar Nuevas Generaciones en su pueblo. Sin embargo, el nombre y el rostro de Carmen Fúnez (Almodóvar del Campo, Ciudad Real, 1975) siguen pasando desapercibidos para la mayoría. Quizá porque, asegura, no le gusta dar titulares exagerados y huye del insulto y la bronca.
Dialogante y con mano izquierda, la vicesecretaria de Organización del PP, la mujer que controla el partido, ha sido diputada en las Cortes de Castilla-La Mancha, senadora durante tres legislaturas, presidenta nacional de NN GG y ha ocupado cargos de responsabilidad en el partido.
MUJERHOY. Aseguran quienes la conocen que es una persona muy discreta. ¿No le gusta exponerse públicamente?
CARMEN FÚNEZ. A veces hay demasiado ruido en torno a la política. Los políticos tenemos que hablar cuando vamos a contar algo que puede ser interesante para los ciudadanos. Creo que faltan hechos y sobran a veces demasiadas palabras, que no explicaciones. No hay que hablar por hablar, sino hacerlo cuando es necesario. En el partido, me dedico a la organización, y eso a veces hay que hacerlo con discreción y mano izquierda. Siendo distintos y plurales, hay que buscar puntos de convivencia. Y eso significa que hay que renciar a una parte, dentro de un partido y en la sociedad.
Y además de discreta y con mano izquierda, ¿cómo es Cármen Fúnez?
Soy extrovertida, pero me encanta escuchar, creo que más que hablar. No me gusta que haya gente alrededor enfadada y si veo una mala cara, me preocupo, a veces demasiado. Y me apasiona lo que hago y quizá eso te lleva a no marcar límites. Pero también te ayuda a poner el alma en la política o en la familia.
Hablando de ella, cuéntenos un poco más sobre su familia.
He tenido el privilegio de crecer en una familia unida, y cuidamos de esa unidad. Mi padre es maestro retirado. Era director de un colegio concertado que cerró y los maestros crearon una cooperativa. Él la presidió un tiempo y fue director del colegio. Mis dos hermanos y yo estudiamos allí. Mi madre es ama de casa y nos ha cuidado a todos. Y tengo dos tías que son como madres para mí. Ellas reflejan el gran cambio de las mujeres rurales: decidieron que no iban a esperar en casa para casarse y se hicieron cargo de sus vidas montando un negocio. No soy madre, pero tengo tres sobrinos y cualquier cosa que les pasa la vivo con intensidad. Mi hogar siempre estará donde estén ellos.
¿Se puede cuidar la vida familiar a distancia, desde Madrid?
Sí, viviendo en el AVE. Mi pueblo está a siete kilómetros de Puertollano y, en cuanto puedo, bajo a casa. Además soy diputada por Ciudad Real y mi trabajo allí es permanente. Es una tierra con una riqueza natural y unos emprendedores magníficos, que necesita impulso para seguir creciendo.
En una entrevista de 2004, decía: «Soy más de campo que las encinas».
[Risas] La política también está llena de tópicos y me molesta que, aunque la sociedad es más plural y diversa, seguimos cayendo en ellos. Yo era presidenta de NN GG y me pregutaron si éramos los pijos del PP. Contesté: «Si me conocieras, sabrías que soy más de campo que las encinas». Vivo feliz en Madrid, pero necesito mi tierra. Allí, cojo a mi padre y nos vamos a un terreno que tiene a ver el riego, si hay que podar los olivos... El campo me da vida.
Comenzó a estudiar Filología Inglesa, pero lo dejó por la política.
Yo tenía 16 o 18 años en la última etapa del Gobierno de Felipe González, cuando hubo varios casos de corrupción. Veía en los debates de Hermida a aquellas mujeres fuertes del PP: Isabel Tocino, Loyola de Palacio, Luisa Fernanda Rudi, Celia Villalobos... Defendían sus ideas con contundencia, valentía y un arrojo que me enganchó.
Así que decidió fundar NN GG en su pueblo...
Sí, con 18 años, cuando pude. Yo me tragaba aquellos programas, leía los periódicos, participaba en asociaciones... Siempre me ha interesado la política y tengo vocación de servicio público. Me invitaron a unas jornadas de NN GG y me enganché. Porque la política engancha.
¿Y por qué cree que engancha?
Porque tienes en tus manos la herramienta más útil para transformar la sociedad y construir un modelo de convivencia. Y eso es un privilegio. Haber vivido y crecido en un país democrático como el nuestro y poder participar activamente me parece una suerte. Y no se trata de lo que dice [Pedro] Sánchez de pasar a la historia, sino de sentirte parte de ella. No quiero pasar a la historia, pero quiero sentir que participé en ese proyecto, que con un grupo de gente traje fondos para construir algo o que un negocio siguiese abierto...
¿No se sentía entonces diferente a sus amigos?
No, ni mucho menos. Otros eran voluntarios de Cruz Roja o Cáritas... De la política dependen las normas que rigen tu vida ahora y en el futuro. Si quieres vivir en sociedad, te tiene que interesar.
¿Y cómo la entiende usted?
Como servicio público, sin duda. Ayudar, escuchar, atender, ponerte en la piel del resto... Cuando escuchas a un colectivo, tienes que ser muy frío para no implicarte al 100% en buscar una solución. Y eso es un privilegio.
Mucha gente cree que los políticos no se ocupan de sus verdaderos problemas.
Esa percepción existe, hay una desafección. Pero también es cierto que cumplir con tu deber no abre telediarios, pero es lo que hace el 99% de los concejales, alcaldes, diputados, senadores y parlamentarios autonómicos de todos los partidos. No se conoce, porque del debate sobre las diferencias con otros partidos depende de que ganemos o perdamos las elecciones. Es un círculo que quizás políticos y medios nos tengamos que plantear, porque no beneficia a nadie. Decías que tenía fama de discreta; es que no me gusta dar titulares exagerados, porque pienso que la gente está cansada de la política bronca y el insulto permanente.
¿Es posible conectar con la calle, habiéndose dedicado sólo a la política?
Eso depende de la persona. Yo la política la entiendo como escucha activa y no he hecho otra cosa a lo largo de mi trayectoria que escuchar. Y es imposible estar alejado si entiendes la política no como una lucha de poder o para dar respuesta a tu ambición personal, sino como un proyecto en equipo.
¿ Qué le ha enseñado la política en estos años?
A nivel personal, a ser respetuosa con quienes no piensan igual y a ponerme en la piel de los demás, a no juzgar. Porque hay que entender las circunstancias en las que se toman ciertas decisiones, aunque luego no las compartas.
Tras el Congreso del PP en 2018, en el que apoyó la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría, estuvo alejada de la primera línea.
Sí, estuve fuera un tiempo, pero no dejas de preocuparte por el partido, que es tu casa. Fue todo muy traumático: cómo salió aquel Gobierno, con una moción de censura desde mi punto de vista injusta... Y asumen el poder personas que no tenían un proyecto, sino que iban en contra de Mariano Rajoy. El Congreso del PP quizá se celebró con precipitación y su resultado... Pero lo importante es el momento actual. Así que, cuando el presidente Feijóo me pidió que me incorporara para elaborar el programa electoral para las municipales y autonómicas, con Íñigo de la Serna, lo hice con ganas de ser útil.
¿Es difícil unir las diferentes sensibilidades que hay dentro del PP?
Si no está claro el objetivo común, quizá, pero lo tenemos muy claro. El de este equipo, con el liderazgo consolidado del presidente Feijóo, es defender la igualdad de todos los españoles. Sánchez en la Moncloa supone ponerla en riesgo, lo vemos con la Ley de Amnistía.
¿Qué tipo de liderazgo le inspira más, al margen del de Feijoo: combativo, como el de Díaz Ayuso, o moderado, como el de Moreno Bonilla?
La riqueza del PP es tener a personas de distintos perfiles y maneras de entender la política, todos son necesarios. Somos un gran puzle y necesitamos que cada pieza encaje. Yo me identifico con Feijóo. Y no lo digo porque sea el presidente, sino porque creo en su manera de entender la política. Es la persona que necesita España. Ya está bien de vendemotos en la política.
¿Está convencida de que el actual Gobierno no terminará la legislatura?
Eso habría que preguntárselo a Puigdemont: él decide la legislatura. Es duro saber que Sánchez ha elegido ser extorsionado por un prófugo de la Justicia.
¿Será ése el motivo o habrá otra causa?
Sánchez está instalado en la inestabilidad y la provisionalidad. Y por el caso Koldo, por el caso Ábalos, está más débil que nunca y Junts saca la amnistía con todos sus condiciones. La legislatura acabará cuando Junts quiera.
¿Cómo piensa que acabará el caso Ábalos?
Creo que no va a acabar, porque vemos cómo la trama crece. Lo doloroso es que cada español tendrá en su cabeza cómo pasó aquellos días. Todos recordamos las peroratas de Sánchez los domingos en televisión, contándonos lo que hacían las comunidades autónomas, porque ellas intentaban dar respuesta sanitaria al Covid. Y mientras, sus compañeros, los que le llevaron la Secretaría General del partido y le hicieron presidente, se repartían pasta en una mesa.
Entonces, ¿por qué han votado en contra de una comisión de investigación en el Congreso?
No tiene sentido en la Cámara presidida por Francina Armengol. No se puede ser juez y parte. En el Senado sí intentaremos llegar hasta el final.
¿Es posible acabar con la crispación?
Pues deberíamos, porque eso permitiría recuperar la confianza de los ciudadanos. El problema es que esta legislatura nace viciada. En el momento en el que el presidente del Gobierno no dice que va a ser el presidente de todos, sino que va a construir un muro para dividirnos, es difícil acabar con ella. El discurso de investidura tuvo algunas ideas de una gravedad extrema. ¿Cómo podemos reconstruir esto con Sánchez en Moncloa? Va a ser complejo.
¿Será más fácil si llega Feijoo?
Estoy convencida, por su manera de entender la política, porque lo ha hecho en Galicia y porque se está sentando a dialogar con líderes socialistas, como González o Guerra, con aquellos que entienden el socialismo como una ideología al servicio de la convivencia y la unidad de los españoles, no de la división y la ruptura. Tenemos un presidente del Gobierno que creo que no comulga con los principios socialistas, que pone el socialismo a su servicio para mantenerse en el poder. Y decisión tras decisión, profundiza en ello: política para ocupar el poder y no para servir a los demás.
Imagino que la política le deja pocos ratos libres. ¿A qué los dedica, además de a su familia?
A disfrutar del campo, estar con amigos, y leer y releer. Mi última relectura es El mundo de ayer, de Stefan Zweig, que narra el siglo XX como nadie. Y hace poco leí A sangre y fuego, de Chaves Nogales, que desde el exilio es capaz de mirar a este país con distancia. Su biografía de Belmonte es una delicia. Soy taurina; en mi pueblo se hacen los encierros más antiguos de España casi con seguridad. [Risas] Me gusta Espartaco, artista y excelente persona. Pero también Morante por cómo se mueve, Manzanares, el pundonor de Roca Rey... Y me gusta el toro en el campo; es un animal especial.
¿Y el cine o las series?
Prefiero el cine, porque soy muy impaciente y soy incapaz de dejar una serie hasta terminarla. Ahora estoy viendo de nuevo a Woody Allen, una cada noche. Y he visto un montón de veces El perro del hortelano, de Pilar Miró, y Volver, de Almodóvar. Así son las mujeres manchegas, así es La Mancha.