«El taekwondo es un deporte en el que no se puede parar», asegura Adriana Cerezo (Alcalá de Henares, 2003) desde Guadalajara, México, donde ha competido en su primer campeonato mundial. Su plata el año pasado en los Juegos Olímpicos de Tokio se nos quedó grabada, pero solo en 2022 ha coleccionado otras nueve medallas. Aunque de lo que se trata ahora es de acumular buenas sensaciones, en su mente hay un objetivo claro: «Conseguir todos los puntos posibles para clasificarme para París 2024».
La complicación añadida para Adriana es que ha pasado de ser la joven revelación que tenía a su favor el factor sorpresa, a la rival a batir, la que sus oponentes esperan en guardia y de la que se analiza cada movimiento. «He notado un gran cambio en la actitud dentro del tapiz de casi todas mis rivales, pero creo que es algo muy positivo. Es un síntoma de que me tienen en cuenta», razona rematando sus palabras con una sonrisa. A pesar del vértigo y de estar asumiendo retos que exigen una gran madurez, para Adriana la presión se traduce en «felicidad por estar frente a las mejores».
Desde fuera, puede parecer que las cosas van muy rápido, pero para ella, que lleva practicando taekowndo desde los cuatro años, todo está transcurriendo de forma lógica y natural. «No siento que esté quemando etapas rápido, sino todo lo contrario: las estoy viviendo de una manera privilegiada. Me considero muy afortunada. Evidentemente, hay algunas diferencias con la gente de mi edad: viajo mucho y paso mucho tiempo fuera de mi entorno familiar y académico, pero al final todo es cuestión de organización».
Es una idea que aplica también a su palmarés, al que se incorpora el Premio Mujerhoy 2022. «Desde pequeña, todas las medallas y trofeos los repartimos entre la casa de mi madre y la de mi padre. Ellos llegan a acuerdos en función de la decoración. En el caso de vuestro premio, tengo claro que mi madre no lo dejará escapar».
20 de enero-18 de febrero
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