Jesús Calleja, en una de sus aventuras televisivas. / mediaset

Intrépido desde la cuna

La infancia de Jesús Calleja, el niño que soñaba con ir al espacio: enfermedades, apuros económicos y una madre roquera

Recordamos los primeros y duros años del aventurero, alpinista, viajero y presentador de televisión antes de que Jesús Calleja despegue rumbo a las estrellas.

El aventurero y presentador Jesús Calleja está a punto de convertirse en el tercer español en viajar al espacio, tras lograrlo Miguel López-Alegría y Pedro Duque, aunque él lo hará sin ser astronauta de profesión. El leonés, que desde pequeño soñaba con llegar a las estrellas, despegará este martes a las 15:45 horas a bordo del cohete New Shepard, propiedad de la empresa aeroespacial Blue Origin del multimillonario Jeff Bezos.

Ese sueño de ser astronauta lo relataba Jesús Calleja en su libro Si no te gusta tu vida, ¡cámbiala!, donde contaba cómo en su infancia convertía la peluquería de su madre en toda una nave intergaláctica. «Todo a mi alrededor eran artilugios del espacio: lo movía todo haciendo chasquidos. Ya no hablaba sino con los ruidos propios de los robots. Me ponía en la cabeza el secador de los rulos de las señoras, que era mi casco de extraterrestre, y me quedaba ahí dentro, hablando como una máquina», podemos leer en sus páginas.

El comportamiento del pequeño Jesús asustó tanto a su madre que incluso le llevó al psicólogo para que le explicara qué le pasaba a su hijo. Este es tan solo uno de sus recuerdos en los primeros años de su vida, transcurridos entre León y el pequeño pueblo de Fresno de la Vega, donde se crio entre estrecheces económicas, tres hermanos y muchas enfermedades. En otra España, la de hace medio siglo.

La infancia de Jesús Calleja: felicidad, aventuras y fiebre

Una cita de Julio Verne abre el capítulo dedicado a los primeros años de vida en las memorias de Jesús Calleja: «Todo lo que una persona pueda imaginar, otras lo harán realidad». Los cinco miembros de su familia vivían en un ático de dos habitaciones en León y pasaban muchas estrecheces económicas, debiendo hacer muchas horas extra. Los siete días de la semana abrían el negocio familiar, que se llamaba Alta Peluquería de Señoras Julián, que era el nombre de su padre.

Obsesionado desde siempre con viajar y explorar, el hiperactivo Jesús tuvo primero que superar su condición enfermiza. « Tuve todas las enfermedades infantiles imaginables: paperas, varicela, sarampión, hepatitis... y perdí meses de clase. Era enclenque, delgado y débil», confiesa en el libro el ahora intrépido aventurero.

Jesús Calleja, con su madre y hermanos, en una imagen de sus redes sociales. / @mariacalleja1

Fue entonces cuando decidió «revertir a la fuerza» su supuesta debilidad. Comenzó a ir al gimnasio a hacer pesas, a subir montañas cargando con leña y a correr sin parar. «Mi día a día parecía una película de Rocky. Hacía ejercicio hasta reventar y volvía muerto. Todo aquello era para demostrarme a mí mismo que podía ser fuerte». Una fortaleza de la que hizo gala cuando decidió cambiar las tijeras de la peluquería por la montaña, trabajando primero como guía de expediciones en Nepal y los Alpes y acompañando ahora a famosos en aventuras televisivas por todo el planeta.

Hoy en día, Jesús Calleja tiene tres hijos adoptados en Nepal que le han hecho ya abuelo por partida triple. Pero muchos antes de eso, fueron sus progenitores los que le sirvieron de inspiración en muchos aspectos clave de su vida. «Mis padres, como tantos otros, han hecho mucho por sus hijos. Pero mi madre era especial en su época. Siempre ha sido una mujer progresista, de ideas avanzadas y revolucionarias», narra en su libro.

La rompedora madre de Jesús Calleja

Cuenta también de su madre que sus hermanos y él la veían como una «heroína», por locuras como abrazar la Movida madrileña en León con chupa de cuero y pelo punki para irse a la discoteca. «Mi madre era rompedora y eso me ayudó mucho a perseguir mis sueños», asegura de forma emotiva.

También su padre, un apasionado de la pesca que de pequeño le hablaba de las aventuras de los grandes exploradores como Edmund Hillary y su sherpa Tenzing Norgay, tuvo buena parte de culpa en forjar su futuro. En un antiguo post de Facebook, junto a una foto de ambos, escribía que un día le prometió que escalaría el Everest para él: «La promesa la cumplí en el año 2005, y entonces hice el mayor cambio de mi vida, porque ya nada sería igual».

Ahora, en cambio, son sus hijos los que más le preocupan, sobre todo por la intolerancia de algunos a la inmigración en España. «Me preocupa que vivamos unos tiempos convulsos en los que pensamos que la gente inmigrante viene a hacer el mal, a quitarnos el trabajo, cuando en verdad, menos mal que están», declaraba en la web de Telecinco, añadiendo que en su opinión, esto no es «hablar de política» sino de «humanidad».

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