Janis Joplin fue la voz de una generación, pero su adicción al alcohol y las drogas acabaron con su vida de forma prematura. /
Fue una de las voces más poderosas de su generación y una mujer que marcó un camino: rebelde, autosuficiente y provocadora, Janis Joplin pasó mucho tiempo rodeada de admiradores, pero muchas más horas en absoluta soledad. No supo encontrar nunca un compañero de viaje y cuando encontró una compañera, fue para meterse de lleno en el oscuro mundo de la heroína.
Nacida un 19 de enero de 1943, la texana cumpliría hoy ochenta años si no fuera porque esa manera de vivir que ella misma predicaba sin reglas ni normas se la llevó por delante. Una sobredosis acababa con su vida en octubre de 1970, a los 27 años, un par de semanas después de la muerte, también a los 27, de su amigo el músico Jimi Hendrix. La mujer a la que bautizaron como El hombre más feo del campus universitario tuvo una vida tan breve como intensa con algunos datos bastante sorprendentes: ¿sabías que fue una apasioanda del kárate?
Todo empezó como una broma, una de mal gusto, una de esas bromas crueles que se gastan entre estudiantes y que quedan marcadas a fuego en la memoria y la vida de uno. Todo comenzó cuando Alpha Phi Omega, una de las fraternidades universitarias más populares de Estados Unidos, buscaba a «El hombre más feo de todos los campus» como iniciativa para recaudar fondos y donarlos a la caridad, ya que cada fraternidad pagaba 5 dólares para poder nominar a uno de sus miembros.
Janis fue la elegida (sin ella saberlo ni mucho menos quererlo) por las fraternidades de Texas. Años después la cantante escribiría una angustiosa carta en la que explicaba cómo aquel concurso marcó su vida. De hecho, una semana después dejó la escuela, su casa y el estado en el que había nacido para irse a San Francisco. Poco después publicaba It's Sad To Be Alone: «Es triste, tan triste estar solo. No hay amigos para ayudarle, sin familia ni hogar. Es triste, tan triste estar solo».
El poso de tristeza se quedó ya para siempre en ella. O tal vez ya estuviera y solo lo acentuó. En 1963 comenzaron sus problemas con la droga. Vivía en San Francisco porque «es mucho más libre y nadie se mete contigo», contaba en una entrevista para la televisión. Tres años después, Peggy Caserta se cruzó en su camino, y todo se aceleró. A peor. Peggy se convertiría en su pareja durante un tiempo. Juntas compartieron risas, viajes y jeringas. Los viajes fueron de los dos tipos.
Fue una mujer de carácter, con un corazón grande y una voz inconmensurable. De lo primero da fe el encontronazo que tuvo con Jim Morrison, cantante de la banda The Doors. Cuando bebía, y por entonces se bebía mucho sobre todo si eras estrella del rock, Jim tenía una personalidad violenta.
Aquella noche Morrison y Joplin compartieron tragos con otros amigos. A medida que la noche y el alcohol iban fluyendo, el interés de Jim por Janis fue cargándose hasta llegar a acoso. Cuando el cantante agarró a Janis de los pelos e intentó meterla en su coche, ella cogió una botella de whisky Southern Comfort y se la estampó en la cabeza.
De lo segundo, lo del corazón grande y altruista, puede dar fe la cantante de blues Bessie Smith. Un día, Janis recibió una llamada que le explicaba que necesitaban financia la lápida de una de las refrentes en su música. Joplin sacó la chequera, pagó y mandó inscribir en la piedra a «La Mejor Cantante de Blues del Mundo Nunca Dejará de Cantar».
«Cada noche hago el amor con 25.000 personas en el escenario y luego me vuelvo sola a casa». Lo dijo Janis una noche, durante uno de los muchos conciertos que ante una multitud que vibraba con su música. Su lista de amantes fue tan larga como variada: hombres, mujeres, famosos, anónimos, de una noche, de varias… Su primer novio fue Peter LeBlanc, con el que se llegó a poner en marcha en plan de boda, hasta que ella descubrió que le había sido infiel.
Después de él llegarían otros y otras: el guitarrista Sam Andrew, el cantante Leonard Cohen, Jae Whitaker… Casi al final de su vida, Janis tuvo una última oportunidad con la vida y el amor. Fue en Brasil, donde pasó varios meses. «Me he dado cuenta por primera vez de que no tengo que estar sobre un escenario doce meses al año», explicaba en una entrevista para la revista Rolling Stone. En Ipanema conoció a David Niehouse, un profesor de colegio con el que quiso dar un giro de 180 grados. Pero el reencuentro de la cantante con su amiga Peggy Caserta la devolvió a la heroína, el alcohol y el preámbulo de lo que sucedió después. Murió de una sobredosis y sus cenizas fueron esparcidas en el océano Pacífico.