' Volver a empezar' ha pasado a la historia por sus indiscutibles méritos artísticos, pero también por ser la primera película española que ganó un Oscar. Este 11 de abril se cumplen 40 años de ese hito y la víspera José Luis Garci, afectado ese día por la pérdida de su amigo Fernando Sánchez Dragó y otra persona querida que también iba a despedir, nos atiende para reconstruir aquella inolvidable gala.
Comenzamos la entrevista parafraseando 'Volver', el mítico tango de Carlos Gardel y Garci hace una valoración teñida de celuloide del inexorable paso del tiempo: «Si veinte años no son nada, cuarenta menos. Lo estoy viviendo como uno de esos finales agridulces del tipo 'Casablanca'. Por un lado está muy bien, pero por otro me siento triste, porque no queda nadie del equipo artístico: Antonio Ferrandis, Encarna Paso, José Bódalo y Agustín González. Tampoco del equipo técnico, Gil Parrondo, Pablo Rojas, Ricardo Navarrete, José Luis Merino. Me parece que solo quedamos el montador, Miguel González-Sinde, y yo. También el productor Enrique Herreros, que es un ejemplo de fe y de alegría de vivir».
En esa gran noche estaba muy presente el niño que soñaba con ser Humpbrey Bogart, ya convertido en un cineasta consolidado, que tuvo muy presente este referente a la hora de elegir atuendo: «A mí me gustaban mucho Bogart, Gary Cooper, John Wayne… Quise hacer un homenaje a Bogart y también a las películas que tanto me habían gustado desde chico, las policiacas que luego se pasaron a llamar cine negro. Por eso me vestí como él cuando era el dueño del Rick's en Casablanca».
En los tímpanos de toda una generación quedó registrado el «¡Volver a empesaaaarrrrr» de Luise Rainer, cuando anunció la ganadora a mejor película extranjera (posteriormente se denominaría Película de habla no inglesa): «Luise Rainer había ganado dos Oscar seguidos… (en 1936 y 1937 por El gran Ziegfeld y La buena tierra). No lo dijo, lo gritó, con una especie de melancolía, de añoranza... Fue estupendo».
Garci, que es miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, tenía muy claro cuál iba a ser el veredicto antes de que Rainer abriera el sobre con el resultado: « Estaba bastante convencido de que el Oscar iba a ser para nosotros, estaba muy tranquilo. Les dije a Encarna Paso y Ferrandis, que estaban sentados conmigo en las primeras filas, que subieran conmigo al escenario, aunque el protocolo no lo indicaba. Dije algo así como que era una de las pocas ocasiones en la vida en las que los sueños se cumplen».
Esas premoniciones, sin embargo, no las tuvo las otras tres ocasiones posteriores en las que optó a la estatuilla: «He estado tres veces más nominado, con 'Sesión continua', 'Asignatura aprobada' y 'El abuelo', pero nunca tuve la sensación de que se iba a conseguir el premio».
Las quinielas apuntaban a que esa noche triunfaría 'E.T.', de Steven Spielberg, pero fue 'Gandhi', de Richard Attenborugh, la que arrasó (se llevó ocho de los once Oscar a los que optaba) y su actor protagonista: «Ben Kingsley era el único que iba vestido como yo con chaqueta blanca, pajarita negra… Luego me lo comentó él, que éramos los únicos que vestíamos así y ganamos. Probablemente la mejor actuación de ese año era la de Paul Newman en 'Veredicto final', pero no se lo llevó, aunque muy pronto lo conseguiría con 'El color del dinero'. También estaban nominados Dustin Hoffman por 'Tootsie', Peter O'Toole por 'Mi año favorito', y Jack Lemmon por 'Desaparecido'».
Por cierto, que dos de los cinco actores que estaban en la liza como protagonistas, coincidieron con Garci y el productor de 'Volver a empezar' en un lugar donde todos nos volvemos mucho más terrenales: «Eso lo contó Enrique Herreros y lo escribió. Es verdad... Estábamos solo los cuatro en los baños del Dorothy Chandler Pavilion. Antes de entrar en la ceremonia, me dijo: 'Oye, Jose, mira quiénes tienes al lado'. Efectivamente estaba compartiendo urinario con Jack Lemmon y Paul Newman. Luego nos lavamos todos las manos y nos deseamos suerte. Como el mío fue el segundo Oscar, me parece, al hacer el recorrido de vuelta a los asientos me dieron un abrazo los dos y me felicitaron.»
La gala, presentada por una exultante Liza Minnelli vestida de esmoquin, arrancó con un espectacular cuarteto musical de la intérprete de Cabaret junto a Walter Matthau, Rirchard Pryor y Dudley Moore. Garci la vivió, como enamorado del cine que es, con fascinación: «Yo no había cumplido todavía 40 años, debía de tener 38, y con esas cosas de la juventud piensas que como has amado tanto Hollywood te devuelven ese cariño y que es más o menos justo. Ahora cuando eres mayor y no eres un idiota, y creo que no lo soy, ves que hay un componente de suerte muy grande. Ese año las películas extranjeras no eran muy buenas», nos dice con humildad.
Y añade: «Poco antes había ganado el Oscar 'En el estanque dorado', de gente mayor en Estados Unidos, con Henry Fonda y Katharine Hepburn. Luego llegó la nuestra y fue muy bien acogida en los pases de la Academia. Tuve mucha suerte de ganarlo hace cuarenta años. Hay algo que siempre me voy a llevar, que fue la primera película no ya española sino en nuestro idioma, el idioma de Cervantes, de Quevedo, de Galdós, de Baroja, en ganar este premio. Si no hubiera sido así, lo hubiera conseguido posteriormente la argentina La historia oficial».
Tras la ceremonia, llegó la hora de las fiestas… «Luego estuvimos invitados en la del Baile del Gobernador. Estuvimos unas tres horas, con Pilar Miró. Recuerdo hablar con Sydney Pollack (director de 'Tootsie' y 'Memorias de África') y mucho con Steven Spielberg, que no había ganado con 'E.T.' Le dije textualmente que era el mejor director de cine que existía en ese momento y él me respondió que yo tenía el premio de la Academia y él no. Le contesté que él lo iba a lograr no se sabe cuántas veces. Fue una fiesta magnífica».
Garci tuvo para su película un reparto de primerísimo nivel, con los que además tenía una excelente sintonía personal: «Encarna Paso tuvo mucho éxito haciendo Lorca en el teatro y después trabajé con ella en Sesión continua. Era una actriz excelente. Tenía una enorme amistad personal con ella y estaba muy contento de que hubiera venido a la gala. Con Antonio Ferrandis lo pasamos también muy bien».
Añade: «A mí me dijeron Robert Wise (director de 'Sonrisas y lágrimas' y 'West Side Story') y Fay Kanin (guionista y productora que presidía la Academia en ese momento) que si hubieran sido otros tiempos, José Bódalo habría ganado el Oscar a mejor actor de reparto probablemente. Que esa interpretación lo hubiera merecido. Ferrandis también estaba estupendo».
Antonio Ferrandis estaba viviendo entonces un momento de popularidad inusitado y se había convertido en un ídolo infantil: «Recuerdo que cuando empezamos a rodar la película en Gijón en la primera semana empezó a emitirse la serie de mi amigo José Mercero, 'Verano azul', que había escrito Horacio Varcárcel, con el que estuve escribiendo películas durante más de treinta años. Al principio no notamos nada, pero cuando se emitió el segundo capítulo estaban allí todos los niños y niñas de todos los colegios de Gijón. También iban al hotel a gritarle Chanquete y Antonio tenía que salir a calmarlos.»
«A Antonio le había conocido unos años cuando yo era guionista junto a José Luis Dibildos (en la crónica social muy popular por haberse casado con Laura Valenzuela y uno de los productores más importantes de nuestro país), paseábamos por la Gran Vía o por donde él vivía, tan tranquilos, pero después de 'Verano azul' no se podía ir con él por la calle. Se lo merecía porque era un muy buen actor y una excelente persona», nos cuenta.
Hasta Los Angeles viajó con el equipo de la película Pilar Miró, en aquel entonces directora general de Cinematografía, lo que la convertía en la primera mujer en ostentar este cargo: « Con Pilar tenía mucha amistad, de antes y de después, siempre habíamos sido muy amigos. Recuerdo que cuando bajó al hall del hotel Hilton, Enrique Herreros le dijo que qué se había puesto porque iba con un traje amarillo. Respondí que no importaba nada, porque nunca he sido supersticioso. Era un traje muy bonito amarillo con azul marino creo recordar», relata el cineasta.
Después de Garci han llegado otros Oscar para directores españoles, pero él fue pionero y profeta fuera de su tierra, aunque no se siente identificado con esa expresión: «Te voy a hacer un símil deportivo. Bahamontes ganó el Tour de Francia en 1959, luego vino Indurain que ganó cinco. Manolo Santana ganó Wimbledon, pero luego ha llegado nuestro amigo Rafa y fíjate lo que ha sido. Ellos abrieron la puerta, hicieron posible que se ganaran esas competiciones y de alguna manera yo también abrí la puerta. Llegó gente como Amenábar con un talento estupendo, directores fenomenales. Estoy contento de que aquello pudiera ser realidad».
Una pregunta tópica que hacemos siempre los periodistas es dónde depositan los artistas sus galardones y esta ocasión no nos reprimimos. La respuesta tiene un gran valor simbólico como síntesis de su cumbre profesional: «Lo tengo encima de los cuatro guiones de las películas por las que estuve nominado al Oscar. Ahí está el calvo reluciente, dorado y maravilloso».
Garci, no es para menos, se siente orgulloso de sus logros: «Es evidente que es muy importante ganar el Oscar por primera vez, pero echo la vista atrás y pienso que he tenido cuatro películas nominadas. Es muy difícil que te elijan entre 80 o 90 para nominarte. Es complicado, porque en los últimos veinte años no han sido muchas las películas españolas que lo han conseguido. Sobre todo, alguien como yo que no ha estudiado en la Escuela de Cine y lo aprendió viendo las películas. Ha sido el pago por mi pasión por el cine clásico de Hollywood, por los directores como Hitchcock, Wilder, John Ford… Mi estilo conectaba con ese estilo que entonces en Hollywood sabían apreciar muy bien, de naturalidad, sencillo, con la cámara a la altura de los hombros, como diría Hawks.«
20 de enero-18 de febrero
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