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La maldición de Trump: Kamala Harris pierde unas elecciones históricas

Después de ganar tres de los estados clave, Donald Trump está a solo tres votos electorales de certificar una victoria que impedirá que Kamala Harris se convierta en la primera mujer en la Casa Blanca.

Kamala Harris durante un acto de campaña. / GTRES

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Las urnas por fin han hablado en Estados Unidos. Y a falta de que el escrutinio sea definitivo, todo apunta a una clara victoria de Donald Trump , que en enero se convertirá de nuevo en presidente de Estados Unidos terminando así con las aspiraciones presidenciales e históricas de Kamala Harris .

Después de llevarse la victoria en Carolina del Norte, Pensilvania y Georgia, los tres primeros estados clave en caer del lado republicano, Trump aventaja a Harris en todos los territorios bisagra y está a solo cuatro votos electorales de certificar su segunda presidencia.

De hecho, el republicano ya ha declarado su victoria con un discurso en el que ha celebrado el «momento histórico» como el comienzo de una «era dorada» para Estados Unidos. «Este es un movimiento como nadie ha visto nunca, el movimiento político más grande en la historia de este país», ha dicho Trump desde su cuartel general en West Palm Beach (Florida).

Tras una campaña electoral marcada por el lenguaje incendiario, los ataques personales y los dos intentos de asesinato contra el candidato republicano, la noche electoral, que se prometía muy reñida, se ha resuelto antes de lo esperado. Pese a todo, la campaña de Harris ha anunciado que la candidata demócrata no comparecerá hasta esta tarde (la mañana siguiente a la noche electoral en Estados Unidos) cuando previsiblemente pronunciará su discurso de concesión.

Una presidencia histórica frustrada

Será, oficialmente, el fin del sueño de Harris, que no solo aspiraba a ocupar la Casa Blanca, sino que estaba llamada a hacer historia convirtiéndose en la primera mujer en asumir el despacho más importante del planeta después de 46 presidentes y 235 años de democracia.

Harris, que entró en campaña en julio después de la retirada in extremis de Joe Biden, logró en cuestión de días lo que parecía impensable: darle la vuelta al relato, recuperar el optimismo y convertirse en la candidata de consenso de un partido en crisis. Y sin embargo, no habría sido suficiente.

Tampoco ha funcionado una estrategia en la que, frente a los exabruptos dialécticos, los desafíos a la democracia y los innumerables problemas de Trump con la justicia, Harris se presentaba como una implacable defensora de la ley, sin esqueletos en el armario y con una hoja de servicios intachable.

La incógnita del voto femenino

Otra de sus grandes bazas eran las mujeres. En los últimos días, Harris había apelado al voto secreto de las mujeres conservadoras para, entre otras cosas, blindar el derecho al aborto que, desde 2022 está en entredicho en muchos estados tras la derogación de la anterior doctrina de Tribunal Supremo.

Nacida en Oakland, California, en 1964, Harris aspiraba a ser la primera persona asiático americana en llegar a la Casa Blanca y, por supuesto, la primera mujer en ocupar la presidencia.

Hija de una pareja de inmigrantes (su madre llegó a Estados Unidos desde la India; su padre era jamaicano), en su ascenso hasta el despacho más poderoso del mundo Harris también había sido la primera mujer en ocupar la vicepresidencia de Estados Unidos después de haber sido senadora y, antes de eso, Fiscal General de California.

Y sin embargo, esta madrugada Harris ha tropezado con la misma piedra que en 2016 impidió la victoria de Hillary Clinton . Ni siquiera las lecciones de aquella campaña han servido. Harris, por ejemplo, ha preferido no jugar la carta del género. Tampoco la racial. Ni excederse en convertir su candidatura a la Casa Blanca en una cuestión de justicia histórica, aunque también lo fuera. Nada de todo eso ha funcionado. El próximo 20 de enero, Donald Trump volverá a jurar su cargo en Washington y se convertirá en el nuevo presidente de Estados Unidos.