He entrevistado a estrellas de Hollywood, autores venerados y políticos de renombre, pero nunca me he sentido tan deslumbrada como ahora, al conocer en persona a una Spice Girl. Soy incapaz de mantener la compostura. Antes de que le sirvan su té verde, confieso a Melanie Chisholm (Whiston, Reino Unido, 1974) –también conocida como Mel C., la Spice deportista– que tenía mi cuarto decorado con fotos del grupo y lo mucho que lloré cuando su compañera Geri Haliwell dejó el grupo. Sonríe educadamente.
Haber sido una quinta parte del grupo musical de chicas más importante del mundo ha permitido a Chisholm conocer a personajes tan ilustres como el príncipe Carlos, hoy Carlos III de Inglaterra, o Nelson Mandela («Son mis heroínas», dijo el Nobel de la Paz al conocer a la banda). «Igual que te pasa a ti como fan, yo lo viví con gente que admiraba de niña, como Stevie Wonder, Madonna y Michael Jackson», recuerda.
En 1998, Madonna la invitó a una cena en Nueva York. «Es encantadora y jodidamente intimidante», escribe Chisholm de la diva en 'Who I am: My story', las memorias que acaba de publicar. «Hay una parte de mí, y supongo que tiene que ver con mis orígenes de clase trabajadora, que no puede evitar pensar: «¿Quién te crees que eres para escribir un libro?».
También es consciente de que su historia involucra a las otras componentes de la banda: Victoria Beckham, Emma Bunton, Melanie Brown y Geri Haliwell. «No tengo cuentas que saldar ni nada de lo que vengarme. Pertenecer a la banda me permitió cumplir mis sueños más locos, pero como todo en la vida, tuvo luces y sombras», recuerda. Sus esfuerzos por ser la estrella del pop perfecta le llevó a luchar contra trastornos alimentarios, ansiedad y depresión. «Me obsesioné por ser la mejor versión de mí, y eso casi me mató», escribe.
Chisholm tenía 16 años cuando dejó la casa de sus padres en Widnes, cerca de Liverpool, rumbo a una escuela de artes escénicas en Londres. Cuatro años después se había resignado a aceptar un trabajo en un crucero cuando, en 1994, vio un anuncio para formar un grupo de chicas. «Estaba segura de que me cogerían», reconoce sobre aquella prueba de la que saldría convertida en una Spice Girl.
Esos primeros días del grupo, cuando estaban sin blanca, ensayaban como locas, vivían juntas y se movían en el destartalado Fiat Uno de Geri, son los que recuerda con más cariño. «Íbamos a hacer realidad nuestros sueños, éramos todo ambición y optimismo, y estábamos unidas».
En 1996, cuando se publicó la canción Wannabe, alcanzaron lo más alto de las listas de éxitos de 37 países. Vendieron más de 35 millones de copias de sus dos primeros discos, conquistaron EE.UU., hicieron una película y dejaron sin argumentos a quienes dijeron que las adolescentes solo querían bandas de chicos. Take That eran historia y los nuevos emblemas del pop británico eran ellas. Tony Blair les dedicó entusiastas halagos y el príncipe Carlos aceptó incómodo que, en una recepción, le dieran palmaditas en el trasero.
Acosadas por fans y paparazzi allá donde iban, se sometieron a una rutina abrumadora y extenuante. «Vivíamos en un estado permanente de ansiedad. Fue increíble, pero me pregunto cómo fuimos capaces de aguantarlo. Por eso los grupos de pop tienen una vida más bien corta; se queman muy rápido». Las Spice Girls no fueron una excepción, pero ardieron a lo grande: en 1997 despidieron a su mánager, Simon Fuller; Geri dejó la banda en 1998 y publicaron su tercer y último álbum en 2000.
Por todo eso, cuando se cruzó con Billie Eilish en 2019, no pudo evitar darle algún consejo: «Sentí una conexión inmediata con ella, porque estaba justo en el ojo del huracán. Me salió de forma natural ofrecerle algo de apoyo para ayudarla a aceptar lo que le estaba pasando y a disfrutarlo».
Hoy, vive en el norte de Londres con su hija Scarlet, de 13 años, y desprende una energía contagiosa. Su relación con las otras Spice Girls es mejor que nunca: «Hemos llegado a un punto en el que nos respetamos de verdad». Se ve a menudo con Emma, que vive cerca, acaba de hablar por teléfono con Geri y se le ilumina el rostro al recordar la «increíble» boda del hijo de Victoria en abril.
« Brooklyn [Beckham] fue el primer retoño de una Spice en casarse, fue maravilloso estar y compartirlo con Victoria». Mel B. Mantuvo entretenida a Scarlet, «porque, obviamente, ella le parece más guay que yo». La banda que tocaba en el banquete hizo una versión de Wannabe, pero Chisholm no bailó: «Mi hija no me lo habría perdonado».
El pasado julio, asistió a la final de la Eurocopa de fútbol femenino que enfrentó a Inglaterra y Alemania con Geri. Su compañera recibió críticas por fotografiarse con la conservadora Liz Truss, actual primera ministra de Reino Unido. «Yo me escondí detrás de una maceta –bromea Mel–. Estábamos en la sala VIP y la vi caminando hacia nosotras, así que...», y de repente da un salto y se oculta tras el sofá.
Melanie Chisholm
Geri describió a Margaret Thatcher como «la primera Spice Girl» y a la banda misma como «verdaderas thatcheristas» en 1996. Sin embargo, Melanie, que creció en una familia laborista, no opinaba lo mismo. «Es muy difícil encontrar a cinco personas con las mismas ideas, a menos que trabajen para el mismo partido», comenta, antes de describirse como «un poco de izquierdas».
Ella es la única del grupo que sigue dedicándose a la música. Ha publicado ocho álbumes en solitario y recibió buenas críticas por su trabajo en los musicales Blood Brothers y Jesucristo Superstar. Ahora, recorre el mundo como dj: «Pincho mucho house y algo de jungle», explica. En su agenda inminente aparece animar las fiestas del Orgullo de Cardiff y Manchester.
En la época de mayor éxito del grupo, la prensa sensacionalista insinuó que era lesbiana. «Cómo hemos avanzado, ¿verdad? En aquel momento parecía que me acusasen de ser gay por mi imagen. Hoy ese tipo de prejuicios están obsoletos«.
Lo bueno es que me permitió crear la afinidad con la comunidad LGBT que tengo ahora». ¿Se identificaría como queer? «Sí, pero no por mi orientación sexual –matiza–. Tiene que ver con la persona que quiero ser y con cómo quiero expresarme. Solo he estado con hombres, pero tengo un alma queer».
En lo sentimental, su vida ha tenido algunos baches. En los 90, Robbie Williams se encaprichó de ella y luego la abandonó cruelmente –«Me rompió el corazón», relata ella en su libro– y Jason Brown, miembro de la boy band 5ive, cortó con ella en la prensa. Hace 10 años se separó del padre de su hija, Thomas Starr, un promotor inmobiliario. Y recientemente rompió con su novio, Joe Marshall, que sigue siendo su representante. Han llegado juntos y sonrientes a esta entrevista. «Es una actitud bastante adulta, ¿no?», opina ella.
«Es imposible saber por qué algunas personas encuentran un alma gemela y otras, en cambio... He aceptado que la vida es una serie de capítulos y eso me ayuda a no arrepentirme de nada». Por ahora, está soltera. «Menciónalo en el titular de la entrevista: «Soltera y emocionalmente disponible».
En la era de la Spicemanía, la prensa sensacionalista se burlaba de Chisholm por ser la soltera del grupo y criticaban su apariencia; la llamaban «la Spice plana» y, cuando ganaba un poco de peso, «Sumo Spice». «Los tabloides dañaron mi autoestima y mi percepción de mí misma, del lugar que me corresponde en el mundo», lamenta.
Su anorexia, y la agonía que le causó mantenerla en secreto, le impidieron disfrutar de aquel éxito. Durante años, solo comía frutas y verduras, y hacía ejercicio sin parar. «Padecer un trastorno alimentario te hace sentir sola y aislada», recuerda con los ojos llorosos.
«Hay medios que siguen fomentando la obsesión por la imagen de la mujer. Que se vayan a la mierda. Ya no es aceptable hablar así». Tras el éxito de su primer álbum en solitario, Northern Star (1999), vivió una situación crítica. Comía hasta que se desmayaba, sufría ataques de pánico, se volvió agorafóbica y temió haber enloquecido.
«Estaba tan llena de odio hacia mí misma que, cuando estaba en una habitación, me golpeaba la cabeza contra las paredes y el suelo», escribe en sus memorias. En 2000 le diagnosticaron una depresión, le recetaron antidepresivos y empezó a hacer terapia. ¿Cómo es ahora su relación con la comida? «Mucho mejor. He tenido que trabajar muy duro, y a menudo tengo que recordarme a mí misma que estoy bien. Tengo que vigilarme y eso resulta agotador».
Melanie Chisholm
El grupo se reunió para actuar en la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y protagonizó sendas giras de reunión en 2007 y 2019 en las que agotó las entradas. A Chisholm le encantaría hacer otra; está orgullosa del legado de la banda.
Por supuesto, estuvieron expuestas a muchos haters: en 1997, Liam Gallagher afirmó que no pensaba asistir a la gala de los Brit Awards porque, si se topaba con las Spice Girls, «les daría un puñetazo»; y Thom Yorke, líder de Radiohead, las describió como el Anticristo. «Puede que algunos de esos artistas sigan odiando la música que hacíamos, pero creo con el tiempo han aceptado la importancia que tuvimos en la cultura pop», concluye, sin ocultar el orgullo que siente por haber sido Mel C.