El novelón de casi 1000 páginas que no podrás dejar de leer: Las leyes de la ascensión, un retrato contemporáneo del amor, el miedo y la revolución

Céline Curiol firma una novela de dimensiones decimonónicas ambientada en el París de los atentados terroristas de 2015, con seis protagonistas y una conclusión clara: el amor es lo único que realmente nos mueve.

Fotograma de la película Paris, je t'aime

Laura Caso
Laura Caso

Las leyes de la ascensión (Periférica y Errata naturae, trad. Regina López Muñoz), el último trabajo de la escritora y periodista Céline Curiol, es de esos libros que te esperan en la estantería o en la mesilla retándote con su grosor. 976 páginas de fresco contemporáneo ambientado en un barrio muy concreto (y «heteróclito», como define la autora) de París, Belleville, en 2015, el año de los atentados terroristas perpetrados por el DAESH en la capital francesa.

Sin duda el lugar y el tiempo son personajes por derecho propio de la obra, pero cada capítulo se centra en uno de los seis protagonistas y la historia se organiza en torno a cuatro días, uno por cada estación de aquel año. Una periodista (Curiol lo es, aunque su formación académica es de ingeniera), un psiquiatra, un estudiante de bachillerato, una desempleada, un jubilado, una profesora. Un elenco de vidas que le sirven a la escritora francesa para contar la Vida.

Mujerhoy charla con Curiol (Lyon, 1975) sobre su décimo libro, veinte años después de ese debut, Voces en el laberinto, que cautivó a Paul Auster y que desencadenó una amistad que dura hasta hoy -al neoyorquino le brinda esta obra monumental-.

Pregunta: Hay seis personajes claros, pero también está el otro, el barrio. ¿Por qué era importante para ti situar la acción en Belleville?

Respuesta: El barrio de Belleville es importante para mí por muchas razones. La más importante es que vivo allí desde que regresé de Estados Unidos donde viví 13 años [allí fue corresponsal para varios medios]. Ahora llevo unos 10 años viviendo en él. Es un caso particular dentro de toda la población parisina metropolitana. Está compuesto de una población del todo heteróclita: hay gente de clase y origen muy diferente.

Es muy diverso y a pesar de ello reina una especie de armonía y de buen ambiente. Es también una manera de homenajearlo y además me permitía ubicar a estos seis personajes tan diferentes de manera creíble.

P: ¿Cómo nace una novela tan superlativa como Las leyes de la ascensión?

R: Es muy difícil determinar cuál es el origen de una novela. Pasa un poco como en el amor, ¿cuándo surge una historia de amor entre dos o varias personas? La cosa se forjó a partir de los movimientos de las revueltas árabes de Siria, de Egipto, de Túnez, entre los años 2011 y 2012.

A partir de esos movimientos que cubrí como periodista empecé a preguntarme si algo así, si un movimiento revolucionario podría darse en el seno de nuestras sociedades occidentales o si, por el contrario, nos hemos acomodado demasiado en nuestro propio confort.

Por otro lado también tenía en la cabeza, desde antes de empezar siquiera pensar en la novela, la imagen de una mujer que se encuentra yendo por la calle hacia su casa un bulto que resulta ser una persona y esta mujer no hace nada por ayudarle. Era una imagen un poco imprecisa pero que realmente me empezó a obsesionar y eso fue la chispa.

P: ¿Crees que tu formación científica, como ingeniera, te ha ayudado a levantar esta construcción literaria tan ambiciosa o es algo que a veces choca con las necesidades de la escritura?

R: Es una buena pregunta. Por un lado, no creo que hubiera sido capaz de escribir esta novela antes. Necesitaba todo el bagaje previo de la decena de libros que he escrito hasta ahora para elaborar una estructura tan compleja.

Haber estudiado ciencias me ha influido en el sentido de que siempre me ha interesado mucho pensar en la estructura de mis novelas. Las leyes de la ascensión es el apoteósis de la estructura hasta ahora.

Puede que sí, que la ciencia ayude a establecer una forma de construcción mental, pero no obstaculiza que la imaginación entre en juego. Ciencia e imaginación no son elementos opuestos, todo lo contrario.

Retrato de la escritora y periodista francesa Céline Curiol / foto: Patrice normand

P: En estos tiempos en los que nuestra capacidad de atención cada vez se ve más mermada, presentarle al lector una novela de casi 1000 páginas parece casi un reto. ¿Era esa tu intención?

R: Pues no, desde luego no estaba previsto que el libro fuera tan voluminoso. Probablemente no habría emprendido el proyecto si lo hubiera sabido de antemano. Pero una vez que Las leyes de la ascensión empezó a existir con esa dimensiones sí que tuve claro que que no iba a recortarlo porque me parecía interesante ese desafío.

Siempre sin perder de vista que mi intención es que los lectores tengan ganas de quedarse. Quería trabajar la fluidez de la novela para que una vez que te embarcases te vieras arrastrado por ella y no tuvieras ganas de salir.

P: Este es un libro dedicado al Amor, con la A en mayúscula...

R: Sí, cuando acabé de escribir la novela hice balance de todo lo que había escrito. Vi claro que el amor es el motor de todos sus personajes. La conclusión es que lo que realmente nos hace actuar como individuos y lo que mueve el mundo es el amor.

P: También es un homenaje a Paul Auster.

R: Es una persona que me ayudó muchísimo en mis comienzos como escritora con mi primer libro, hace ya 20 años. Cuando estaba terminando de escribir Las leyes de la ascensión también estaba traduciendo un libro de entrevistas de él al francés. Al traducir una respuesta me di cuenta de que había como una especie de comunión espiritual entre nosotros. No en la forma de escribir, pero sí en el enfoque y los valores que perciben en la literatura, que son muy parecidos.

P: Abordas un acontecimiento muy traumático para Francia y para Europa de un pasado muy reciente, los atentados terroristas de 2015 en París. En la ficción, una preocupación recurrente es la de contar las historias con la suficiente distancia. ¿Es algo que te preocupó?

R: Es una buena pregunta. Antes de esta novela hubiera dicho que hay que dejar pasar mucho tiempo desde que ocurra una tragedia. Pero, tras haber empezado Las leyes de la ascensión prácticamente nada más suceder los atentados terroristas, creo que escribir en la inmediatez tiene sus ventajas y su inconvenientes.

Por un lado, el escritor o la escritora está muy cerca de los acontecimientos y lo vive de forma más candente, en toda su frescura. Por otro lado, carece de una perspectiva necesaria que da el tiempo para analizar ciertas cosas.

Cabe preguntarse si dentro de 10 años lo que uno escribe acerca de acontecimientos contemporáneos no va a estar demasiado marcado por su época y, por lo tanto, va a ser poco universal. No va a trascender. Creo que, a pesar de estar ambientado en el año 2015, este libro logra representar toda una época.

P: En relación con esto y con su lado más periodístico, ¿qué opina del relato de la tragedia que estamos viviendo en estos momentos, la guerra en Ucrania?

R: Ah, qué difícil. El problema es que ahora con Internet y las redes sociales estamos obligados a la inmediatez. Ya no podemos volver atrás, a los tiempos en los que la información podía ser más reposada.

Ya no tenemos alternativa. Eso provoca muchos errores por parte de los periodistas y del periodismo en general. Una especie de dramatización constante y muy potente. Como si estuviéramos todo el rato a la busca de algo excesivo. Los medios conciben que lo que el espectador quiere en todo momento es ser sorprendido.

Lo que intento demostrar con esta novela es que hay una verdad que muy complicada de encontrar y si no tenemos esa variedad de puntos de vista no podemos hallar esa verdad. Esa es la situación de la guerra en Ucrania. Todos tenemos ganas de tomar partido por un bando o por el otro.

P: Imagino que incluir en la novela un personaje periodista, Orna, no es casualidad...

R: Sí, el personaje de Orna, que es una periodista que trabaja en la web de una cadena de televisión, es una oportunidad para hablar de mi visión sobre la profesión. Quería preguntarme qué ética hay en el periodismo actual, no solo en los periodistas, uno a uno, sino en el sistema en su conjunto.

En las entrevistas que ha concedido a medios españoles a propósito de Las leyes de la ascensión contó que algunos de sus alumnos de escritura, de 22 años, le citan Harry Potter como su libro preferido. Algunas personas critican esta visión de lo que hay que leer o no en la vida o cuando se es joven calificándola de snob. ¿Por qué piensas que es importante leer las 'grandes obras' cuando uno es joven?

R: El problema es que se transmite que esas grandes obras son difíciles y no lo son o no siempre lo son. Creo que deberíamos incitar a la juventud a, por lo menos, probar y acercarse a esos libros. Constituyen una manera de entrar en la edad adulta, una entrada en la literatura menos suave, menos blanda. Es importante que se lean grandes obras de la literatura universal porque es importante que comprendamos hasta qué punto la literatura puede ser extraordinaria, puede puede cambiarnos por completo. Eso la literatura infantil juvenil lo hace, pero también la literatura sin etiquetas.

P: Siguiendo con todo lo que la literatura puede o no puede hacer, hace poco entrevistábamos a la escritora mexicana Brenda Navarro (por su última novela, Ceniza en la boca) y decía que ella no pensaba que pudiera cambiar el mundo, pero sí propiciar conversaciones. ¿Estás de acuerdo?

R: Estoy de acuerdo con esa afirmación de que la de que la literatura permite la conversación. Creo que no puede cambiar el mundo pero sí, rotundame, puede cambiar a las personas que cambiarán el mundo.

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