La princesa Leonor con el Collar de la Orden de Carlos III. /
Ahora que hemos podido seguirle los pasos a la princesa Leonor por tierra y mar, aún queda el aire, estamos más al corriente de sus condecoraciones , que luce en todos sus actos como mandan los cánones. Ante semejante desfile, no hemos podido resistirnos a indagar en la falerística, la rama que estudia concienzudamente estas distinciones.
Una palabra, por cierto, que acaba de ingresar en el diccionario de la RAE a propuesta de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía (RAMHG). Precisamente es su académico Amadeo-Martín Rey y Cabieses quien nos ha ayudado a conocer el alcance y los pormenoresde las insignias que ostenta la primogénita de los reyes a los 19 años y en plena formación.
Para empezar, Rey y Cabieses señala la enorme trascendencia de que las lleve. Porque hablan del devenir histórico, por supuesto de honores y hasta de tiempos de paz. Enseguida, el experto pone de relieve que Leonor es dama de la Orden del Toisón de Oro , «la más importante de las tres condecoraciones que tiene». Se la entregó su padre, el rey Felipe, coincidiendo con su 50 cumpleaños, es decir, el 30 de enero de 2018. Una niña de 12 años llamada a ser reina entraba así en este «club» tan exclusivo.
Al ponerle la insignia del vellocino de oro, en alusión a la mítica hazaña de Jasón y los argonautas, Felipe VI le dijo con la pompa y boato que la ocasión requería: «Leonor, todas las acciones de tu vida deberán guiarse por la dignidad y la ejemplaridad, por la honestidad y la integridad, por la capacidad de renuncia y de sacrificio, por el permanente espíritu de superación, y por tu entrega sin reservas a tu país y a tu pueblo». Nobleza, nunca mejor dicho, obliga.
La Insigne Orden del Toisón, cuyo nombre ya impone, se remonta a 1430, «cuando la fundó Felipe III, duque de Borgoña, en Brujas, pues no olvidemos que los reyes de España descienden de él. De hecho, uno de los muchos títulos que tiene el rey es duque de Borgoña». Amadeo-Martín Rey, que además es coautor de un libro sobre el blasón, considera que «es la condecoración más importante de Europa. En mi opinión, porque un inglés te dirá que es la Jarretera, que es más antigua, del XIV, mientras que el Toisón es del XV. Y lo que la hace tan distinguida, sobre todo, es lo elitista de sus nombramientos».
La princesa Leonor el día que recibió el Toisón de Oro. /
No hay mejor manera de conocer el alcance de su valor que estableciendo comparaciones. Lo hace el propio estudioso de la falerística en un juego de preguntas y respuestas: «¿Cuántos caballeros de la Orden de Isabel la Católica hay en España? Varios cientos. Y fuera de España también porque se concede a extranjeros. Luego hay muchas personas que tienen esa condecoración. Yo mismo soy comendador de esta orden». Ahora bien, prosigue, «¿cuántos caballeros del Toisón hay en España o en el mundo? Poquísimos. Y ese cuentagotas con el que se nombra a los caballeros del Toisón hace a la orden evidentemente elitista e importante por este elitismo».
La verdad es que el Toisón le da a la princesa Leonor una majestuosidad que viene de siglos e impacta. Rey y Cabieses alude ahora al significado histórico: «Cuando la funda Felipe III, que era duque de Borgoña, no rey de Borgoña, quería ponerse al nivel de los monarcas de la época. Y como no tenía el título de rey, crea una orden superelitista, una hermandad de caballeros, en la que solo entrara gente muy conspicua, y con unas ceremonias sumamente ricas y espléndidas. El collar era de oro, como se ve, con una calidad de orfebrería impresionante».
Ya no hay ceremonias suntuosas, pero el collar luce igual de brillante. Además, recuerda el doctor en Historia, Medicina y Derecho, «es la orden más apetecida por un católico. Fuera de las órdenes religioso-castrenses como puede ser la de Malta o la del Santo Sepulcro, es la más relevante por lo exiguo de sus miembros». Una cuestión, por tanto, de calidad y de cantidad pues «en toda su historia no llega a los 2.000 caballeros».
Además, con Juan Carlos I entraron las damas en la orden. Y ya van cinco. Él mismo nombró a Margarita de Dinamarca, Isabel II de Inglaterra y Beatriz de Holanda como tales. Lo mismo que Felipe VI ha concedido el honor a su hija Leonor y a su madre, la reina Sofía , que lo recibió por real decreto del 29 de octubre de 2024 «por su dedicación y entrega al servicio de España y de la Corona».
Carlos Gustavo de Suecia, Akihito de Japón, Alberto de Bélgica, Harald de Noruega, Simeón de Bulgaria y Enrique de Luxemburgo son también caballeros del Toisón. Los hay que no son reyes: Javier Solana, Víctor García de la Concha, Nicolas Sarkozy o Enrique Iglesias, «el secretario general iberoamericano, no el cantante», aclara el historiador, por si acaso. A esta lista habría que añadir «los ya fallecidos Constantino de los helenos, Adolfo Suárez o el escritor José María Pemán».
Pero no todo va a ser Toisón. La princesa Leonor también luce el Collar de la Orden de Carlos III, que recibió el mismo día que juró la Constitución , al alcanzar la mayoría de edad, el 31 de octubre de 2023, y siguiendo los pasos de su padre. Un acto cargado de simbolismo pues, como se resaltaba, «garantiza la continuidad de la Corona».
Así pues, la heredera es dama de esta orden que Carlos III fundó en 1771 «con la idea de premiar actos de gran valor para la monarquía». Pero, matiza Rey y Cabieses, «para entrar tenías que probar nobleza». Un requisito que se quitó años después, «con lo cual puede recibirla cualquier persona sea noble o no».
Leonor con los pasadores del Collar de Carlos III (azul), de la Gran Cruz del Mérito Militar (blanco) y de la orden portuguesa (rojo), además del nudo de alumna distinguida. /
Esta y todas las condecoraciones las concede el rey, «que es fons honorum, fuente de honores, pero lo hace a instancias de una institución del Estado, en este caso del presidente del Consejo de Ministros», explica el académico. Más allá de esto, se trata de «la orden civil estatal española más importante que existe. Quito el Toisón porque es una orden dinástica. Esto quiere decir que si la monarquía fuera abolida como sucedió en época de Alfonso XIII , por ejemplo, Felipe VI seguiría siendo jefe y soberano de la Orden del Toisón».
De hecho, mientras que el rey es el gran maestre de la Orden de Carlos III, el presidente del Gobierno, al tomar posesión de su cargo, es investido como caballero y actúa como gran canciller. En cuanto a Leonor, «a ella se le concedió, lógicamente en el grado más alto, que es el de Collar, que está representado por una banda azul con dos líneas pequeñitas blancas en los extremos». El siguiente grado es la Gran Cruz, «cuya banda es blanca y azul, como la bandera argentina, que es un remedo de esta orden», cuenta Amadeo-Martín Rey.
Después nos precisa que «la patrona es la Inmaculada Concepción, la figura que está en el centro de la cruz, que tiene ocho puntas y, en los vértices, cuatro flores de lis porque es el símbolo de los Borbones». Todo esto se puede ver en el Palacio Real, «donde hay una sala que está presidida por un retrato de Carlos III con el hábito de la orden y todas las paredes están cubiertas de una seda color azul celeste y con estrellas que son el símbolo de la Virgen. En sus letanías se la nombra como estrella matutina».
Llegamos así a la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco. Un honor que la princesa asumió el pasado 3 de julio después de finalizar sus estudios en la Academia General Militar de Zaragoza y en el momento de ser nombrada alférez por su padre, quien a su vez recibió la distinción castrense el 7 de julio de 1986 al completar igualmente esta etapa.
En lo que concierne a las condecoraciones militares, Rey y Cabieses describe que «la máxima es la Orden de San Fernando, pero se otorga por méritos de guerra, por enorme valentía en actos armados, y es hasta tal punto importante que si un soldado raso hace una acción valerosísima en guerra y se le da esta orden, inmediatamente pasa a tener el tratamiento de excelentísimo señor, como si fuera general, embajador o ministro. O sea, se le da el tratamiento más elevado que existe para un civil en España fuera de la familia real».
Y a continuación está la Orden de San Hermenegildo, que se da por constancia en el servicio, pero «la princesa Leonor no la puede llevar porque no acumula 25 años en el ejército». Lógicamente, la de San Fernando tampoco.
La princesa Leonor luciendo la Gran Cruz del Mérito Militar. /
¿Cuál se le puede dar entonces? «La Orden del Mérito Militar con distintivo blanco, que es la que tiene. Si la cruz en vez de blanca fuera roja, sería por méritos de guerra. La suya es blanca porque coincide con tiempos de paz». No tiene todavía la Orden del Mérito Naval ni la del Mérito Aeronáutico «porque se dan por orden de precedencia. Y la del Mérito Militar precede a estas otras, porque los ejércitos de Tierra son más antiguos que los de Mar y de Aire». Las tendrá con el tiempo como las tiene el rey, que las luce cuando va con el uniforme.
Además de las tres referidas, la primogénita posee la Orden Militar de Cristo, en el grado de Gran Cruz, que le fue impuesta por el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, el 12 de julio de 2024 y que le vimos lucir en el momento de embarcar en el Juan Sebastián Elcano el pasado 11 de enero. La llevaba en forma de pasador, de color rojo, junto al blanco de la Gran Cruz del Mérito Militar y el azul del Collar de la Orden de Carlos III.
Está en su haber esta condecoración porque su primer viaje oficial tuvo como destino Portugal, el mismo que sus padres diez años atrás, nada más ser reyes. Esto quiere decir, según expone Amadeo-Martín Rey, que «las recibirá a medida que haga más viajes oficiales una vez termine de formarse, y las tendrá guardadas en su cajón para ponérselas cuando, por ejemplo, venga de visita el presidente del gobierno correspondiente».
Solo quedaría por citar los cordones que exhibe la princesa en sus uniformes. Como detalla el Grupo de Trabajo de Falerística de la RAMHG, «en el Ejército de Tierra, los alumnos en formación de la escala de oficiales llevan las llamadas cadeteras, un cordón trenzado que en su recorrido forma dos ramales con dos caídas que se sujetan a la hombrera derecha hasta el botón correspondiente de la guerrera», nos explica.
«Están rematados por dos clavos metálicos. Son de color rojo para el uniforme de diario y dorado en los uniformes de gala y de época. Los de los futuros suboficiales son de color blanco». En la Armada, en cambio, «los cordones son siempre dorados y los guardiamarinas los llevan exclusivamente sobre el uniforme de gala», puntualiza.
Por último, está el nudo que adorna el uniforme naval de Leonor y que es el distintivo de alumno distinguido, un nudo llano, realizado en cordón dorado, que se porta en el brazo izquierdo del uniforme, y que, otra vez, su padre también usó durante su servicio en la Armada. ¿Y quiénes son los alumnos distinguidos?, cabría preguntarse.
Pues, como especifican desde esta Real Academia, son «aquellos que reúnan méritos por las altas calificaciones y comportamiento demostrado en el curso anterior». O «aquellos que, reuniendo una aplicación suficiente y buena conducta, hayan realizado algún acto extraordinario». Sin olvidar las Medallas de Oro del Congreso y el Senado, o las de la Comunidad de Madrid, Aragón o el Principado de Asturias, que también atesora la heredera. Los honores crecerán y se multiplicarán. Esto no ha hecho más que empezar.