Polémica LGBTQ+: Harry Styles y otros famosos que se apropian de la estética queer

La visibilidad de la comunidad LGBTQ+ en la industria del entretenimiento, cada vez más reclamada, en ocasiones responde en realidad al queerbaiting. Se trata de una estrategia de marketing en la que algunos artistas heterosexuales apuestan por elementos asociados a la estética queer para desafiar los roles estéticos de género.

Son muchos los nombres de la industria pop que han sido acusados de poner en marcha esta práctica, pero sin duda son dos los que terminan por ser siempre los más repetidos: Harry Styles y Bad Bunny. Mientras que su estética ajena a la normativa ayuda a cambiar las encorsetadas normas de la masculinidad, hay quienes consideran vacuo el ejercicio ante la ausencia de mensaje, reivindicación o vivencias reales asociadas.

Las críticas se tornan más cruentas cuando Ariana Grande tuitea que jamás ha etiquetado su sexualidad porque no siente la necesidad de hacerlo o cuando Styles declara que «todos somos un poco gay», pues muchos creen que de esta forma evitan decir ser (o no) queer de forma explícita para poder ocupar una especie de limbo.

En ese espacio en tierra de nadie es en el que Bad Bunny y Styles pueden lucir prendas tradicionalmente asociadas al armario queer y son aplaudidos por hacerlo, cuando en realidad son los mismos diseños que hacen que algunos miembros de la comunidad LGTBIQ+ se conviertan en víctimas de la violencia homófoba. «Podría visibilizar si realmente se lo tomaran en serio.

Es decir, que promocionen que en Star Wars va a haber un beso entre dos mujeres, y luego resulta que es solo medio segundo, al final y con mucha gente pasando en plano… pues visibiliza un total de cero unidades. El queerbaiting siempre lo hacen empresas grandes, o artistas globales, lo que invisibiliza a los que realmente están ahí día tras día luchando», opina Juan Arcones , autor del cómic Alguien para ti. Desde las producciones de Marvel y Disney hasta Stranger Things han sido acusadas de poner en marcha estas estrategias.

El problema es que Harry Styles, que tiene en el pecho un tatuaje que reza «Never gonna dance again» (el himno de George Michael) –y que blande (¿con orgullo?) la bandera LGTBIQ+ en sus conciertos– es que el público quiere comprender el verdadero significado de sus gestos y el mensaje que hay tras ellos.

Sin embargo, él se agarra al derecho a la privacidad para que la duda, tan rentable como dañina, siempre esté en el aire. El queerbaiting absorbe los aspectos más positivos de la comunidad, como la alegría y la expresión artística, y deja atrás aspectos como las elevadas tasas de suicidio o el acoso.

«Es esa inmensa discrepancia la que hace que muchas personas queer, especialmente quienes han sufrido y sobrevido en un mundo hostil, se muestre contrariada por la emersión de celebridades sexualmente ambiguas vestidas con coloridos looks», señala Sara Youngblood Gregory en Popsugar.

Me gustan la música y el estilo de Harry Styles, pero es un queerbaiting claro. No es que quiera sacarle del armario, porque cada uno tiene sus tiempos y sus momentos, pero si te apropias continuamente de una estética y cada vez que te preguntan, echas balones fuera, me hace pensar que solo usas al colectivo para ganar dinero y te importa cero nuestra lucha y nuestros problemas.

Damiano, líder de Måneskin, también tiene una estética queer, pero nunca se ha erigido como símbolo LGTBIQ+ y ha sido claro sobre su sexualidad. Así que, ¿por qué Harry no deja de usar nuestros símbolos, pero luego le cuesta tanto adherirse a ellos?», se pregunta Arcones.

Cuando Styles aseguró que «tendríamos que dirigirnos a un mundo en el que todos nos aceptemos sin tener que etiquetarnos», dejó claro que desde su burbuja de celebridad, se pueden ignoran los peligros y el odio a los que muchos se enfrentan a diario.

Porque por más que una estrella mundial quiera una sociedad más libre, las claves para tenerla no son ni el silencio ni los mensajes de tacita, sino la reivindicación social. Están muy bien las boas, los monos de lentejuelas, la purpurina y los collares de perlas… Pero que no todo se quede en una colorida carcasa, Harry, por más que tu apellido te incline a anteponer el estilo al mensaje.