La candidata de la izquierda y favorita en las encuestas Claudia Sheinbaum. /
Por primera vez en la historia, México tendrá a una mujer al frente de su gobierno. La cuestión ahora reside en saber quién ostentará el honor a partir de junio de 2024: si Claudia Sheinbaum , candidata de la izquierda y sucesora de López Obrador al frente de Morena, o la aspirante conservadora Xóchitl Gálvez. Ambas han confirmado esta semana sus liderazgos al frente de sus respectivas formaciones políticas. «Que la próxima presidenta de México vaya a ser una mujer es una ruptura brutal con el pasado del país. Pese a todo, México sigue siendo una sociedad profundamente machista», explica Carlos Malamud, investigador principal de América Latina del Real Instituto Elcano.
Un solo dato lo confirma: cada día 10 mujeres mueren de manera violenta en México y en los últimos cinco años, el país ha registrado más de 17.000 feminicidios. Sin embargo, el avance de las mujeres en la política mexicana es innegable. «No es algo que haya ocurrido de la noche a la mañana. Se ha ido gestando poco a poco: con una presencia cada vez más intensa de las mujeres en la vida política en puestos de gobernadoras, alcaldesas, diputadas, senadoras... Tanto Sheinbaum como Gálvez cuentan con una dilatada carrera política a sus espaldas», explica Malamud.
Pero también con unos impresionantes expedientes académicos y profesionales: Sheinbaum es doctora en Ingeniería de la Energía y su brillante curriculum académico como científica medioambiental es una de las grandes bazas de su candidatura. Galvez, ingeniera de formación, es una emprendedora en serie, fundadora de varias empresas tecnológicas y una comprometida activista a favor de los derechos indígenas. «Sin currículums tan sólidos como los suyos sus posibilidades de llegar adonde han llegado hubieran sido muy inferiores», opina Malamud.
Hija de un químico y de una bióloga de fuertes convicciones políticas, Claudia Sheinbaum heredó de ellos tanto la vocación científica como el compromiso por la justicia social. Después de trabajar en la universidad de Berkeley durante cuatro años, fue asesora de la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía, investigadora titular del Instituto de Ingeniería de la UNAM y miembro de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, un organismo distinguido con el premio Nobel de la Paz.
Entró en política de la mano de López Obrador cuando éste dirigía el gobierno de México DF, y en 2018 se convirtió en la primera alcaldesa de la capital mexicana, un puesto en el que ha destacado por su gestión de una urbe en cuya área metropolitana viven 25 millones de personas.
Sheinbaum, que ha participado en una media de tres mítines diarios y ha recorrido el país de punta a punta en los últimos meses, se presenta como la candidata de continuidad del actual presidente, que goza de una gran popularidad en México, pero no puede aspirar a la reelección. Su reto a partir de ahora será construir una imagen propia, algo en lo que sus asesores de campaña se han afanado amplificando su imagen a través de las redes sociales, donde ha llegado a tocar la guitarra en directo, pero también mostrando su faceta más íntima y personal a través de su increíble historia de amor con el doctor en Física Jesús María Tarriba.
Se conocieron mientras estudiaban en la universidad y salieron juntos durante un año y medio antes de romper su relación. Después de 32 años sin verse, volvieron a reconectar a través de Facebook cuando los dos acababan de divorciarse. Comprometidos desde noviembre, podrían pasar por el altar antes de las elecciones de junio.
Al contrario que Sheinbaum, Xóchitl Gálvez, que es madre de dos hijos y comparte su vida desde hace tres décadas con el ingeniero y empresario mexicano Rubén Sánchez, es una candidata prácticamente anónima. De hecho, la mitad de la población mexicana nunca había oído hablar de ella hasta hace apenas dos meses.
Nacida en un pequeño pueblo del estado de Hidalgo en una familia humilde y de raíces indígenas, estudió Ingeniería mientras trabajaba como telefonista para costearse la universidad y, como su rival, puede presumir de una trayectoria profesional marcada por la excelencia: reconocida por el Foro Económico de Davos por su carrera como emprendedora tecnológica, durante la presidencia de Vicente Fox dirigió la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Senadora desde 2018, en los últimos meses ha protagonizado una carrera meteórica para liderar la oposición conservadora pese a apoyar posturas progresistas en cuestiones como el aborto, los derechos LGTBI o las políticas medioambientales.
La candidata del partido conservador Xóchitl Gálvez. /
«Mientras Sheinbaum, que dio el salto a la vida política de la mano de López Obrador y le ha acompañado desde entonces, es una candidata impuesta de arriba a abajo, Gálvez en una candidata que surge de abajo a arriba, que ha ido desplazando a los favoritos de su propio partido», explica Malamud.
A diez meses de la cita con las urnas, todas las encuestas señalan a Sheinbaum como clara favorita. Sin embargo, con una campaña tan larga por delante, nada está decidido todavía. «Heredar el liderazgo y el carisma es muy complicado. Aunque de momento las encuestas la dan como ganadora, dependerá mucho del desarrollo de la campaña. Además, son dos estilos muy diferentes: Gálvez despierta mucha simpatía; Sheinbaum tiene una imagen más fría, un perfil más tecnocrático y menos carisma. Su fortaleza, pero a la vez su mayor debilidad, es precisamente su proximidad a López Obrador», explica Malamud, que advierte que el resultado electoral podría depender de la capacidad de la candidata progresista de «evitar los errores no forzados». El nombre de la ganadora, y de la primera presidenta de la historia de México, se conocerá el 2 de junio de 2024.