la última heroína de la canción protesta
la última heroína de la canción protesta
Tras seis décadas sobre el escenario, Joan Báez (Nueva York, 1941) ha decidido aquietar su voz. La cantautora y activista, referente cultural y ético para su propia generación y las que la sucedieron, realizó una gira de despedida en 2019 que tuvo su última parada en el Teatro Real de Madrid. Aquel hasta siempre fue filmado por una amiga íntima, Karen O'Connor, escudada por otras dos directoras, Miri Navasky y Maeve O'Boyle. La película, I am a noise, llegará a nuestras pantallas el 1 de mayo, tras estrenarse en el BCN Film Festival.
Esta reflexión biográfica no es un documental al uso, como tampoco la memoria audiovisual de su adiós de las escenarios, sino un balance implacable sobre una vida de compromiso, tormentos y protesta. A lo largo del metraje, la leyenda de la música folk, defensora incansable de los derechos civiles, amiga íntima de Martin Luther King y pareja desdeñada de Bob Dylan, confronta aflicciones y causas políticas.
La propuesta, tan arriesgada como desarmante, entrelaza honestas conversaciones con una ingente cantidad de material de archivo, en el que hay desde diarios íntimos y extractos de sus sesiones de terapia, hasta dibujos, videos caseros y notas de voz.
En este retrato íntimo, Joan Báez hace recuento de las espinas que aún hoy la lastiman: su trastorno de personalidad múltiple, arrastrado desde la juventud, el consumo de drogas, el envejecimiento, la culpa, el perdón y un oscuro secreto familiar.
Mujerhoy. En 1967 publicó su autobiografía, Daybreak, y en 1988, sus memorias, Y una voz para cantar. ¿Por qué volvió a sentir la necesidad de indagar en su pasado?
Joan Báez. El primer libro abordaba mis primeros 20 años y el segundo finalizaba en la década de los 80, así que había un periodo inexplorado en mi vida. Pero lo fundamental ha sido contar con una amiga dedicada al cine en la que confiaba.
La voz cambia a lo largo de la vida, perdiendo unas cosas y ganando otras. ¿Cómo ha vivido usted esas diferentes etapas?
Hay tres momentos. El primero fue muy al principio: me maravilla escucharme, no puedo creer lo que mis cuerdas vocales eran capaces de hacer. Después, a mitad de mi carrera, en la treintena, cuando toqué fondo, no me escuchó mucha gente, pero el punto álgido en mi voz era distinto. Y, honestamente, me quedo con la de mi último álbum, Whistle down the wind. Es el resultado de toda una existencia. Estoy muy feliz de haberlo publicado, porque viví una larga batalla física que me llevó a tomar la decisión de dejar la carretera.
Joan Baez durante su actuación en Live Aid, el festival benéfico que en 1989 la reunió con los grandes artistas del momento. Foto: Getty.
Parece que le ha sentado bien. Hay un momento de regocijo en la película por el buen aspecto que tiene a su edad. ¿Se lo atribuye a la génetica? Su padre vivió hasta los 95 años y su madre murió días antes de ser centenaria.
Mi madre tenía unos buenos pómulos y mi padre, un buen cutis. Tampoco me causaron estragos los 60. Durante ocho años estuve tomando quaaludes, mucho más tarde de que todo el mundo recurriera a las drogas, pero no he consumido las duras. De hecho, revisando mi archivo de fotos, a Karen le llamó la atención que allí donde estuviera, siempre llevase una manzana en la mano.
¿No teme que la vida sin música sea aburrida y se arrepienta de su retirada?
Nunca he estado más ocupada. He publicado un libro de ilustraciones invertidas, titulado Am I pretty when I fly? Dibujar boca abajo es un proceso interesante, porque al darle la vuelta al resultado me sugiere un pequeño cuento o una frase tonta. También he estado trabajando en un libro de poesía, When you see my mother, ask her to dance, y no he dejado de pintar en ningún momento.
¿Siempre ha sido así de polifacética?
Ser multitarea me ha salvado la vida. Paso de una cosa a otra, es casi algo obsesivo, pero con los resultados que obtengo, no me importa.
¿Cómo decidió incluir en el documenta las revelaciones sobre los abusos de su padre, teniendo en cuenta que se basan en sensaciones más que en hechos?
Es algo que sé desde que cumplí los 50 años, pero no quería herir a nadie. Hablar de ello con mis padres en vida hubiera sido devastador. Tampoco dispongo de pruebas. Fuimos muy cuidadosas, porque no queríamos que este tema dominara la película. Evitamos caer en el sensacionalismo. Mi intención era hablar en nombre de otras personas que han vivido esta experiencia, porque han sido marginadas, ya que la gente no les cree o no les quiere oír. Así que mi confesión sirve de pequeña plataforma para todas ellas.
Este documental me ha dado la oportunidad de reflexionar detenidamente sobre una circunstancia que cambió mi vida. Escuchar a mi padre decir que me quiere en una cinta me parte el corazón, porque sé lo que hizo. Imagino que su familia se horrorizará, pensará que estoy loca o cualquier excusa para poder lidiar con algo así.
En agosto de 2015, durante un concierto en Santa Clara (California), Taylor Swift invitóo a subir al escenario a Joan Baez, que bailó con ella y Julia Roberts, reuniendo así a tres generaciones. /
En la película habla también de su complejo de inferioridad por tener raíces mexicanas. ¿Qué relación tiene ahora con esta herencia?
Totalmente diferente. No estoy súper involucrada con movimientos, pero apoyo a mi gente. Es una cultura que no ha calado en mi trabajo tanto como debería. Mi madre nació en Escocia, así que mi música bebía de las islas británicas. Mucho más tarde hice un álbum en español que era político. Fue mi reacción al golpe de Estado de Chile de 1973.
A lo largo de su trayectoria, resulta imposible separar su faceta de artista de la de activista. Retirada de la música, ¿qué causas sigue apoyando?
En el momento en el que dices activista, la gente espera que andes empuñando una pancarta, pero puedes serlo de otras maneras. Durante un par de años me he limitado a pintar. Tras volver de la gira, empecé a retratar a personas que han sido responsable de cambios sociales y políticos en el mundo con una actitud de no violencia. Reuní 18 obras e hice una exposición que tuvo mucho éxito, Mischief Makers, a la que luego sucedió otra.
A pesar de ser una cantautora protesta, es usted una mujer muy positiva. ¿Dónde halla esperanza?
En lo que se refiere a pequeñas victorias, el panorama es bastante sombrío. Pero cada organización digna y decente, por modesta que sea, es muy importante. He sido lo suficientemente lista como para asimilar que muchos problemas de este mundo no se solucionarían durante mi tiempo aquí. Entendí pronto que iría enfrentándome a nuevas malas noticias a lo largo de los años, pero lo malo es que ahora se trata de una avalancha.
¿En qué diría que se han producido los mayores cambios?
Es todo tan diferente... Ahora se viven aquellos tiempos con nostalgia, porque son años que se han idealizado. Hace poco, un joven me decía que le hubiera gustado vivir en los 60, porque fue un momento de inspiración musical y la guerra de Vietnam era cool. [Risas] Lo cierto es que ese conflicto bélico nos sirvió de pegamento. Pero ahora, ni la guerra de Ucrania ha podido unirnos. Sigue habiendo movimientos sociales, organizaciones, personas inteligentes... pero no es lo mismo. Se nos ha pisoteado con mentiras y propaganda.
El Chelsea Hotel de Nueva York fue el refugio de la intelectualidad a la que perteneció en los años 60. Hace un par de años se remodeló y ahora es un hotel boutique donde curiosean los turistas. ¿Qué siente cuando pasa por allí?
Es descorazonador. Todo el mito se ha destrozado. Tuve la misma sensación al visitar Cambridge, en Massachusetts, donde estuve buscando el Club 47. Ahora es una lavandería china. Cerca hay una tienda de alimentación donde pone en un letrero: « Bob Dylan y Joan Báez cantaron aquí».
Ya que le menciona, en el documental Bob Dylan asegura que ustedes solo fueron amigos. ¿Todavía escuece ese desaire?
[Risas] He de decirte que hace poco pinté un retrato de Bob cuando tenía 20 años mientras escuchaba su música y, después de un buen berrinche, me di cuenta de que ya no había resentimiento. Me sentí afortunada por haberlo conocido y haber tenido una relación tan personal con él, por haber interpretado su música y haber compartido con él aquellos años 60. Y sólo quedaba gratitud.
Joan Baez junto a Bob Dylan con quienn mantuvo una relación artística y sentimental a mediados de los años 60. /
Tampoco nos ahorra detalles al abordar las frustraciones vividas en el amor. ¿Se le han quitado las ganas de tener pareja?
Cuando me casé, quería ser la esposa ideal y la madre perfecta. Quería tener un montón de hijos. Así me veía yo a mí misma, cocinando sopa o encendiendo el fuego. No sé en qué estaría pensando, pero era todo una fantasía, porque mi dificultad con la intimidad lo hizo imposible. Ahora, después de años de trabajo de terapia y de haber dado con mi lugar, creo que el siguiente paso es encontrar a un compañero, pero me siento feliz tal y como estoy.
Habrá quien descubra, viendo su documental, que no es en absoluto solemne. De hecho, hay un episodio entre cómico y desmitificador.
Creo que sé por qué lo dices. En 1986, durante una gira benéfica para Amnistía Internacional con U2, Bryan Adams, Peter Gabriel, Lou Reed y los Neville Brothers, después del primer concierto, el autobús de la gira se fue sin mí.
Hay grupos y artistas jóvenes de folk que han recogido su testigo y que hacen una música similar a la suya. ¿Les escucha? ¿Le interesan?
Escuché una entrevista en la que le preguntaron a Pete Seeger qué tipo de música escuchaba: «Ninguna salvo cuando llevo a mis nietos a la pista de patinaje». [Risas] Yo escucho a los Gypsy Kings, ópera, algo de la música clásica con la que mi madre me educó, pop árabe...
En este siglo, ha sido testigo de grandes transformaciones en la industria musical. ¿Cree que un artista o una canción aún tienen capacidad de influir y promover un cambio social?
Por supuesto, pero lo que ha cambiado es encontrar la plataforma adecuada para conseguir que la gente te escuche. Mi nieta de 19 años es letrista y cantante, y vive en Miami. Está aprendiendo cómo producir y moverse en la industria para lanzar su trabajo. El año pasado lanzó su primer single el día de Halloween. Aún no lo comprendo. Al instante estaba en Spotify. ¿Cómo consiguió meterse ahí ella sola?