Caballos y sombreros Carlos III y Camilla inauguran Royal Ascot: escotes prohibidos, picnic en el párking y mucho té, así es la carrera de caballos más famosa del mundo

Del 20 al 24 de junio de 2023 se celebra Royal Ascot, la cita favorita de la alta sociedad británica que cada año preside la familia real y que se convierte en el desfile más impresionante de sombreros.

La reina Camilla, en el primer día de carreras de Ascot. / gtres

Elena Castelló
Elena Castelló

Royal Ascot es una de las citas más importantes del calendario social británico. Este martes, 20 de junio, el rey Carlos la reina Camilla han dado el pistoletazo de salida a una competición centenaria a la que también ha asistido la princesa Ana. Se celebró, por primera vez, bajo el reinado de la reina Ana, en 1711 y se repite cada mes de junio, durante cuatro días, en el hipódromo de Ascot, en Berkshire, bajo la presidencia de la familia real, que acude en un desfile de carruajes.

Por eso, los asiduos no hablan de Ascot , sino del Royal Meeting, para presenciar el Ascot Gold Cup, que se estableció en 1807. El año pasado ya no asistió la reina Isabel II, por sus problemas de movilidad. Lo inauguraron Carlos y Camila. El de este año es el primero que preside Carlos como rey. La tradición marca que el monarca lo inaugure cada día.

Los Reyes han presidido el arranque de Royal Ascot 2023, la carrera de caballos (y sombreros) más importante del mundo. / gtres

¿Cómo se accede al Recinto Real?

La respuesta a esta pregunta es una mezcla de nivel social, tradición y contactos. La familia real se sitúa en esta zona desde 1807. Solo se accede por invitación y cada asistente, que debe llevar una chapa identificativa, puede llevar a dos invitados.

La etiqueta manda, especialmente en lo que a vestimenta se refiere. Ellos, deben ir con chaqué, chaleco y corbata y con un sombrero de copa, gris o negro, sin adornos, que no pueden quitarse en todo el día, salvo en los restaurantes o los palcos privados. Los zapatos deben ser negros. Los calcetines son obligatorios. Una prenda prohibidísima: la pajarita.

Un detallado «dress code»

Para ellas, es obligatorio el sombrero, no se permiten los tocados. El ala debe medir al menos 12 centímetros. Al igual que ellos, las damas pueden ir a todas partes tocadas, incluso en interiores. Sus vestidos deben ser de corte sencillo, esto es, sin escotes corazón o palabra de honor. El largo debe ser a la rodilla. Se admiten pantalones y monos, pero las chaquetas o las prendas superiores deben ser de la misma tela y color. El estilo, en general, es lo que los británicos llaman « garden party»: colores brillantes, estampados florales y la moda reciente de los vestidos vaporosos largos que han popularizado las generaciones jóvenes de la familia real.

Kate MIddleton, es una de las asiduas a la popular Royal Ascot. / gtres

Sin embargo, cada zona tiene su propio «dress code». En el recinto Windsor, para la gente corriente, no se exige vestimenta, salvo que sea «divertida y vibrante». En el Silver Ring, a pie de hierba, se coloca la gente sin invitación, pero los señores deben ir de traje y las señoras con vestido y sombrero como en el resto del recinto, y es donde mejor se ven las carreras y los desfiles de carruajes de la realeza y sus invitados. Por cierto, el protocolo marca que no son bienvenidos los menores de dieciséis años.

La llegada de la familia real

La llegada de Isabel II y de varios miembros de la familia real («la procesión real») en varios carruajes tirados por caballos marcaba, a las dos en punto cada tarde, el inicio de las carreras. La procesión hace su entrada por los llamados Royal Gates, visibles desde larga distancia, para que todo el mundo pueda verla. También llegan en calesa los invitados de la familia real.

Hasta ahora, la banda de la Guardia Irlandesa de su Majestad tocaba el himno nacional, mientras todos los caballeros presentes se quitaban el sombrero y cantaban al unísono y aplaudían. No sabemos qué conjunto hará lo propio este año con la llegada de Carlos III. El espectáculo más interesante no está en las carreras, sin embargo, sino en el recinto y en el palco reales.

La reina Isabel II en Royal Ascot. / gtres

El primero es una fiesta constante. El segundo permite ver a los «royals» seguir apasionadamente sus caballos. Los distintos recintos para seguir las carreras son como centros comerciales, pero con agencias de apuestas en lugar de tiendas. Se puede apostar desde cualquier punto, incluso en algunas de las estaciones móviles que de desplazan por todo el recinto. Se hacen apuestas sobre casi todo: por ejemplo, la noche anterior a la inauguración, se solía apostar sobre el color elegido por la reina para su vestido.

Esos señores de verde

Loa Greencoats o Yeoman Prickers forman parte de la guardia del soberano. Se dice que el color de sus chaquetas proviene de la tela que sobró para hacer unas cortinas en el castillo de Windsor, en tiempos de la reina Ana. Estos Chaquetas Verdes o se encargan de controlar a la multitud para que no invadan la zona de carreras y echan una mano a los asistentes.

Música en el kiosco

La tradición comenzó en 1970. Al terminar las carreras, cada día, una banda uniformada empieza a tocar clásicos del repertorio británico y todos los que llegan les acompañan dando lo mejor de sí mismos. La tradición la inició Lady Jinny Beaumont, a la que le encantaba subirse al estrado a dirigir la banda. Hoy se reparten libretos para los que no se saben las letras.

El gran día de los sombreros

Se ha convertido en sinónimo de la carrera, pero tiene lugar un día en concreto, cuando se disputa la Golden Cup y se conoce como Ladies Day. A pesar de la rígida etiqueta que preside la carrera, este jueves en especial es una llamada a la imaginación y la excentricidad.

Los sombreros son obligatorios, pero en el Ladies Day se convierten en los protagonistas. Las señoras se pasean entre la multitud con diseños de los mejores sombrereros británicos, desde Philip Treacey y Stephen Jones a Jane Taylor, la diseñadora favorita de la princesa de Gales.

Un lugar donde ver carreras y beber a lo grande

El pasado año asistieron unos 300.000 invitados que consumieron 56.000 botellas de champagne, 44.000 botellas de vino, 21.000 copas de Pimm, 80.000 tazas de té, 128.000 botellas de agua y 60.000 sandwiches. Existe, además, una curiosa tradición en Ascot: montar un picnic en el aparcamiento, con mesas plegables, candelabros, mayordomos y plata. Esto sucede en el parking más deseado, el Car Park 1, para el que existe una lista de espera de varios años.