Como el mejor Cortázar, el autor de El viaje de la vida cree en los cuentos. No en vano, el suyo lo ha escrito casi por arte de magia, a vuelapluma, como dictado por los duendes del verso. Aunque Rufo Echevarri Hoyos, que firma como Rufo, sin la ele que lo emparentaría de algún modo con ese mexicano que nos regaló Pedro Páramo (Juan Rulfo), es más de Jorge Luis Borges .
Y lo decimos porque tiene pasión por la astrología védica, como el autor de El libro de arena. Hay un infinito en cada página. Los tiros de este experto en comunicación emocional van por ahí. Apuntando a eso tan fabuloso que es la simplicidad de la vida. Si fuéramos más conscientes de todo, otro gallo nos cantaría.
Rufo Echevarri Hoyos nació en Bilbao en 1986. Estudió Ingeniería Química en la Universidad IQS de Barcelona. Después, la vida y los negocios le llevaron hasta Lima (Perú), donde tocó fondo. La meditación, el yoga, el chi kung y un maestro chino le sacaron a flote. O, en sus palabras, le embarcaron en «un viaje de autodescubrimiento y autoconciencia». Suena sofisticado, pero es -no se cansa de decirlo- muy sencillo.
Así es también la historia de Surya y Txandra, las protagonistas de El viaje de la vida, que se embarcarán en la gran aventura que «las llevará a desarrollar sus habilidades, a la vez que toman consciencia de lo que significa ser, sentir y vivir en un camino lleno de transformaciones, de miedos y amores, y de fenómenos inexplicables para la mente pero maravillosos para el corazón».
En la historia de Rufo, «tras años de caos, enfermedades, guerras, crisis económicas y desastres naturales que sumen a la humanidad en el colapso, la Tierra da forma a una nueva era». Se trata de la era de la Magia. No hemos podido resistir la tentación de preguntarle por este universo. A pesar de que, como decía el memorioso Borges en uno de sus poemas (Mateo XXV: 30), «el hombre no mira sin vértigo». El viaje de la vida, editado por Loto Azul, forma parte de la Saga Almakaraka, así que habrá más.
MUJER HOY. Nada más empezar el libro habla de «una transformación maravillosa». ¿Qué le ha llevado a escribirlo?
RUFO. En primer lugar, nunca pensé que iba a poder escribir un libro. Siempre me ha gustado mucho leer y siempre he pensado lo difícil que es inventarse una historia que tenga sentido, sea entretenida y guste al lector. Pero cuando en mis últimos años empecé a hacer meditación, yoga y otras artes espirituales, algo cambió. Sentía que me dictaban, me aparecía la información y solo me tenía que sentar y escribir. Todo el proceso del libro ha sido así. Algo muy enriquecedor porque no he tenido que hacer ningún esfuerzo.
¿En qué contexto tiene lugar esta experiencia?
Por aquel entonces vivía en Perú, en Lima, y estaba pasando por una fase muy complicada a nivel personal. Había tenido muchísimo estrés, mucho trabajo, me rompí la rodilla... A través de la medicina natural conocí a un maestro chino que me enseñó a respirar, a sentir la energía. Empecé a experimentar esta conexión conmigo mismo y me puse a escribir. Lo hice transformando todo lo que había aprendido en un cuento didáctico.
¿Se puede decir que El viaje de la vida es autobiográfico?
Cuando me preguntan si me identifico con algún personaje, siempre digo que no. Lo que he hecho es romperme en un millón de pedazos para estar en todo el libro.
¿Es realmente posible esa transformación de la que habla? Muchos le tacharán de iluminado...
El cambio ha sido alucinante en todos los sentidos. A nivel de ser más consciente del valor que tiene la vida, de capacidad de percepción, de paciencia... Lo que hay que hacer es sentir y asumir que la vida es un regalo, que la propia existencia es lo único necesario. El resto es dar gracias por poderlo compartir.
El diccionario de la RAE define gurú como «persona a quien se considera maestro o guía espiritual». ¿Se identifica con esta palabra?
Me han llamado así por hablar de esta manera y no me gusta por la separación que crea. Todos somos gurús porque lo primero que hacemos al venir al mundo es respirar y somos cien por cien emocionales. Entonces sería tan sencillo como seguir siéndolo.
Todas estas ideas colonizan el libro. Es una historia de fantasía, pero está trufada de enseñanzas al estilo de un maestro budista.
Sí, el lector se va a encontrar con mucho de lo que puede haber en un libro de autoayuda , pero también con cosas de ciencia ficción o fantasía. Por una parte, te está ayudando y, por otra, te hace ver que hay algo más allá de lo material. Esa es la idea del libro.
Entonces, ¿cómo lo definiría? ¿Guía espiritual, cuento, manual de autoayuda?
Para mí es un cuento porque me encantan los cuentos y creo en ellos. En la propia Biblia hay muchas historias que son exageraciones brutales para crear un concepto mucho más claro. Y es un libro que ha ayudado a millones y millones de personas. Los cuentos son tan reales como cualquier historia vivida.
Salen en sus páginas citas de Cavafis, de Roald Dahl, de Lao Tse y hasta del actor y poeta Hovik Keuchkerian. ¿Qué lecturas le han acompañado?
He leído sobre todo libros de fantasía: El señor de los anillos, Harry Potter , El nombre del viento, los de Narnia. Esa es la magia que me gusta. Además, me inspiró bastante Las nueve revelaciones, de James Redfield, por la forma en que transmite la espiritualidad. También he leído bastante filosofía. Y ahora me ha ayudado mucho para el diario que aparece en el libro, escrito por una persona más culta que ha tenido vivencias relacionadas con un Aristóteles, un Platón, un Jung.
Ya es un clásico el hombre de negocios que «ve la luz» y da un giro radical a su existencia. ¿Es esta su historia?
Sí, pero sin dejar lo anterior, que es lo que se está haciendo ahora: lo dejo todo y me voy a la naturaleza o abrazo la espiritualidad. Me he dado cuenta de que me falta algo y quiero complementarlo. Y como soy un ser que evoluciona, en vez de huir, lo voy poco a poco trabajando. Una de las enseñanzas del libro es esa. No dejes las cosas de golpe, así creas mucho daño e impacto en tu cuerpo y en tu cerebro; hazlo progresivamente. Puedes trabajar menos horas en algo menos estresante y que te ayude en tu parte espiritual, en tu desarrollo como persona, en tu satisfacción.
Parece sencillo, ¿por qué cuesta tanto?
Eso lo digo en el subtítulo del libro, en el que tacho «pienso» y pongo «siento, luego existo». Hemos modificado el mayor valor que tenemos como seres humanos, la capacidad de ser conscientes de que estamos sintiendo, y hemos transformado eso en pensar.
Pero ¿cómo se consigue? ¿Por dónde se empieza?
Se trata de crear un hábito. Cada hora paras dos minutos, respiras y eres consciente. Si todo el mundo lo hiciera, nadie dudaría de su importancia porque el beneficio es inmediato. Pero nadie para. Si te sientas es porque estás cansado o porque estás estresado, pero no para respirar y liberar tu energía .
¿Estamos preparados para hacer un cambio de esta naturaleza?
A todos nos gusta que las cosas pasen deprisa, más ahora que lo tenemos todo a un clic. Así que cuando yo le digo a una persona que hay que ir muy despacito, porque se ha de ser muy consciente, se aburre porque quiere ver resultados inmediatos. Sin embargo, es una guía de pasos muy simples, que se resumen en estar contigo. Para ser consciente del valor de la energía que hay dentro de ti, tienes que aprender a sentirla. ¿Cuántas personas cierran los ojos y escuchan su corazón latir? Muy pocas, y es lo primero que hay que aprender a hacer.
¿Qué le dice la experiencia?
Que hay mucha gente reacia a creer en la simplicidad de lo que les transmito, y eso ya les origina un bloqueo. Y luego hay otros que lo ven claro porque, al final, son tres o cuatro pautas. No consiste en dejar de salir, de tener amigos, de comer ciertas cosas, de disfrutar. No se trata de ningún extremo, sino de que dentro de tu vida normal y rutinaria añadas algo que sea lo que marque la diferencia.
¿Cómo ve el mundo que nos rodea?
Veo que somos personas que tenemos mucho miedo de expresar cómo somos y lo que sentimos, y hemos creado máscaras de todo tipo. La digitalización es algo que ha facilitado ese enmascaramiento. Hay muy poca comunicación desde el corazón, nos avergonzamos, nos han dicho que no está bien, no estamos seguros. No queremos ser vulnerables.
¿El ego es definitivamente el enemigo a batir?
El concepto de ego que hemos creado sí. La definición en sí no, porque el ego es el yo y tienes que ser egoísta. Porque si tú no tienes amor y no te sientes bien, no vas a poder compartirlo. El egocentrismo es lo que nos ha llevado a tantas guerras y a estar siempre comparando. Eso es lo que hay que anular.
¿Qué lugar ocupa la meditación en su vida?
Medito si no todos los días, casi. La meditación es un espacio conmigo mismo en el cual hay diferentes grados de profundización. Vamos muy deprisa y no somos conscientes de nuestra existencia. Pero, en cambio, si al acabar el día te paras, meditas, respiras y eres consciente de ti mismo, puedes llegar a un estado de felicidad y salud muy elevado.
¿Cómo valora que los retiros se hayan puesto de moda?
Por un lado, me gusta porque se trata de compartir de una manera diferente, pero, por otro, veo que muchos han perdido su esencia. Lamentablemente, se han convertido en un negocio. Ojalá se empiecen a restringir y sean en grupos más pequeños y más conscientes.
¿Qué es para usted la magia?
Lo mismo que la existencia. Es parte de lo que soy. Me encanta la magia desde que nací, he tenido muchas experiencias místicas, por decirlo de alguna manera. Yo no creo porque tenga fe, yo creo porque he visto. Para mí lo que llamamos mundo espiritual y otras dimensiones son magia. Hay un campo donde se encuentra la magia y donde ocurren esas cosas que la gente llama milagros. Es igual que el resto, solo que no sabemos sentirlo, no lo hemos trabajado.
¿Cómo encaja todo ello en su rutina?
Aparte de estas cosas relacionadas con la espiritualidad y el estudio de la astrología védica, colaboro con mi hermano, que tiene una academia deportiva, en el desarrollo de los niños. Para hacerles más conscientes, que disfruten más, que no compitan ni estén tan pendientes del resultado. La clave está en los niños, porque si consiguiesen transformar el patrón y relacionar todo con la sensación en vez de con el pensamiento, cambiaría completamente la forma que tenemos de vivir.
Cuéntenos cómo es un día en su vida.
Trato de no utilizar despertador, apago el móvil, aíslo todo lo que me conecta con el mundo tecnológico. Me he entrenado para despertarme siempre antes de una hora. Dormimos y comemos demasiado. Intento tener espacios para meditar y escribir todos los días, no importa si es un minuto. Y me reservo solo media hora para estresarme. No pasa nada por que haya situaciones complicadas, lo que no puedes es quedarte a vivir en ellas.
Lo fundamental sería entonces no perder la conciencia de uno mismo.
Para mí es la clave. No importa si estoy trabajando, si estoy haciendo la comida, si voy a entrenar o estoy dando un paseo. Trato de darle el mismo valor a todo lo que hago y de ser consciente de que puedo aprender en cualquiera de las situaciones.
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