¿Estudiar toda una carrera fuera? ¿Y solo un curso? ¿Puedo hacerlo si no soy universitario? Son muchas las dudas que genera la posibilidad de cursar estudios en el extranjero. Sin embargo, muchas más son sus ventajas. Tanto en lo personal, por la experiencia vivida, como en lo formativo, por el aumento de la empleabilidad, especialmente si la estancia acredita que dominamos otros idiomas.
Y entre lo emocional y lo profesional, atreverse con la expatriación académica conlleva otra recompensa inesperada: «Quien estudia fuera gana en flexibilidad, que es lo que buscan las empresas, donde las estancias en el extranjero se valoran positivamente, porque implican que has sabido salir de un recorrido fijo e individualizar tu currículum», asegura Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora asociada de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya).
La flexibilidad es, según LinkedIn, la habilidad no cuantificable o soft kill que más aprecian en un candidato los departamentos de Recursos Humanos. También es la clave de la felicidad, según casi todas las doctrinas filosóficas.
Lo importante es que estudiar fuera sea una decisión meditada que uno tome por sí mismo, no para contentar a otros, ya que suelen tratarse de experiencias muy desafiantes (especialmente si nos planteamos estudiar toda la carrera en otro país y en otro idioma) –señala la psicopedagoga–.
Si lo hacemos pensando solo en nuestro currículum o en agradar a nuestra familia, es bastante probable que salga mal». Una vez decidido, prosigue, «hay que realizar un profundo trabajo de preparación psicológica: saber anticiparnos a los problemas que puedan surgir, y tener preparada una respuesta práctica y realista, como contar con una persona de contacto en el país de destino.
Tienes que elegir un sitio que sientas que te va a generar seguridad o en el que vayas a tener espacios seguros. Y debes contar con que se necesita un periodo de adaptación que no siempre es agradable. Debes conocerte muy bien a ti mismo y calcular tu verdadera capacidad de adaptación a los cambios».
A propósito de anticipación, la profesora de la UOC explica que las gestiones deben iniciarse, al menos, un año antes e incluso dos. «Supone a menudo un papeleo considerable, a nivel de identificación (pasaporte y, en ocasiones, visados para estudiantes), pero también tienes que asegurarte de que aquello que vayas a estudiar tenga valor europeo a la hora de homologar títulos».
Para hacernos una idea sobre el momento idóneo, la experta explica que habría que empezar los trámites con entre uno y dos cursos de antelación. «Si quieres prepararte para el curso 2023-2024, posiblemente ya vayas tarde, porque lo s calendarios académicos son diferentes en cada país: en casi toda Europa, más o menos se empieza en otoño. Pero en otras latitudes, como en Sudamérica, el curso empieza en enero o febrero. Es un movimiento que requiere mucha planificación burocrática», prosigue.
Como indica el informe 2019-2020 de l programa Erasmus+, el último año académico del que se tienen datos, España sigue ocupando e l primer puesto en recepción de estudiantes: de los 163.000 jóvenes que se movilizaron en total, 48.203 eligieron nuestro país.
Esta cifra tiene consecuencias positivas más allá de lo que sugiere sobre el prestigio de nuestros centros educativos: según el ICEX, se estima que el impacto económico en nuestro país de los estudiantes internacionales ronda los 4.000 millones de euros.
Como nación emisora de estudiantes , ocupamos el tercer puesto de la UE, solo por debajo de Alemania y Francia. De todas las opciones disponibles para el alumnado español, hay una clara inclinación por el idioma y el país de los británicos. Clara y razonable.
El PLI, el índice de poder de las lenguas, es la forma que tiene el Foro Económico Mundial de calcular la importancia de un idioma. «El inglés, la lengua franca del mundo, es de lejos el más útil», asegura este organismo, en un informe que refleja que cuatro de las 10 economías más competitivas tienen al inglés como idioma oficial. Además, según Adecco, uno de cada tres puestos ofertados en España piden un segundo idioma y, de estas ofertas, más del 90% especifica que ese idioma sea el inglés.
Según Carolina Jiménez, Head Education and Society del British Council (britishcouncil.es), el centro oficial de referencia para aprender (y homologar) la lengua de William Shakespeare, sus alumnos valoran la perspectiva de estudiar en el Reino Unido «por la calidad educativa, la oferta variada de carreras, las perspectivas profesionales y que la lengua materna es el inglés, ya que creen que un magnífico dominio del idioma les abrirá puertas».
En cuanto a su perfil, «son alumnos ambiciosos que buscan una carrera internacional o volver, pero con un currículum diferenciado», explica Jiménez. En cuanto a la orientación profesional del alumnado del British Council, la mayor parte desarrollan carreras relacionadas con los negocios, el marketing y publicidad; el segundo lugar lo ocupan los que estudian ingenierías y carreras tecnológicas; los expertos en Humanidades ocupan la tercera posición, mientras que el cuarto grupo más numeroso lo forman quienes estudian Medicina y ciencias de la salud.
El programa Erasmus+ 2021-2027 cuenta con un presupuesto de algo más de 28.000 millones de euros. Conocer y solicitar todas las ayudas a las que puedas tener derecho será un ejercicio arduo, pero necesario. «A menudo, los alumnos de familias sin recursos no pueden permitir estudiar en el extranjero, lo que a nivel psicológico genera sentimientos de vergüenza y culpa», señala Sylvie Pérez. Para tener más posibilidades de acceder a alguna beca, prepara una muy buena carta de motivación y solicita más de una ayuda, ya que, en ocasiones, no son excluyentes.
De forma paralela al asesoramiento en tu universidad, es aconsejable contactar con el Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (sepie.es), el organismo del Ministerio de Universidades designado por la Comisión Europea para la gestión del programa Erasmus+ en España.
Contra la creencia habitual, este plan de la UE no se circunscribe solo al ámbito universitario, sino que «Erasmus+ ofrece oportunidades para todas las personas y en todos los sectores educativos (educación escolar, formación profesional, educación superior y educación de personas adultas)».
Carolina Jiménez, British Council
Y no se limita solo a los Estados miembros, ya que, «dependiendo de las acciones, pueden participar terceros países no asociados al programa (los demás países del mundo, divididos en 14 regiones distintas), en todos los sectores educativos», explica Alfonso Gentil Álvarez-Ossorio, director del SEPIE.
Por su parte, Sylvie Pérez recomienda que, como primer paso, nos informemos de las opciones en nuestro centro educativo. «Muchas universidades suscriben, año tras año, nuevos convenios con universidades de otros países. Además, en cada centro educativo suele haber un departamento encargado de facilitar toda esta información a los alumnos», explica.
En realidad, todos los perfiles profesionales se benefician de la movilidad académica. Es más, «la internacionalización de la educación, y más concretamente en la educación superior, es un tema de gran importancia, tanto para el país de acogida de los estudiantes, profesores o investigadores internacionales, como para el de procedencia, puesto que trae consigo la modernización de los estados, de sus universidades y de otras instituciones educativas, así como su progreso social, cultural y económico», concluye Alfonso Gentil.
20 de enero-18 de febrero
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