Mucho del backstage de las fotos de Alexandra Pereira está en su canal de YouTube, donde arrasa su micro docureality 'Mi vida en Dubai'. Más adictivo que 'La Marquesa' de Tamara Falcó. /
Inevitablemente, los 'docurealities' que Netflix se ha sacado de la manga para aprovechar el tirón de las influencers son un éxito. Es difícil no dar en la tecla cuando posees una distribución global y tu protagonista tiene su propia base fan. Sin embargo, el dato de audiencia no ciega la prueba del algodón: cuesta no aburrirse tanto en 'La marquesa' como en 'Soy Georgina', acaso porque se ha sobrevalorado la capacidad fascinadora de Tamara Falcó y Georgina Rodríguez . Nos seducen sus fotos, pero escucharlas durante más de 20 minutos es 'too much', como diría Tamy.
Ni un gigante del entretenimiento como Netflix con todo el presupuesto a su disposición es capaz de sacar un buen 'docureality' de donde no hay demasiada 'reality'. Sobre todo porque las protagonistas, Tamara Falcó, Georgina Rodríguez o las que vengan, tienen que jugar a ser actrices. Como si eso fuera fácil. Esa ausencia de realidad, esa resistencia a mostrarse, explica que no enganchen las aventuras de Tamara y Georgina más allá que para criticarlas, ironizar o asombrarse.
Existe un punto medio entre vender el alma a la telerrealidad o interpretar malamente una versión unidimensional de una misma, como han demostrado Kim Kardashian y sus hermanas. Pero ninguna influencer española parecía capaz de pisar ese terreno, ya fuera por cobardía o por pasarse y caer en lo demasiado vulgar. La tarea no es fácil: hay que poner en movimiento ese estilo de vida aspiracional e inalcanzable del planeta influencer, pero aliñarlo con la emoción de lo real.
Una española, influencer de la primera ola, sí ha logrado el 'docureality' que hubiéramos esperado de Tamara o Georgina, y sin necesidad de que Netflix le firme el cheque de producción. Hablamos de Alexandra Pereira, la misma influencer que rompió internet con su denuncia del acoso y la violencia que le llegaba desde el foro de una conocida revista de moda, allá por 2018.
Aquella intervención a lágrima viva logró visibilizar ocho años de insultos y comentarios negativos, además desde un foro que se suponía afín. Supuso un pequeño terremoto en la industria española de la influencia y mostró la capacidad de Alexandra Pereira para darle la vuelta a las turbulencias de lo online y jugarlas a su favor. Ha superado 1.300.000 de visualizaciones.
Alexandra Pereira ha construido una carrera meritoria en el elitista territorio de la moda: muy pocas mujeres sin un apellido, un título o una red de amigos ricos e influyentes logran llegar donde ella ha llegado. A golpe de foto, ha pasado de promocionar low cost a vestir alta costura y fotografiarse en los mejores hoteles de París, la ciudad a la que se mudó hace un par de años. Y aunque el subidón estético ha sido sobresaliente, el contenido de Alexandra era esencialmente el mismo: solo apto para muy amantes de la tendencia.
Lo que ha ocurrido en los últimos meses ha dado un vuelco al canal en el que Alexandra Pereira ha mostrado siempre algo más que moda: YouTube. Todo ha sucedido de una manera muy natural, o eso parece. Se puede comprobar en las visualizaciones de los vídeos que sube cada jueves a su canal. De rondar los 150.000 visionados en el mejor de los casos, ha saltado a aspirar a los 300.000. Algunos vídeos recientes llegarán, sin duda, a superar el medio millón de espectadores.
La fórmula Pereira para convertir su canal de YouTube en lo más cerca que ninguna influencer española ha estado jamás de Kim Kardashian se resume fácilmente, pero no le hace justicia a lo adictivo que resulta su contenido. Sin dejar de suministrarnos constantemente inputs sobre sus bolsos, desfiles, hoteles, compras y demás obsesiones fashion, ha decidido explicar a su comunidad la cruda realidad: odia París, la ciudad a la que se mudó en diciembre de 2020.
Alexandra quiso poner una pica en París y París se la comió, pero de la misma manera que convirtió el brutal acoso de aquel foro en su vídeo más popular, ha tornado su malestar parisino en otro gran éxito para su canal. El vídeo en el que por fin cuenta que rompe con París y que ha estado tramando una mudanza secreta a ¡¡¡Dubái!!! es fascinante. En general, todo lo que sucede después de ese vídeo es droga. No puedes parar de mirar.
Tras anunciar el relativo fracaso de la aventura parisina (no os perdáis las razones porque son brutales), se sucede un carrusel fabuloso de acontecimientos, siempre con su marido libanés atusándose el pelo (qué inteligente es Alejandra cuando lo utiliza como contrapunto irónico necesario) y su barriga de embarazada. Que no se nos olvide. Todo este trasiego París-Dubái sucede con la influencer en la última fase de su embarazo. Casi nada.
Todo lo que soñaste comprar, bolso, gafas, coche o casa con vistas a la palmera, ya lo ha comprado Alexandra Pereira por ti. De hecho, la cantidad de tiempo, esfuerzo y vida que dedica a estetizar todo lo que la rodea te deja tan exhausta, que se te quitan las ganas de volver a entrar en una tienda online en una buena temporada. Pero no puedes parar de mirar. Deseas esa casa con todas tus fuerzas.
Cada capítulo de «Mi vida en Dubai» es más fascinante que el anterior. Todo el sufrimiento en París lo borra el café hiperdecorado de cada mañana, el ramo de rosas perfectas, el mensajero que trae uno y mil paquetes o la emoción ante la inminencia de Sasha, su bebé. Cómo perderse, por otra parte, sus reflexiones ante el espejo cada noche, mientras se desmaquilla. Son como una nueva versión del final de las 'Amistades peligrosas' en el que la marquesa de Merteuil (Glen Close) ya no llora. Dice: LOLS.