Era una mujer muy bella, pero tras su belleza de aspecto frágil, se escondía una gran rebeldía. Amparo Muñoz fue la primera española (y la única, hasta ahora) coronada como «la mujer más bella del mundo», el 22 de julio de 1974, en un concurso celebrado en Manila, en Filipinas. Un año antes, en agosto de 1973, la joven malagueña había alcanzado el título de «Miss España» en un certamen celebrado en Tenerife, tras haber sido designada como Miss Costa del Sol.
Aquella coronación como Miss Universo fue uno de los días más felices de su vida, pero también el comienzo de un calvario que ocupó los titulares de todo el mundo. Amparo fue obligada a vivir en Nueva York, alejada de su familia, sometida a una disciplina de hierro por parte de la organización que, según ella, la trataba como si fuera una muñeca: viajaba sin cesar, espiaban sus conversaciones, no tenía ni voz ni voto en ninguna de las promociones que hacía. Seis meses después de conseguir el título, Amparo renunció a él, tras negarse a hacer un viaje a Japón, y provocó un gran escándalo, en una época en la que el certamen tenía una gran relevancia.
Años después, Amparo Muñoz contaba, en sus memorias «La vida es el precio» (Ediciones B), todo el oscuro submundo que se escondía tras los concursos de belleza, un descubrimiento que dejó marcada a una Amparo muy joven e inocente. La futura Miss Universo había nacido en Vélez-Málaga, en 1954, en una familia humilde. Su padre era forjador y su madre, ama de casa. Ella era la mayor de seis hermanos, pero las dificultades de la familia llevaron a sus padres a dejarla al cargo de sus padrinos. No pudo estudiar y empezó a trabajar de dependienta ya en la adolescencia.
Luego, estudio mecanografía y taquigrafía y se colocó en el diario 'Sur'. Fue el director quien la animó para que se presentara al concurso de Miss Costa del Sol, del que el periódico era patrocinador. El certamen premiaba a la ganadora con un viaje a Tenerife y esto animó a Amparo. Cuando reclamó su premio, le dijeron que debía concursar antes para convertirse en Miss España y fue por esa razón por la que se presentó. Ella siempre dijo que se había presentado a los concursos «a rastras». Tenía 19 años. Ese año comenzó a hacer algunas películas en México.
El certamen de Miss Universo fue seguido por más de 600 millones de personas. Pero aquel triunfo escondía una sombría realidad. «Después de treinta años, todavía recuerdo con terror mi experiencia como Miss Universo», escribía en sus memorias.
«Tanto que aprendí a dormir sentada: tumbada en la cama daba una cabezada durante una o dos horas y enseguida volvía el pánico a todo lo que me estaba ocurriendo, a todo lo que veía. Recuerdo una noche en la que Miss Filipinas me invitó a una fiesta en el ático del hotel y me encontré que la fiesta era especial: hombres y mujeres en grupos de dos, tres y hasta más personas se abrazaban y besaban. Era una auténtica bacanal. Por no hablar de las propuestas de entrar en el mundo de la prostitución».
En Nueva York, la organización quiso inventarle una biografía, porque argumentaban que la suya era poco «vendible». Y ella se negó. Estuvo todo el tiempo en compañía de una chaperona que espiaba sus gestos y sus conversaciones. Tenía que enfrentarse al acoso de los patrocinadores. No podía dormir. Por el 'jet lag'. Empezó a sufrir desmayos, y le diagnosticaron una depresión nerviosa, pero los organizadores no siguieron las indicaciones de los médicos y continuaron con los viajes.
Entonces Amparo empezó a darle vueltas a la idea de romper el contrato con Miss Universo, algo imposible, por todos los compromisos publicitarios que llevaba detrás. Se sentía un producto. Su novio de entonces, el actor Máximo Valverde, trató de ayudarla, sin éxito. Entonces, Amparo regresó a España a pasar las Navidades con su familia y anunció que no viajaría a Tokio, su siguiente escala, y renunció a la corona.
La organización la amenazó, le retiró la retribución que quedaba pendiente y todos los regalos que había recibido. A pesar de todo, Amparo no renegaba de aquella experiencia, porque, según ella, le había abierto los ojos a la realidad del mundo. Una realidad muy sucia para una chica de un pequeño pueblo llena de expectativas.
A su regreso a España, comenzó a hacer cine ––su primera película fue 'Vida conyugal', producida por José Luis Dibildos y dirigida por Roberto Bodegas–– y fue en un rodaje donde conoció, en 1976, al cantautor Patxi Andion. Fue amor a primera vista y dos meses después se casaron en Navarra. Pero el matrimonio solo duró un año y Amparo quedó herida para siempre tras la ruptura con Andión, que, según sus palabras, la maltrataba y convirtió la convivencia en un infierno.
Sufrió un aborto. Y, tras separarse, comenzó una tormentosa vida sentimental, en la que jugaron un papel importante el productor Elías Querejeta, que se convirtió en un gran amigo, el cantante Antonio Flores o un político conocido de la época de la Transición que prefirió mantener en secreto.
Amparo consiguió labrarse una respetada carrera de actriz. Trabajó con Antonio Saura, Antonio Drove, Imanol Uribe, Jaime Chávarri, Pilar Miró, Vicente Aranda o Eloy de la Iglesia. Ganó el premio a la mejor actriz secundaria en Bruselas por su papel en 'Mamá cumple cien años', de Saura y estuvo nominada a la Palma de Oro de Cannes, por su papel en 'Dedicatoria', de Jaime Chávarri. Pero sus éxitos y su prestigio creciente no impidieron que su vida personal se convirtiera en un caos.
En los años siguientes, llegaron la adicción a la heroína, los rumores maledicentes, el desamor, la soledad … En 1983, contrajo matrimonio en Bali con el anticuario chileno Flavio Labarca, acusado y encarcelado tiempo antes por tráfico de estupefacientes. Fue él quien introdujo a Amparo en el mundo de la droga. «Tenía éxito, pero eso no significaba que fuera feliz», explicaba la actriz. «La probé por desconocimiento».
En 1987 fue detenida en una redada policial comprando droga en Barcelona y en 1989 unos desconocidos le propinaron una paliza. La repercusión que tuvieron ambos incidentes dio al traste durante ocho años con su carrera en el cine. Nadie quería en sus castings a una actriz heroinómana. Se convirtió en el objetivo de la prensa más despiadada. Un diario llegó a publicar en portada que tenía sida y que estaba al borde de la muerte.
Y hubo quien afirmó que se ganaba la vida como prostituta. Tras superar la adicción volvió al cine. En 1996 trabajó en 'Familia', dirigida por Fernando León de Aranoa, que dijo de ella que era la actriz más profesional con la que había trabajado. En 1991 se había casado, por tercera vez, con Victor Santiago Guijarro, del que se separó tres años después.
Amparo siempre habló de todo ello con total libertad. Siempre dijo que no era consciente de su belleza. A los 51 años se sometió a una cirugía cerebral para tratar un cáncer que, finalmente, la llevaría a la muerte. Falleció, a los 56 años, el 27 de febrero de 2011, en su casa de Málaga.
20 de enero-18 de febrero
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