Carmen Ordóñez, el día de su boda, con su hermana Belén. /
Algunos de los Ordóñez Dominguín vivieron intensamente y murieron jóvenes. De sobra es conocida la caída a los infiernos de Carmen Ordóñez, Carmuca para su familia, y Carmina para el gran público . De hecho, estas últimas semanas, con polémicas entrevistas, dos de sus hijos, el primogénito, Fran Rivera , y el menor, Julián Contreras, recordaban sus terribles últimos años. Mucho menos conocida es la historia de su tía, Belén Ordóñez, una vida también muy trágica. Hablamos de una mujer que falleció prematuramente a los 56 años.
Belén Ordóñez murió mientras dormía el 3 de agosto de 2012, en el madrileño hospital de El Viso, donde llevaba varios días ingresada a consecuencia del severo enfisema que padecía hacía años y que propició un rápido deterioro de su salud. Su única hija, Belén, completamente apartada de la vida pública, no pudo viajar desde Bilbao, donde se encontraba, a la incineración, por la enorme conmoción que le causó la noticia, según la versión oficial.
La muerte de su hermana Carmen Ordóñez, el 23 de julio de 2004, en dramáticas circunstancias cuando aún no había cumplido 50 años, fue para Belén un golpe anímico durísimo que, sin duda, no ayudó a su bienestar en la época más dura de su vida. En efecto, fue perdiendo movilidad conforme se agravaba su problema de salud, que no fue el único que sufrió en su vida. También hablamos de la salud psíquica, pues ella misma admitió que hubo épocas en las que hubiera deseado morir.
En 1999 viajó hasta Houston para someterse a tratamiento de un cáncer linfático que, afortunadamente, logró superar. Poco antes, el 18 de diciembre del año anterior, había muerto su padre, Antonio Ordóñez, víctima de un cáncer, a los 66 años. La relación de sus hijas con su viuda, Pilar Lezcano, con quien se había casado en 1983, no había sido buena, aunque ella nunca se dio por aludida en este sentido. En la última entrevista que dio en TVE en 2018, Lazcano manifestó que ella no había estado en guerra con nadie.
La relación entre Carmen y Belén Ordóñez había sido siempre excelente y, sin duda, la muerte de la primera, fue una herida que nunca cicatrizó. La propia Belén contaba las preciosas vivencias de infancia que atesoraba junto a ella en la finca familiar El Recreo de San Cayetano, en Ronda, Málaga. En el libro Recuerdos que publicó en 2006 manifestaba que le faltaba su otra mitad, que no encontraba consuelo.
Belén Ordóñez estuvo dos veces casada, ninguna con éxito. La primera de ellas con Juan Carlos Beca Belmonte, nieto del mítico torero Belmonte, a quien emuló en las plazas con menor éxito. De su biografía debemos destacar que fue apoderado de Paquirri , primer marido de su hermana Carmen. No en vano, durmió con él la noche antes de que muriera a manos de un torero de nombre Avispado en la plaza de Pozoblanco. Siempre ha mantenido un escrupuloso silencio y no ha participado en polémicas.
La segunda vez, se casó con el novillero ecuatoriano José Luis Cobo, a quien acusó de malos tratos. Algo que también hizo Carmen Ordóñez, sin que los jueces le dieran la razón, en su caso contra su tercer marido, el bailaor Ernesto Neyra. Un paralelismo más en unas vidas que estuvieron marcadas por el esplendor, la educación más exquisita, las figuras legendarias amigas de su padre como Ernest Hemingway y Orson Welles, entre otros, y la decadencia absoluta.
Carmen Dominguín, con sus dos hijas, Carmen y Belén. /
Entre estos dos matrimonios fallidos, Belén Ordóñez estuvo con el gran amor de su vida y padre de su hija, Belén, Curro Ruiz Wagner, de quien se enamoró en 1982 y quien estuvo a su lado cuando supo que su madre estaba enferma de cáncer. Carmen Cristina González murió ese año y según Belén manifestó era el imán y la brújula de la familia, la guía que había seguido una familia cuya vida privada sigue siendo objeto de enormes controversias.
En noviembre de 2009 trascendió que Belén Ordóñez y su hija Belén habían estado en la clínica López Ibor. Ella misma manifestaba en Diez Minutos que era para recuperarse de una depresión y no de ningún tipo de adicciones. Después, la tía de Fran y Cayetano Rivera aclaró que su hija no había estado ingresada, sino que se había quedado en la clínica psiquiátrica para acompañarla, algo habitual entre los pacientes.
Fue en Telecinco donde Belén Ordóñez explicó también el enfrentamiento que había tenido poco antes con su hija Belén, que calificó de «una bronca como la que pueden tener cualquier hija y cualquier madre». Aseguró que llamaron al SAMUR porque ella estaba muy nerviosa, pero no por los motivos más graves que otros habían insinuad.
Los siguientes años fueron muy difíciles para ella y su situación económica parece ser que también se complicó mucho, aunque en una entrevista manifestó que no estaba ni en la indigencia ni arruinada. Sea como fuere, se marchó demasiado pronto y tuvo una vida llena de alegrías, pero mucho dolor.