Ha habido dos grandes bodas celebradas en el Palacio de El Rincón que preceden a la recién confirmada, el compromiso de Tamara Falcó e Íñigo Onieva (que se celebrará el 15 de junio). Se casaron en ese espacio dos de las personas que más quiere la marquesa, su hermano Julio José Iglesias Jr. y su padre, Carlos Falcó. Las anteriores fiestas ofrecen una enorme pista de lo que podemos esperar, y coinciden en dos detalles: la máxima discreción y la absoluta intimidad (con algunos grandes ausentes).
Será el evento del año después de una preciosa reconciliación, aunque la marquesa de Griñón solo adelanta que no será un acto multitudinario. No por falta de espacio, sino por decisión de la pareja. Todos hemos asistido a su historia de amor en las redes sociales, el papel couché o el docurreality de Netflix (donde aparece el palacio), pero muy pocos lo vivirán de cerca, con ellos. Van a defender la tradición de una velada de lujo y elegancia sin muchos asistentes.
El palacio, construido en 1862 y situado en la localidad de El Fresno, fue la casa del padre de Tamara Falcó donde vivió su idilio con Esther Doña hasta que murió en 2020. Lo que para otros es una joya arquitectónica, para la socialité es un tesoro emocional.
La primera gran boda entre los muros de El Rincón fue en 2012. Julio José Jr., el segundo hijo del cantante Julio Iglesias e Isabel Preysler, se comprometió con la modelo Charisse Verhaert (con quien estuvo hasta 2021). La exclusiva del Hola mostraba a una pareja sonriente, con unas imágenes que le costaron entre 6000.000 y un millón de euros, según algunos medios.
Los dos estaban ilusionadísimos y soltaban frases de enamorados. «Charisse ha nacido para ser mi mujer. Tiene todo lo que pueda soñar», dijo él. Ella añadió: «Soy la novia más feliz y hoy es el día más bonito de mi vida». Su amor, además, logró lo imposible; el extraño reencuentro entre Isabel y su ex marido, Julio Iglesias.
La madre del novio estaba orgullosa porque era la primera vez que ejercía como madrina, pero tuvo que responder a las dudas sobre su ex pareja. Habían pasado siete años sin verse. «Afortunadamente, nos llevamos muy bien y todo transcurrió estupendamente», dijo una orgullosa Preysler que acompañó a Julio José hasta el altar. Como colofón, regalaron al mundo una imagen de la pareja con los padres de él, todos en armonía.
Esquivaron cualquier polémica, pero hubo dos grandes ausentes que dejaron preguntas en el aire y sin resolver. El que más sospechas despertó fue el hermano del Julio José, Enrique Iglesias.
Su silencio avivó los rumores de la mala relación con su padre. El novio quiso restarle importancia. «Me ha llamado ochenta veces para decirme que lo siente muchísimo, pero que tenía compromisos profesionales», aclaró. Aun así, Julio José estuvo bien arropado por un equipo formado por Chabeli Iglesias, Tamara Falcó y Ana Boyer (hija de la entonces pareja de su madre, Miguel Boyer, que también asistió).
El otro gran ausente era el dueño de todo aquello, Carlos Falcó. «No estuve en la boda», respondió sin rodeos a Vanitatis. Ni allí, ni mucho menos a la despedida de solteros en la discoteca Gabana. Quiso hacer alarde de su saber estar y se mantuvo al margen. Quería evitar una foto con su ex mujer, Isabel Preysler, el ex marido de ella y su nuevo esposo. «Mi regalo de boda ha sido ceder la casa, las instalaciones y regalarles los vinos (tinto y blanco Marqués de Griñón) que se sirvieron en la cena», describió.
Su hija Tamara fue la encargada de la gestión de la residencia para acoger todo tipo de eventos y celebraciones privadas «Es un palacio espectacular, tiene cinco hectáreas de jardines maravillosos y si yo fuera una novia no me lo pensaría. ¡No hay nada similar en Madrid!», comentó la aristócrata a la misma revista (y ahora ha cumplido su palabra).
Carlos Falcó y Esther Doña también aprovecharon el majestuoso palacio. Se casaron allí en septiembre de 2017, y apostaron por un secretismo absoluto. Él, que tenía 80 años, se lanzó a disfrutar de cuarto matrimonio con la modelo malagueña de 39 (que ya se había comprometido tres veces).
Lo festejaron por partida doble, ya que en verano de ese año habían celebrado una boda civil, que anunciaron en un comunicado remitido la agencia Efe. Habían vivido una bonita relación de dos años y querían celebrar su amor sin terceras personas ni juicios ajenos.
En esa primera celebración solo estuvieron invitadas cinco personas (las estrictamente necesarias): los novios, dos testigos y el encargado de oficiarla, un concejal amigo de Aldea del Fresno, el municipio donde está la casa del marqués. Para su segunda ceremonia ampliaron la lista a 150 invitados.
No había nadie de la prensa, pero sí que se filtraron historias. La modelo Mar Flores, que era muy amiga de Carlos, confesó en Antena 3 que fue un día que jamás olvidará, pero por otros motivos: «Era la primera vez que iba sola, pero lo mejor fue que me encontré a mi ex que iba acompañado».
Aunque Tamara Falcó había sido anteriormente la encargada de gestiones, fue Esther la que realizó las invitaciones, contrató el catering y el resto de detalles, según El Mundo. Después del trabajo para que todo estuviera a la perfección, se dejó llevar.
A la novia se le saltaron las lágrimas con la actuación de Juan Peña, un muy guiño especial para la pareja. Como ella confesó más tarde, el marqués le había dedicado por WhatsApp una canción del cantante español, Si a veces le hablo de ti.
«Que nunca podrás saber/ si todavía te quiero/ o te dejé de querer», concluye la romántica melodía. Esther se emocionó porque recordó esos mensajes de cortejo, los primeros miedos de antes de que se formalizara su relación. ¿Le pasará lo mismo a Tamara? ¿Cuál será la banda sonora para su día especial? ¿Sonará el hit de Shakira donde manda indirectas a Piqué?
20 de enero-18 de febrero
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