LA VERDADERA AMANTE DE PALMA

Por qué Mallorca no homenajea a Diandra, la ex mujer de Michael Douglas que puso la isla en el mapa de los famosos de Hollywood

Diandra de Morrel Douglas, la ex mujer de Michael Douglas, contempla desde Ibiza los homenajes que el actor recibe estos días en Palma. Quizá lo haga con algo de incredulidad. Puede que con pizca de amargura.

Michael y Diandra Douglas en Palma de Mallorca, cuando aún estaban casados y veraneaban juntos en S'Estaca. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

De repente, Michael Douglas se ha convertido en algo parecido a un hijo predilecto en Palma de Mallorca. Lo hace, además, con la aquiescencia real gracias al compromiso de la reina Letizia con el festival Atlàntida, a cuya clausura se le entregó el premio Maestros del cine. Pocos días antes, el pueblo de Valldemossa lo celebraba como casi octogenario y él se deshacía en halagos para la isla, aunque quejándose de «tanto coche de alquiler y Airbnb». ¿Qué pensaría Diandra Luker, su ex, de todo este halagüeño despliegue?

La relación de Michael Douglas con Palma de Mallorc a ha estado llena de altibajos. Si prescindimos de eufemismos, habrá que reconocer que el actor llevaba varios años deseando deshacerse de S'Estaca, la mansión que posee en el pueblito mallorquín del mismo nombre. No es reprochable, pues es santo y seña de su matrimonio con Diandra, su primera mujer (de 1977 a 1995, con divorcio en 2000) y madre de su hijo Cameron. La casa fue, de hecho, un regalo para ella que compró en 1989.

Diandra y Michael se conocieron cuando ella ejercía de becaria en la Casa Blanca y se casaron a los pocos meses. Ella tenía 19 años y Michael, 32. Hija de un diplomático austriaco, su familia veraneaba desde siempre en Palma. De hecho, habla perfectamente español y mallorquín. En alguna entrevista ha contado que su madre frecuentaba el Club Náutico para navegar en velero y allí coincidía con el rey Juan Carlos.

Fue Diandra la que convenció a la estrella de Hollywood para comprar en Palma, su lugar de veraneo infantil. De hecho, S'estaca era una joya de la arquitectura local , construida a mediados del siglo VIII por el archiduque Luis Salvador de Austria. Su viaje de la corte de Viena a Baleares fue por amor a la mallorquina Catalina Homar, a la que nombró encargada de la finca. Dicen que llegó a recibir personalmente a la emperatriz Sissi, tras el suicidio de su hijo Rodolfo.

Michael y Diandra quisieron ampliar su mansión

Al tomar posesión de la casa en los años 90, se hizo evidente la resistencia local a que 'los americanos' convirtieran aquella joya arquitectónica en un pastiche. De hecho, el Ayuntamiento puso bastantes pegas a las obras que Diandra y Michael Douglas quisieron realizar.

Fue Diandra la que, inteligentemente, cambió de estrategia y decidió mostrar su compromiso con el patrimonio y vida cultural de la isla. Comenzó a involucrarse en la vida social, cedió espacios para conciertos y eventos y habló de su intención de crear una fundación llamada, oportunamente, S'Estaca.

El divorcio rompió este proyecto aunque, en 2000, Douglas puso en pie la sociedad limitada Costa Nord para la explotación de un centro cultural en Valldemossa. Fue su manera de compensar, previa inversión de 2,3 millones de euros, una sanción del ayuntamiento por construir sin licencia en su finca. En 2003, el gobierno balear le pagó 4,4 millones por la propiedad de dicho espacio y su participación en una quincena de actos turísticos y de promoción. A partir de 2012, el espacio cultura Costa Nord ya se dedicó a la hostelería.

Diandra Douglas el pasado junio, durante sus vacaciones en Ibiza. / instagram

En el día a día, la involucración de Diandra y Michael Douglas con la vida mallorquina saltaba a la vista. Desde su divorcio, la pareja decidió dividirse el disfrute de S'Estaca para no coincidir. Él se quedó con los seis primeros meses de al año y ella, con el segundo semestre. A él era raro verle en público, mucho menos con Catherine Zeta-Jones: se bunkerizaban en su mansión buscando privacidad para ellos y sus invitados. Ella, sin embargo, continuó haciendo vida normal, acudiendo a mercadillos y rastrillos y alternando con la alta sociedad local.

Si repasamos las fotografías que levantan acta de la huella de Diandra y Michael Douglas en Palma, veremos lo dicho: ella suele aparecer en las relaciones de invitados a las fiestas de Cristina Macaya, David Stein o Christian Völkers, mientras que el actor de Hollywood no comparece. En 2021, el actor compró a su ex su parte de S'Estaca y ella desapareció de Mallorca. Ahora recala en Ibiza, según se puede ver en las fotografías que ha colgado en su perfil de Instagram.

El arraigo nostálgico y el afecto de Diandra por Palma de Mallorca se premió de alguna manera en 2014, cuando la ya millonaria (recibió 45 millones de dólares tras su divorcio) fue nombrada Mallorquina del Verano por una asociación local. Entonces aún se paseaba por Valldemossa y Deià, primero con el empresario y activista medioambiental Michael Klein, con el que se casó, y luego acompañada por sus dos hijos adolescentes (llegaron por vientre de alquiler en su relación con Zachary Hampton Bacon III) y una hija adoptada en Rusia.

La playa privada del 'resort' Six Senses, en Ibiza. / INSTAGRAM

Según la Asociación Mallorquines de Verano, la distinción recayó en sus manos «por su vinculación con la isla desde su infancia, por su participación activa en la protección y conservación de la Serra de Tramuntana, por ejercer de perfecta Cicerone enseñando lo mejor de nuestra isla a todo el mundo, por su apoyo a todas las tradiciones de Mallorca y por la ayuda en recuperación del patrimonio y memoria del Archiduque Luis Salvador d'Austria». Los vecinos, sin duda, tuvieron claro quién nutría, más que explotar, su arraigo local.

Este verano, Diandra se refugió en Ibiza, aunque sin perder el deseo de naturaleza y tranquilidad que le proporcionaba su paraíso mallorquín. Por las pistas que ha dado en su perfil social, intuimos que acudió a uno de los establecimientos hoteleros más deseados y, además, novísimos: el 'resort' Six Senses, en la bahía de Cala Xarraca. La clave de su éxito: ofrece experiencias espirituales arraigadas en la cultura local. No hay duda: el amor de Diandra por la esencia de Baleares continúa.