QUIÉN SABE DÓNDE
QUIÉN SABE DÓNDE
No es oro todo lo que reluce en la acelerada vida de las modelos, mujeres expuestas en grado sumo a lo mejor y lo peor. Hoy su bienestar es objeto de una mayor vigilancia, pero en aquellos salvajes años 90 se lanzaban a un negocio millonario y cruel casi sin red. Esther Cañadas, invitada en El Hormiguero, triunfó como ninguna donde solo llegaban las tops de las tops. Desde su debut internacional en 1994 hasta su desaparición en 2000 fue la Kate Moss de España. Mejor dicho, de Albacete.
Difícil trasladar hoy la relevancia que las top models alcanzaron en los años 90, la edad dorada para una profesión que hoy se ha vuelto más funcionarial y sin estrellas carismáticas que roben el protagonismo a los diseñadores. En los años de esplendor de Esther Cañadas paseaban las pasarelas y los anuncios Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Christy Turlington, Linda Evangelista o Cindy Crawford. Todas, leyendas.
Convertidas en celebrities, con tanta o más influencia que las tops influencers de hoy (las Hadid, Kendall Jenner y poco más), las tops de los 90 fueron una generación irrepetible y un fenómeno cultural que aún colea, pues casi todas continúan en activo. La industria de la moda española supo subirse a aquella ola con modelos de éxito como Judit Mascó,Inés Sastre o Nieves Álvarez. Sin embargo, ninguna tuvo el carisma de Esther Cañadas. Ninguna dio el campanazo internacional como hizo ella.
Lo contará, seguramente, en El Hormiguero: de niña la llamaban «la alemana» por sus facciones exóticas. Vivió en Albacete y Alicante y soñaba con ser detective privado, pero a los 14 se trasladó a Barcelona para trabajar como modelo. Así de claro lo tuvieron sus padres. Su belleza felina, con unos pómulos de alto impacto, la convirtieron en la ganadora del concurso Supermodel of the World, de la prestigiosa agencia Elite. Quedó finalista y comenzó su imparable carrera internacional. Arrasó en las pasarelas de París, Nueva York y Londres.
Ninguna modelo española tiene el curriculum que posee Esther Cañadas, con desfiles para Chanel, Yves Saint Laurent, Versace, Emporio Armani y de ahí, para abajo. Solo diremos que la fotografiaron los más grandes en activo en aquella época: Steven Meisel, Helmut Newton, Peter Lindbergh, Richard Avedon, Ellen Von Unwerth o Herb Ritts. Su rostro se hizo inconfundible, también porque ella se encargó de maximizar su impacto. Sus labios, cada vez más voluminosos, hicieron furor. Veremos si Pablo Motos le pregunta sobre ello en El Hormiguero.
El comentario sobre la impactante boca de Esther Cañadas fue general a partir de mediados de los 90. La modelo española se adelantó un par de décadas a las Kardashian y su marketing corporal: convirtió sus labios y afiladas facciones en su seña de identidad. Hubo una marca que cayó rendida a su operación estética: Donna Karan. La neoyorquina convirtió a Cañadas en musa y le extendió un contrato multimillonario.
En el icónico anuncio que Esther Cañadas protagonizó para el perfume DKNY, la modelo albaceteña aparecía acompañada por uno de los modelos más solicitados de aquellos años: el holandés Mark Vardenloo, probablemente el primer supermodelo masculino de la historia. La pareja Cañadas-Vanderloo no era normal: tanta belleza junto hizo explotar las pantallas. La química fue tal, que hubo boda de tops en junio de 1999 y en la Toscana italiana. Ella tenía 22 años. Él, 28. Estuvieron juntos 16 meses.
La verdadera historia de Esther Cañadas, con y sin Mark Vanderloo, se ha mantenido bajo siete llaves hasta hoy. Ninguno de los dos ha hablado de aquellos acelerados años, pero el supermodelo holandés deslizó en una entrevista en el diario ABC que ella «se hizo daño algunas veces». Lo cierto es que, tras su divorcio, terminó el contrato con Karan y, de repente, Esther desapareció de la moda. Hoy la modelo habla de una dolorosa enfermedad autoinmune a la que no le ha puesto nombre.
La primera década del siglo debió de ser un shock para Esther Cañadas, de vuelta en España y en plena recuperación de sus dolencias. La crónica social dio cuenta cada vez que se dejó ver, sobre todo a raíz de su matrimonio, en abril de 2007, con el piloto de motos Sete Gibernau. Convivieron cuatro años, uno casados, pero hasta ahí. Aún enferma, la modelo viajó a Hong Kong, Tailandia o México buscando soluciones a su dolencia. ¿Hablará de ello en El Hormiguero?
De la vida de Esther Cañadas en su peregrinar médico-espiritual sabemos poco o nada. A su vuelta en España, la vimos deslumbrante a la salida de la Clínica Ruber, donde tuvo a su única hija, Galia Santina, en 2014. Ya había roto con el polémico magnate hotelero Vikram Chatwal, con el que llegó a comprometerse. También tuvo una relación con el arquitecto valenciano José Barea en 2021. Desde Barea, la hemos visto entregada a la reactivación de su carrera profesional. Está mejor que nunca.
Un desfile para Balmain la volvió a poner en órbita en 2022 y suscitó la nueva ola de portadas que ha protagonizado en esta segunda etapa de espléndida madurez. Esther Cañadas se merece, sin duda, una nueva oportunidad en un negocio que fue, probablemente, tan cruel como generoso con ella. La moda le debe a la modelo española más exitosa de la historia una segunda edad de oro después de los 40. ¿Sabrá Pablo Motos rendirle un tributo a su altura en El Hormiguero? Ojalá.