Isabel Presyler y Carolina Molas, obligadas a entenderse. /
El fenómeno desatado por el romance, ruptura, reconciliación y boda de Tamara Falcó (41 años) e Íñigo Onieva (33) se ha convertido en la burbuja viral del invierno. De hecho, nos volcamos tanto en esta controvertida relación que el final feliz, con ceremonia y fiesta en el palacete Griñón, ha comenzado a sabernos a poco ya antes de que se produzca. Como contrapartida, dos protagonistas secundarias de este fascinante guión suben como la espuma: Isabel Preysler (72) y Carolina Molas (54).
La última esperanza de fascinarse con la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, el esperadísimo vestido de la novia, parece que no va a deparar el alto voltaje emocional que esperábamos. La hija de Isabel Preysler ya ha anunciado que será recatado y sencillo, como corresponde a su fe religiosa. ¿Qué nos queda? La madrina, en este caso la madre de Onieva, Carolina Molas . Y, por supuesto, Isabel.
Aún faltan semanas para el evento, pero Preysler y Molas, homólogas y residentes en sendas urbanizaciones de lujo, son objeto de más comparaciones, rumores y persecuciones que sus hijos. La narrativa que las une es irresistible: tras la sonada infidelidad de Íñigo Onieva, las crónicas quisieron convertirlas en incómodas conocidas. Carolina detesta la fama. Isabel, parece ser, no veía del todo idóneo a su hijo.
Tamara Falcó e Iñigo Onieva, en una cariñosa imagen de su amor recuperado. /
«Soy, y siempre he sido, una persona privada, absolutamente celosa de mi intimidad y la de mi entorno», se queja Carolina Molas en un comunicado urgente que ha tenido que enviar a los medios para que dejaran de perseguirla. Se duele de «difamaciones y desmerecimientos injuriosos» y ruega encarecidamente poder mantenerse «alejados del foco mediático». La familia Onieva Molas parece estar viviendo una tragedia.
Carolina Molas va a tener difícil lograr el anonimato que busca, pues su papel en la boda de Tamara falcó e Íñigo Onieva es más que relevante: acompañará a su hijo al altar como madrina. De hecho, existe más expectación por asistir al duelo de estilo entre Isabel Preysler y Carolina Molas que por ver el vestido de la novia. No disimulamos: preferimos pinchar el globo del look de Tamara para, llegado el momento, no decepcionarnos. La marquesa de Griñón ya ha revelado que ni su hermana Ana ni su madre lo entienden.
Otro factor que juega en contra de los Onieva Molas es la propia gestión del romance por parte de los contrayentes. La pareja ha ido anunciando sus idas y venidas en ruedas de prensa, portadas y declaraciones constantes. ¿Cómo puede pretender la madre del novio desaparecer y confundirse con el fondo? Carolina Molas insiste en que ella no pertenece «a ese mundo». Se equivoca: inevitablemente ya forma parte de él.
Las tensiones entre Isabel Preysler y Carolina Molas producidas durante la ruptura de sus respectivos hijos parecen haber quedado atrás por el bien de la pareja. Ahora, la reina de corazones insiste en que su consuegra «es encantadora». Sin embargo, no debe sentarle nada bien que Molas quiera desmarcarse de una manera tan radical del mundo de la popularidad y la fama, en el que ella se mueve.
Esta prevención frente al mundo del corazón que corre por las venas de los Onieva Molas no encaja nada con la actitud de las Preysler Falcó, una familia que se puede llevar esta actitud a lo personal. No es un buen momento para cargar estas tintas, pues la polémica ruptura de Isabel con Mario Vargas Llosa también se achacó a la supuesta frivolidad del clan de Puerta de Hierro.
Tamara ha heredado de su madre, Isabel Preysler, su querencia por las alfombras rojas y la prensa del corazón. Carolina Molas está en el polo opuesto. /
Carolina Molas no puede estar más lejos de la prensa rosa: su perfil es el de una emprendedora consolidada, CEO de una empresa familiar con seis décadas de trayectoria exitosa, dedicada a la venta de electrodomésticos. De hecho, en 2021 recibió el premio a la CEO del Año en su sector. Ni siquiera conocemos a su compañero sentimental, otro misterio que probablemente podremos despejar el día de la boda de Tamara e Íñigo.
De todos modos, la madre de Íñigo Onieva ha de estar atónita ante el poder del clan Preysler, responsable de obrar un verdadero milagro en su hijo. Para volver a los brazos de la marquesa de Griñón, Íñigo Onieva ha abandonado su agenda nocturna y, lo que es más sintomático, ha comenzado a frecuentar las misas. «Iñigo dejó su trabajo porque él mismo vio que no le llevaba a ninguna parte», desveló Tamara.
Carolina Molas no quiere ser comparada con Isabel ni busca recibir la atención mediática que esta disfruta, pero ha pecado de novata al manifestarlo así comunicado oficial mediante. Basta rehuir la prensa rosa para que esta te persiga a todo foco y sin cuartel. Molas ha de consolarse: las molestias que sufre hoy pueden llegar a compensarle si se confirma la metamorfosis, de truhán a creyente, de su hijo.