Laura Valenzuela vetsida de azul en los años 70: se convirtió en la primera 'novia de España'. /
Con un legado impresionante que nadie ha superado hasta la fecha, Laura Valenzuela, fallecida hoy en Madrid a los 92 años, ha dejado huella por su trayectoria profesional, por su vida sentimental y por su proyección como representante de una España que se soñaba moderna. Y sí, sigue siendo la mejor presentadora de la televisión.
Cómo es posible que la primera que se atrevió haya sido la mejor. Laura Valenzuela fue la primera presentadora de Televisión Española allá por 1956, el año en el que comenzaron las emisiones para las escasas 600 familias que tenían tele en casa. Más de medio siglo después, al escuchar su voz, sus inflexiones nada impostadas, y al contemplar su naturalidad, sus gestos absolutamente creíbles, la conclusión llega claramente. Fue la primera y la mejor. Aún no ha sido superada.
Nadie pudo enseñar a Laura Valenzuela (Sevilla, 1931) a hacer lo que hacía mejor que nadie: comunicar. De hecho, José Luis Ozores la envió a los estudios de Paseo de la Habana a preguntar por la televisión y terminó frente a la cámara, presentando a un bailaor flamenco. Convenció. Convenció tanto, que se convirtió en la novia de España durante los siguientes 15 años. La llamaban 'el telebombón', pero siempre fue mucho más que la belleza.
Pocas mujeres de la televisión han sido tan queridas como Laura Valenzuela, inolvidable como pareja de Joaquín Prat al frente de 'Galas del sábado'. En realidad, la primera presentadora de televisión de España (insistimos: la primera en todos los aspectos) llegó a la tele de rebote. Estudió idiomas, secretariado y comercio y llegó a mecanógrafa. Tal era el techo laboral de las mujeres en los años 50. Por suerte, Laura era alta para la época, y su 1,71 la sacó de la oficina para pasar modelos en una casa de modas.
Los nervios que jamás mostró en televisión, tiraron los dados de su destino en aquel empleo de modelo. La misma Laura Valenzuela contó que la despidieron por ponerle a una muy distinguida clienta un traje sin sacarle la percha. Era Cayetana Fizt-James Stuart y se enfadó muchísimo. El carácter de la duquesa de Alba fue, de esta manera indirecta, responsable de que Valenzuela saltara a televisión.
En los años 50 y 60, decir televisión era decir Laura Valenzuela, la presentadora más famosa de España. /
Rocío Espinosa (su verdadero nombre) revolucionó la televisión como Laura Valenzuela con su sensibilidad, tan moderna y tan entrañable a la vez. Laurita supo agradar al público, al régimen y a la censura. Y, mientras, se convertía en la mujer más famosa de España, capaz de llevar una vida sentimental absolutamente impensable para los estándares de la época. Su primer novio fue la televisión, pues las jornadas de trabajo se alargaban hasta la medianoche. El definitivo lo conoció en 1955. Tenía 24 años.
Laura Valenzuela apareció en la oficina del productor de cine José Luis Dibildos a instancias del padre de este y la contrató. Primero para rodar varias películas y luego como algo más. « No hubo un flechazo, nos fuimos gustando poco a poco. Era inteligente, culto, honesto, con un estupendo sentido del humor... Hasta sus rarezas me hacían gracia. El caso es que comprendí que me gustaría casarme con un hombre así», contó ella en su día.
Él, sin embargo, estaba muy a gusto viviendo con sus padres y disfrutando de su tiempo. De casarnos nada, ¿eh?», le advirtió. Por increíble que parezca, Laura Valenzuela y José Luis Dibildos estuvieron de novios 13 largos años. Más de una década de relaciones sin boda que ninguna pareja de la época podía permitirse sin sufrir críticas y marginación.
José Luis Dibildos y Laura Valenzuela el día de su boda. /
Sin embargo, Laura siguió en televisión y rodando las películas que él escribía, producía o dirigía. La última, en 1971, fue Españolas de París, junto a una debutante Ana Belén. Premiaron su interpretación, precisamente en la cinta que inauguró la llamada 'tercera vía del cine español': filmes taquilleros y con calidad. Antes, ya había rodado con Alain Delon o Sophia Loren, pero seguía prefiriendo la tele.
En 1972, en la cúspide de su fama, Laura Valenzuela volvió a convertirse en la mujer más admirada gracias a su desempeño como presentadora de Eurovisión, en aquella mítica edición que ganó Salomé en un cuádruple empate con Francia, Países Bajos y Reino Unido. Estuvo perfecta hablando cuatro idiomas y vestida con un mono de guipur blanco que trasladaba la imagen de una España moderna y atractiva.
Otro look para la historia fue el de su boda: se casó a toda prisa en Illescas, donde ya habían hecho lo propio Julio Iglesias e Isabel Preysler, con un importantísimo abrigo de visón blanco. Estaba preciosa. Fueron varios los factores que convencieron a Dibildos para pasar, al fin, por la vicaría. «Fue morir la madre de José Luis y decir: nos casamos», contó Isabel Vigiola, viuda del dibujante Antonio Mingote y amiga íntima de Laura Valenzuela, en el programa 'Lazos de sangre'.
Laura Valenzuela, en una de sus útlimas entrevistas en televisión. /
No fue esa la única razón para oficializar, por fin, la relación. Lo cierto es que Laura Valenzuela se quedó embarazada de su hija Lara . Tenía 42 años, y José Luis Dibildos movió cielo y tierra para poder casarse: estaba separado de una relación anterior y entonces no existía el divorcio, así que tuvo que mover muchas fichas para hacer 'desaparecer' su matrimonio anterior.
Lo cierto es que la relación de Laura Valenzuela y José Luis Dibildos suele recordarse por el machismo del director, quien pidió a su ya esposa que se limitara a trabajar en casa. « No quería que fuera actriz ni que fuera nada», confirmó Virgiola. Laura no se resistió y, de hecho, disfrutó de la crianza de su hija Lara y, cuando esta comenzó sus estudios universitarios, volvió a televisión.
«Ella era la misma en la tele que en casa. No tenía un personaje ni para presentar ni para nada», desveló su hija en el homenaje que le hizo Televisión Española en el programa 'Lazos de sangre'. Valenzuela explicaba su éxito de otra manera: «Caía bien a la gente. Resultaba agradable, más o menos simpática, y eso es el 90% del éxito».