Luces y sombraS
Luces y sombraS
Isabel Preysler, Carmen Lomana, Jaime de Marichalar... El funeral en Madrid en memoria de Ira von Fürstenberg, fallecida el pasado mes de febrero en Roma a los 83 años, reunía a lo más granado de la crónica social de nuestro país. Pero en el servicio religioso celebrado en la Real Basílica de San Francisco el Grande y organizado por su hijo, Hubertus de Hohenlohe, destacaba una discreta presencia: Lita Trujillo. Gran apoyo de la princesa Ira tras la muerte de su primogénito, Christopher, en 2006, la antigua estrella de Hollywood no quiso perderse el último adiós a su amiga.
A sus 91 años, la mujer que nació en Tel Aviv y se crió en el barrio neoyorquino de Brooklyn con el nombre de Iris Maria Lia Menshall, en el seno de una familia judía que consiguió huir del holocausto nazi, vive desde hace años una vida extremadamente modesta y apartada del foco mediático. Muy lejos quedan los tiempos en los que fue una rutilante estrella que protagonizó sonados éxitos de taquilla en los años cincuenta y una belleza que rivalizaba con sus contemporáneas Zsa Zsa Gabor y Kim Novak.
Tras unos primeros pasos en moda y publicidad con tan solo doce años, la futura Lita irrumpió en el mundo del espectáculo como corista en Las Vegas. En 1956 se trasladó a Hollywood y tras ser descubierta de forma casual por un productor en un restaurante, empezó a rodar películas junto a grandes nombres como Glenn Ford o Barbara Stanwyck.
Entre sus conquistas fuera de la pantalla podemos citar a actores como Steve Cochran y Ralph Meeker, pero el gran amor de su vida fue Ramfis Trujillo, el hijo mayor y playboy de Rafael Leónidas Trujillo, el dictador de la República Dominicana, uno de los déspotas latinoamericanos más despiadados, odiados y temidos.
«Fue un secuestro galante», recordaba Lita en una entrevista con 'El Mundo' cómo su esposo la raptó para llevársela a su país, poniendo así fin a su prometedora carrera en Hollywood. «Era un príncipe oscuro en un caballo blanco. Pero al mismo tiempo fue un error mío porque podría haber llegado mucho más lejos como actriz».
«Trabajé con los mejores: Paul Newman, Joseph Cotten, Glenn Ford, Steve McQueen, Anthony Quinn... y con muchos de ellos tuve lo que yo llamo 'EE': episodios eróticos. Cuando pienso en mí, creo que no existo, que soy un invento. ¡Me han pasado cosas tan surreales!«, contaba en 2019 a 'Vanity Fair' sobre su época dorada en la Meca del séptimo arte.
Pero sin pensarlo dos veces lo dejó todo, se casó con Ramfis y se trasladó al reino caribeño de su padre. Pero a los dos años, en 1961, su suegro, que había gobernado a su pueblo durante más de tres décadas, fue asesinado y su vida allí se derrumbó.
Lita y Ramfis no tuvieron más remedio que partir al exilio, primero en Francia y Portugal para recalar en España, donde se instalaron definitivamente. El antiguo playboy logró hacerse con gran parte de la fortuna multimillonaria de su padre, escondida en cuentas bancarias suizas. No en vano, se dice que Trujillo tenía la sexta fortuna del mundo en los años 50. Gracias a ella, se mudaron a un palacio en el lujoso barrio madrileño de La Moraleja.
Allí se dieron la gran vida al abrigo de la dictadura franquista durante ocho años, hasta que Ramfis se estrelló su Ferrari y murió de una neumonía provocada por el accidente en 1969. Entonces Lita renunció a su herencia en un pacto con sus hijos Ricardo y Ramsés, a cambio de una jugosa cantidad de dinero en metálico.
Se convirtió entonces, según las crónicas de la época, en 'la viuda alegre de España', siendo una figura destacada de la jet set marbellí. Para completar el cliché, salió durante veinte años, entre 1973 y 1993, con el torero Jaime Ostos. En una de las muchas anécdotas que convierten la suya en una vida de película, poco después de que este falleciera en Bogotá en 2022, Lita confesaba a la revista '¡Hola!' que el diestro le había pedido matrimonio en la última llamada que recibió de él, en marzo de 2020.
«Primero se puso María Gabriela, su hija, a la que quiero mucho, y luego, Jaime», relataba a la revista la antigua actriz. «Me pidió que me casara con él en Israel. Desde que nos conocimos en 1973, no dejó de hacerlo. Que cómo es posible que lo dejé, que no me casé con él… y que todavía había tiempo. Fue su última propuesta de matrimonio«, añadiendo que le entró la risa ante aquella insólita propuesta.
Acompañando a su mencionada entrevista en 'El Mundo', una amiga anónima de la israelí hablaba a las claras sobre las dificultades financieras de la otrora adinerada socialité: «Sus deudas son inmensas, pero se lo ha gastado todo, no le queda nada. Siempre ha vivido por encima de sus posibilidades».
Sobre esta situación, tras cambiar su residencia en la Moraleja por un piso de alquiler que pagaba gracias a la ayuda de algunos amigos aún fieles, Lita dijo: «Estoy pasando por un momento muy doloroso pero quiero llevarlo como algo muy personal e íntimo. Soy una figura triste. Tengo un sentido trágico de la vida, aunque siempre intento disfrazarlo con frivolidad, una forma de aliviar la tristeza».
Lita, que se ha declarado víctima de estafas y ha reconocido incluso que ha tratado de suicidarse en dos ocasiones, atravesaba también un mal momento con sus dos hijos, con los que no se hablaba. Con el pequeño, Ricky, haría al menos las paces con motivo de la muerte de su primogénito hace dos años. La noticia del fallecimiento de Ramsés Trujillo se reseñaba en una esquela en la que podía leerse: «Amor es el sentimiento más revolucionario que hay. Para ti mi bello hijo. Ha partido mi corazón. Tu mamá, Lita».