La condesa Marina CIcogna, nieta del fundador de Festival de Venecia, el conde Giuseppe Volpi, en una de sus recientes apariciones en la alfombra roja del Palazzo de Cinema del Lido. /
Las credenciales de Marina Cicogna, la gran dama del cine italiano y heredera simbólica de los destinos del Festival de Venecia , son testigo de otra época. De cuando la aristocracia podía, a la vez, guardar las esencias de las familias privilegiadas y romper con los estereotipos de la sociedad. Cicogna, modelo a los 88, bisexual y nieta del fundador del festival, el conde Giuseppe Volpi, extraña el glamour misterioso del viejo Hollywood y se resiente del imperio de usar y tirar de starlettes e inflluencers. El drama de Olivia Wilde y Florence Pugh a cuenta de 'No te rías cariño' le debe parecer el colmo de la horterada.
Marina Cicogna nació en el Palazzo Volpi de la Via del Quirinale, pero su flechazo con la gran belleza romana tuvo que esperar, pues su familia emigró muy pronto a Londres y, más tarde, a Lausana (Suiza) donde se relacionó con la familia real española. De hecho, vivió en el mismo hotel donde correteaban el rey emérito Juan Carlos y su primo Alfonso de Borbón, su primer novio. No se han tratado con demasiada frecuencia en la edad adulta, pero Cicogna admite que «a pesar de sus errores» le parece «un hombre encantador».
«Jugábamos de niños en Lausana», explicó en una reciente entrevista. «Su primo Alfonso, que después se casó con Carmen Martínez-Bordiú, fue mi primer novio. Adoro la compañía de don Juan Carlos, es muy espontáneo y animado. La gente así puede puede parecer desenfadada, pero es un hombre muy serio. Hoy, la prensa supone un gran problema. Les encanta destruir la reputación de la gente conocida. Le admiro, ha hecho muchas cosas bien y le considero extremadamente inteligente. Pero: nadie es perfecto».
Sus padres, el banquero y aristócrata Giuseppe Cicogna y la condesa Anna Volpi di Misurata Cicogna Mozzon', le transmitieron la pasión familiar por el cine. La joven Cicogna tenía que enamorarse de las películas, pues su padre produjo 'Ladrón de bicicletas', el clásico de Vittorio de Sica, y su madre montó la distribuidora y productora Euro International Film, con la que Marina coprodujo 'Belle de jour' (1967), de Luis Buñuel.
Más tarde vinieron 'Hermano sol, hermana luna' (1972), de Franco Zeffirelli o 'Érase una vez en América' (1984), de Sergio Leone. La última producción de Marina Cicogna fue 'Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha' (1970), ganó el Oscar a la mejor película extranjera. Más tarde trató de producir con Hollywood 'El último tango en París' y 'Portero de noche', pero ante la imposibilidad de llevarlas adelante dejó el cine.
Casi cuatro décadas de intimidad con la gran industria del cine la convirtieron en íntima de los grandes: Greta Garbo, Deborah Kerr, Marilyn Monroe, Marlon Brando, Montgomery Clift, Jeanne Moreau, David O. Selznick, el mítico productor de 'Lo que el viento se llevó'… En 1951, Marina se trasladó a Nueva York para iniciar sus estudios universitarios (finalmente, Fotografía en Columbia) y, de paso, alternar con Jackie Kennedy, Gianni Agnelli, Aristóteles y su inseparable Helmut Berger en Studio 54. La 'dolce vita' en la Gran Manzana.
Sonaron romances con Alain Delon, George Hamilton o Warren Beaty, aunque sus dos relaciones estables están protagonizadas por mujeres. La acompañó durante más de dos décadas la actriz brasileña Florinda Bolkan y hoy con Benedetta Gardona, a la que en 2010 adoptó como hija por cuestiones legales relacionadas con su herencia. Su lema es «las cosas suceden de forma natural», y eso incluye su bisexualidad. En el terreno de lo íntimo solo hay una cosa que no soporta: «No me gusta compartir el baño ni con hombres ni con mujeres.
Marina Cicogna continúa paseando la alfombra roja del Festival de Venecia, aunque ha confesado en distintas entrevistas que ya nada es lo que era en la industria cinematográfica, sobre todo desde el advenimiento de las redes y sus polémicas virales. Por ejemplo, el drama de este año alrededor de la película No te preocupes cariño, de Olivia Wilde.
»Hay muchas starlets de las que no conocemos sus nombres y si los sabemos, los olvidamos enseguida», ha reconocido Cicogna. «Ya no hay gente como Audrey Hepburn o Marilyn Monroe, con esa fuerte personalidad, que poseían ese algo indefinible que les hacía únicas. En la actualidad hay intérpretes brillantes, pero no estrellas. Las redes lo han vulgarizado todo».
Hasta que dejó el cine, su vida transcurrió entre Roma, Milán, Nueva York y Los Ángeles, convertida en figura clave en el desarrollo del cine de autor europeo en las décadas de los sesenta y setenta y mujer pionera en la producción de cine en Italia. Finalmente se instaló en su ciudad natal, donde inició una interesante carrera como fotógrafa y escritora, con tres libros notables. El primero, 'La mia Libia' (2005), es un recuerdo del país que gobernó su abuelo, y donde Marina Cicogna pasó largas temporadas entre 1957 y 1967.
'Scritti e scatti' (2009), su segundo volumen, recopila fotografías de juventud, plagadas de estrellas del Hollywood dorado. Su tercer libro, 'Imitatio vitae' (1010), es un libro de arte, un volumen fotográfico que gira alrededor de los capiteles del Palacio Ducal de Venecia y el impacto que los capiteles ducales causaron en ella. Incluye, además, las impresiones de algunos de sus sobresalientes amigos: Jeremy Irons, Rupert Everett, Marina Abramovic, Vanessa Redgrave, Diane von Fürstenberg.
La gran dama del cine italiano y encarnación de los orígenes aristocráticos del Festival de Venecia continúa, sin embargo, vinculada al cine. El gobierno italiano la designó asesora en los programas de financiación del Ministerio de Cultura: su opinión cuenta para repartir las subvenciones.
Sin embargo, su renacer para la celebridad tiene más que ver con la moda. En 2017 protagonizó la campaña de la colección crucero de Gucci, un «momento divertido» que ha acercado la figura de Marina Cicogna a las jóvenes generaciones. «Soy más famosa ahora que de joven, cuando hacía cosas realmente importantes».