Donald Sutherland, detrás de las cámaras: sus tres historias de amor y la caída en desgracia de su hijo Kiefer

Este 20 de junio ha muerto Donald Sutherland, el eterno buen actor que, sin embargo, no alcanzó la magnitud de estrella de Hollywood pese a una filmografia cargada de éxitos y algunos fracasos. Tuvo una vida azarosa que después desarrollaremos en detalle, pero sobre todo estuvo marcado por su vocación de ser actor, algo que descubrió desde su más tierna infancia que pasó en Saint John (Nuevo Brunswick), en Canadá. Esta semana tambien nos han dejado dos grandes estresllas francesas, Françoise Hardy y Anouk Aimée, por lo que este nuevo deceso supone consumar un mes de junio aciago para el show business.

Aunque inicialmente cursó una ingeniería, se matricularía en Arte Dramático en Toronto y para ampliar horizonte viajó hasta Londres, donde se matriculó en la Academia de Música y Arte Dramático. Pronto llegarían los papeles de gran calado en el cine, con títulos como Doce en el patíbulo, pero su gran salto a la fama se produce en el papel de un médico militar en la guerra de Corea en M.A.S.H. Después intervino en títulos como Klute, que le valió el Oscar a Jane Fonda y Johnny cogió su fusil.

Su carrera fue muy irregular, pero después de una serie de títulos fallidos llegaría Il Casanova de Federico Fellini, Novecento de Bernardo Bertolucci y en 1980 conseguiría uno de los papeles más duros en Gente corriente, a las órdenes de Robert Redford, en la que interpretaba a un padre que perdía a un hijo que se había suicidado. Otros títulos que no conviene olvidar son JFK de Oliver Stone, Cold Mountain con Nicole Kidman , The Italian job con Mark Wahlberg o la saga de Los juegos del hambre, que le vincula a un target juvenil.

De su azarosa vida sentimental debemos destacar que estuvo casado en tres ocasiones. La primera con la actriz Lois Hardwick, entre los años 1959 y 1966. Murió dos años más tarde a los 51. En 1967 Sutherland contrajo matrimonio de nuevo con Shirley Douglas, madre de dos de sus hijos, Rachel y Kiefer, que se hizo mundialmente famoso con la serie 24. Gran activista con los Panteras o la Guerra del Vietnam, había intervenido en películas como 'Lolita' de Stanley Kubrick y Mortalmente parecidos de David Cronenberg.

Shirley murió a los 86 años y fue su hijo Kiefer quien la despidió, como ha hecho ahora a su padre, con un emotivo mensaje en las redes sociales: «Mi madre fue una extraordinaria mujer que tuvo una extraordinaria vida. Tristemente, había estado luchando por su salud durante bastante tiempo y nosotros, su familia, sabíamos que este día llegaría», dijo en plena pandemia, pero aseguró que su madre se había muerto de una neumonía no relacionada con el coronavirus.

Donald Sutherland volvería a casarse en 1974 con la actriz Francine Racette, con quien tuvo tres hijos: los actores Rossif Sutherland, Angus Sutherland y Roeg Sutherland, también actores. El mayor éxito de su carrera fue Au revoir les enfants de Louis Malle y estuvo nominada al César por Lumière, que dirigió la mítica Jeanne Moreau y en la que también intervino Lucía Bosé, separada ya de Luis Miguel Dominguin . De los vástagos del actor, el que más quebraderos de cabeza le dio fue Kiefer, con problemas con la justicia incluidos. Por suerte, parece que ha logrado enderezar su cabeza y también su carrera.

Kiefer Sutherland estuvo a punto de casarse con Julia Roberts, pero le hizo un «novia a la fuga». Pese a encontrarse en la senda del éxito se refugió en el alcohol. Fue muy duro para él ver como la novia de América le dejaba por Jason Patric cuando estaban a punto de pasar por el altar. En 2007 fue detenido por conducir ebrio y pasó una temporada en la cárcel. No era el primer percance de estas características.

Donad Sutherland ha muerto a consecuencia de una larga enfermedad, pero estuvo trabajando casi hasta el final de sus días. Las palabras publicadas por Kiefer Sutherland para anunciar su fallecimiento resumen muy bien su periplo personal y profesional: «Con gran pesar les digo que mi padre, Donald Sutherland, ha fallecido. Personalmente me parece uno de los actores más importantes de la historia del cine. Nunca le amilanó un papel, bueno, malo o feo. Amaba lo que hacía e hizo lo que amaba, y nunca se puede pedir más que eso. Una vida bien vivida».

Una de las curiosidades del actor canadiense es que no quiso tener nunca el pasaporte estadounidense y este era el motivo: «No tenemos el mismo sentido del humor», dijo a CBC Radio. Siguió viviendo muchos años en Quebec, muy cerca de la frontera de Estados Unidos, y recibió con entusiasmo su Oscar honorífico, ya que no había sido nominado nunca a lo largo de su prolífica carrera.