Patricia Rato y Javier Moro. /
En diciembre de 2010 Patricia Rato y Juan Antonio Ruiz «Espartaco» abandonaron su estatus de pareja perfecta del toreo tras 20 años de matrimonio y tres hijos en común. Una historia, la de la chica de buena familia y el torero hecho a sí mismo, que se cierra definitivamente con la boda el próximo 8 de septiembre de Patricia Rato con Javier Moro Peralta.
12 años después de que se resolviera aquella demanda de divorcio en un juzgado de Sevilla, el futuro sentimental de Patricia Rato tendrá el final feliz que adoran las revistas de la prensa rosa. Pero nos tememos que si la primera boda de Patrica Rato fue casi secreta, la segunda lo será aún más: la pareja que forma con el empresario es el epítome de la discreción.
Apenas un año después de que Patricia Rato rubricara su divorcio con Espartaco la prensa rosa ya afirmaba que no estaba sola: se captaron las primeras imágenes de la ex del torero con alguien muy cercano a su ex marido, el empresario (y ex compañero de caza del torero) Javier Moro.
A posteriori se supo que la pareja de Espartaco y Patricia Rato estaba rota desde 2005 y que ambos estaban más que legitimados para rehacer sus vidas. Pero las malas experiencias con la prensa rosa que padeció Patricia Rato durante el divorcio tuvieron un efecto colateral: tras su separación se embarcó en una campaña de mutismo y desmentidos sobre cualquier cosa que tuviera que ver con su vida sentimental.
Por eso cuando la revista Lecturas se animó a desvelar la buena sintonía que existía entre el empresario y Patricia Rato mientras compartían compras y coche por Madrid y apuntó a que habían pasado una noche juntos en un parador extremeño, Patricia Rato negó la mayor: seguía soltera.
«El día que tenga un amor no pienso esconderme, pero hoy por hoy estoy sola y ni siquiera tengo ganas de pensar en un hombre», explicó Patricia Rato tras la publicación de las imágenes y los cotilleos posteriores. Y a continuación procedió a esconder su relación hasta que el horizonte no se despejara de paparazzis.
«Me siento muy presionada, hasta el punto de que incluso las citas laborales las mantengo dentro de los despachos pues me preocupa que saquen fotos fuera de contexto y que perjudiquen a esas personas», aseguró Patricia Rato que le dolía la boca de desmentir todo lo que se decía de ella y, especialmente, todo lo que se decía sobre él. Hasta tuvo que aclarar que no había conocido a Javier Moro cuando estaba casada sino en un cumpleaños de un amigo común tras su divorcio.
Pero la prensa no se resistía a la tentación de emparejarlos. En aquel momento ella tenía 42 años, estaba recién divorciada y la mayor de sus hijas, Alejandra, aún era una joven de 19 años (curiosamente la misma edad que tenía Patrica Rato cuando empezó su relación con espartaco). Por su parte, Javier Moro también estaba divorciado, tenía dos hijos, muy buena planta y ya había superado los 50 años. Eran la nueva pareja perfecta.
Ambos estuvieron de acuerdo en que la discreción era fundamental para sobrevivir. Tanto es así que durante años los titulares sobre Patricia Rato y Javier Moro han sido bastante tibios y casi todos han acabado reduciendo a una bonita «amistad» la relación que mantenían.
Pero, por debajo, los rumores continuaban y en la Semana Santa sevillana de 2012 la imagen de Patricia Rato enseñando a su «amigo especial» las cofradías era la imagen más cotizada y buscada por los paparazzis. Aquel fue un año muy duro para la ex de Espartaco porque en enero había fallecido su padre, el empresario Ramón Rato Figaredo, y todos esperaban captar junta a la pareja para confirmar el idilio. No lo lograron, como tampoco les pillaron de viaje por Roma ni de peregrinación a Lourdes.
Lo que sí se consiguió fue, tres años después, ver a Javier Moro asistiendo al funeral del padre de Patricia Rato que se celebró en la iglesia de San Francisco de Borja en Madrid. Pero aunque estuvieron en la misma ceremonia religiosa fue imposible fotografiarlos juntos y los medios continuaron con la narrativa de la gran amistad.
Las sucesivas misas funerales que han tenido lugar a lo largo de esta década se convirtieron casi en la única forma gráfica de tomarle el pulso a su relación. En 2017 y 2018 Javier Moro y Patricia Rato, junto a su hija Alejandra, entraron juntos a la iglesia para el funeral en recuerdo de los padres de Patricia. En 2019 a la salida del funeral de Germán López Madrid hasta se les vio cogidos del brazo.
Al final los fotógrafos se cansaron de perseguirles y ellos normalizaron el no explicar nada. Sin declaraciones, fotos ni escándalos su política de comunicación fue un éxito y consiguieron vivir su historia de amor sin ocupar portadas.
Para cuando ignoraron a la prensa en la boda de Fátima Úrculo con José Luis Santos en 2021, nadie enarcó una ceja. Al fin y al cabo era lo habitual y en aquel momento todos estaban centrados en captar a otra ex de torero, la recién divorciada Paloma Cuevas.
No sabemos cómo será la boda del próximo 8 de septiembre, es difícil que sea más discreta que la que vivió Patricia con Espartaco en 1991, una ceremonia a la que solo acudieron sus suegros y los hermanos del torero. Lo que tenemos claro es que será tan discreta que pasará desapercibida, como la mayoría de su historia de amor.