EMPRENDEDOR Y LUCHADOR
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En la familia Lapique, dos de las hermanas han alcanzado una gran popularidad, Cari, que se casó con Carlos Goyanes, y Miriam, que contrajo matrimonio con Afonso Cortina de Alcocer, dos figuras públicas con un enorme peso específico. Han sido habituales de la crónica social desde hace décadas y ahora han vuelto al primer término mediático por la inesperada muerte del que fuera marido de Marisol y esposo de la primera, y de Caritina Goyanes, su hija mayor, a los 46 años.
De los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por Manuel Lapique Quiñones y Caritina Fernández de Liencres y Liniers es el cuarto, Pedro, quien tiene tras de sí una gran historia de superación personal. Pese a su linaje y la popularidad de sus hermanas se ha mantenido apartado de los medios de comunicación, aunque ha hecho algunas excepciones que nos permiten trazar su semblanza personal.
En noviembre de 2016 concedió a Lucas de la Cal una esclarecedora entrevista publicada por El Mundo en la que daba cuenta de su particular periplo que le llevó a cambiar de vida de una manera radical. Fue en el Amazonas donde se encontró a sí mismo, superó sus adicciones y encontró a la mujer de su vida, Iracema Gregorio de Melo.
Pedro Lapique e Iracema se conocieron en 2002 y son padres de tres hijos, Manuel, Christian y Leticia. Su vida cambió cuando el hermano de Cari Lapique recaló en Cielo de Mapia, en el sur del Amazonas brasileño, donde logró apartarse del mundanal ruido y de hábitos nada saludables. Iracema ha nacido en esa pequeña comunidad brasileña y es allí donde decidió establecerse.
No resulta sencillo llegar a este enclave brasileño (se requieren al menos tres vuelos, canoa y todoterreno) en el que, según refleja el reportaje, Pedro Lapique se ha ganado el respeto de sus habitantes y, en palabras textuales del autor, se le conoce como «el hombre blanco con dinero que ha dado trabajo y ayudado a esta comunidad».
El hermano de Cari y Miriam Lapique desvela que no tiene interés en salir en la crónica social, de la que sí han sido habituales sus dos hermanas, y manifiesta que sus encuentros no son muy habituales. De todas formas, califica su relación de «muy buena» y concreta que cuando se ven lo hacen en España.
Con mucha franqueza, Pedro Lapique aseguraba en la entrevista que la movida madrileña le llegó cuando solo tenía 18 años y que fue entonces cuando sucumbió y no encontró la manera de desengancharse mediante los métodos habituales. Fue entonces cuando entró en contacto con el psiquiatra catalán Josep María Fábregas que le ayudó a encontrar el camino que tanto buscaba.
Conoció el centro de desintoxicación Patro Raso, en la selva. Fue todo un éxito. Además, conoció a su mujer en 2002. Un año más tarde se mudaron a Río de Janeiro y más tarde se trasladaron a Saquarema, donde estuvo trabajando en una inmobiliaria y en la bolsa. En 2013 se instalaron en una finca en Almaraz, en la provincia de Cáceres, pero su mujer echaba mucho de menos sus raíces y regresaron a Brasil. Volvieron a Cielo de Mapia.
La casa del matrimonio está situada en una colina. Es de madera y cuenta con doscientos metros cuadrados construidos en una finca de 10.000. Para la extracción del agua disponen de un pozo de quince metros de profundidad y para la energía placas solares. Su plan en el momento de publicación de esta entrevista era que sus hijos crecieran sanos y felices en la selva y que más adelante fueran a una universidad europea. En cuanto a regresar a España, se lo planteaba solo para vacaciones. Sin duda, la tragedia de la muerte de Caritina ha sido para él también un golpe muy duro. Como sus más allegados, es un firme apoyo para Cari Lapique.