Carmen Ordóñez, una mujer que marcó una época. /
Si hay un término que podemos aplicar a Pilar Lezcano, viuda de Antonio Ordóñez, es el de «discreta». Pese a formar parte de una saga familiar muy mediática, siempre ha intentado mantenerse en un segundo plano y han sido muy pocas las ocasiones en las que se ha manifestado a propósito de los asuntos privados o sobre sus desavenencias con Carmen Ordóñez, que tuvo una vida trágica . La última de ellas fue en el programa 'Lazos de sangre' de TVE.
Fue en 2018 y Pilar Lezcano contó cómo surgió su historia de amor con el mítico torero, íntimo de insignes figuras como Ernest Hemingway y Orson Welles. Coincidieron en un avión de regreso de París. Dos meses más tarde, en noviembre, el torero la llamó para invitarla a comer y ella aceptó.
En una entrevista en 2012 en ABC, Pilar Lezcano daba muchos pormenores de cómo comenzó esa relación sentimental: «Tenía una relación con una persona que aún vive. Trabajaba como directora de Euroforum Escorial. Nos conocimos en un avión. Creo que él iba con Lola Flores y coincidimos en la fila. Le acababan de operar y cuando llegamos a Barajas me estaban esperando de mi trabajo y le acercamos a su casa. Al día siguiente me envió unas flores de agradecimiento y nunca más.
Y añadió: «Cuando murió su mujer, me lo comentaron en la oficina y le envié un telegrama. En noviembre me llamó para comer con unos amigos. Eran Blanca y Jaime Martínez de Irujo. Quedamos a comer más veces, siempre con amigos. Realmente empezamos a salir un año y medio después de enviudar, en la Goyesca del septiembre de 1983, que es cuando me pidió la mano».
Poco a poco empezó a trascender esa relación a través de las revistas del corazón y no contó con el beneplácito de las hijas del torero, Carmen y Belén Ordóñez, que tenían muy reciente la muerte de su madre, Carmen Cristina González y Lucas, conocida como Carmen Dominguín , fallecida a consecuencia de un cáncer en 1982. Un golpe durísimo para toda la familia.
La boda de Pilar Lezcano y Antonio Ordóñez se produjo catorce meses después de quedarse viudo y se realizó en secreto. Fue en noviembre de 1983 en Marbella, pero nadie podía concretar ni la iglesia ni el día concreto, porque extremaron las medidas de seguridad para que no trascendiera.
Pilar Lezcano y la duquesa de Alba tenían muy buena sintonía. /
Las tiranteces de las hijas del torero con su padre comenzaron cuando vieron que la relación iba en serio y después de su boda se complicaron las cosas. Cuando Antonio Ordóñez falleció víctima de un cáncer el 19 de diciembre de 1998 surgió el problema de la herencia. Como suele ocurrir en estos casos, no siempre llueve a gusto de todos.
Todo parece indicar que el torero dejó la legítima (un tercio de la masa hereditaria) a sus dos hijas, Carmen y Belén Ordóñez . La pieza más importante en términos de bienes raíces fue la finca El recreo de San Cayetano, que recayó en sus nietos, pero el usufructo vitalicio para su viuda. Una propiedad cargada de simbolismo que había comprado el padre del torero, que nació allí el 16 de febrero de 1932.
En la actualidad, Pilar Lezcano, que mantuvo una excelente relación con la duquesa de Alba y con otras figuras de la alta sociedad que rodeaban a su marido, vive apartada del mundanal ruido. No se prodiga en actos públicos ni ha vuelto a hacer declaraciones.