Vivan las novias
Vivan las novias
En febrero de este año saltaba a los titulares la noticia de que la familia real británica había celebrado su primera boda lésbica después de que la tataranieta del rey Jorge V y la número 74 en la línea de sucesión al trono, Ellen Lascelles, se casara con su novia australiana, Channtel McPherson,. El enlace tuvo lugar Nueva Gales del Sur (Australia), en una divertida ceremonia al aire libre celebrada.
Aunque hay quien opina que en realidad es la segunda, ya que en enero de 2017 Lady Anna Gordon anunciaba su enlace con su novia Sarah McChesney, este hecho no deja de tener especial relevancia, al igual que acaba de ocurrir con el 'sí, quiero' de María Juncadella Hohenlohe y Mariana de Bergia. La aristócrata y la arquitecta acaban de contraer matrimonio en una original fiesta que ha tenido lugar en Málaga, en la que ha sido la primera boda gay en todos los muchos siglos de existencia de la longeva dinastía alemana Hohenlohe.
Al ritmo de las Azúcar Moreno, que pusieron el broche de oro a la ceremonia, el enlace fue un canto a la extravagancia, a la diversión y a la bohemia. Con invitados de relumbrón como el interiorista Tristán Domecq, el pintor Ignasi Monreal, la escultora Bárbara Pan de Soraluce o la empresaria y DJ Inés Bilbao de la Cierva, hubo profusión de looks inspirados en los años 70 y brillaron los abanicos de plumas, al más puro estilo de Locomía.
En las pocas imágenes que han trascendido en Instagram del gran día de Mariana y María, dado que gran parte de los invitados tienen sus redes en modo privado, se pudo ver a las novias radiantes de felicidad, llegando al convite al aire libre portando bengalas de colores entre los aplausos y vítores de los invitados. Pero sí de la aristócrata, hija del empresario José María Juncadella y de la princesa Cristina de Hohenlohe, sabemos bastantes cosas, no así de su flamante nueva esposa. Vamos a investigar un poco sobre ella.
Poco, muy poco deja traducir la joven sobre apenas ningún aspecto de su vida a las personas fuera de su círculo de confianza. No ha dado entrevistas y a ningún otro medio se le había ocurrido dedicarle un perfil, por somero que fuera. Si había alguna esperanza de encontrar pistas sobre ella en Instagram, agua. Su cuenta tiene candado y ni siquiera nos regala una clásica frase de perfil que nos ayude a contextualizarla.
¿Y en LinkedIn? Una profesional como ella debería tener presencia en esta red. Pues tampoco. Más allá de definirse como arquitecto y freelance, tan solo nos confirma que se licenció en la Universidad Europea con un doble grado en Arquitectura y Bellas Artes y que terminó sus estudios en 2017.
Por suerte, y aunque lo tenga desactualizado desde 2018, su perfil de Facebook sí que nos aporta algo de información sobre una Mariana que en aquel momento tenía su residencia en la ciudad californiana de San Diego. Además de demostrar su espíritu viajero con una sucesión de imágenes de playas, cumbres nevadas y junglas de Asia, es en unos cuantos llamamientos a campañas de la web change.org donde avistamos algunas de sus inquietudes personales.
Por ejemplo cuando comparte una petición para que baje la cuota de autónomos en España, otra para que se proteja a los políticos que denuncian la corrupción y otra tercera para que se adapten todas las estaciones del Metro de Madrid. «Es importante para mí que este país tenga en cuenta los derechos de todos sus ciudadanos. Presumimos de tener uno de los mejores metros del mundo y es vergonzoso que hoy en día existan servicios públicos no adaptados», escribía con visible enfado por esta cuestión.
La historia de amor que ha terminado en intercambio de anillos entre Mariana de Bergia y María Juncadella Hohenlohe pudo no haber ocurrido nunca si la también muy discreta aristócrata hubiera llevado a buen puerto el enlace que tenía planeado celebrar en Ibiza con su novia de entonces, Carlota Redón, a la que conocía desde su infancia.
Era el año 2021, y todo estaba listo en la isla para el 'sí, quiero' de la joven que fue presentada en en el famoso baile de debutantes de París con su pareja, formada en ADE y con la que, además de amor, compartía negocio, ya que juntas pusieron en marcha Oceánica Gin, una marca de ginebra.
Sin embargo, tan solo un par de semanas antes del día marcado en rojo en el calendario, todos los planes se cancelaban. En aquel momento se esgrimieron las estrictas restricciones de la pandemia en las Islas Baleares como motivo de la decisión de la pareja de no contraer matrimonio. Pero como asegura el dicho, «de una boda sale otra» y esta vez, la sabiduría popular ha vuelto a acertar.