Raphael y Natalia Figueroa fotografiados en los años setenta, poco después de casarse. /
El éxito sostenido de Raphael a lo largo de su carrera está fuera de toda duda: en 1982 logró un disco de uranio, solo al alcance de aquellos que venden más de 50 millones de discos. Hablamos un exclusivo club en el que solo están AC/DC, Michael Jackson y Queen. Cabe pensar que, por muy leoninos que fueran los contratos a lo largo de su carrera, su fortuna ha de ser formidable. Aún así, jamás ha presumido de un estilo de vida de nuevo o viejo rico. Recordemos que su esposa, Natalia Figueroa, le convirtió en marqués consorte.
No la hemos visto con detalle en las revistas del corazón, pero la joya de la corona del patrimonio de Raphael y Natalia Figueroa es su casa, en la urbanización de lujo Montepríncipe, en Boadilla del Monte. Adquirida en los años 70, se encuentra a escasos treinta minutos del centro de Madrid: un lujo al alcance de muy pocos que se ha revalorizado enormemente con las décadas. Las casas y mansiones allí están valoradas entre 2 y 11 millones de euros.
También conocida como 'Los Martos', la mansión de Raphael y Natalia está construida en una parcela de 2.400 metros cuadrados de superficie. Y poco más se puede decir, pues la pareja siempre ha sido muy celosa de su intimidad y, aunque se realizaron algunos retratos del cantante en el interior, son de hace varias décadas. Tampoco mostraron la que fue su base de operaciones entre 1985 y 2002: una imponente casa en Miami que había pertenecido a Richard Nixon.
La llamada 'Casa Blanca de Miami', por haber acogido a un presidente de los Estados Unidos, está situada en una de las zonas más privilegiadas de la ciudad, Key Biscayne. Con vistas al mar y helipuerto, para que sus millonarios invitados pudieran acudir en sus propias naves aéreas, estaba tan fortificada como se podría esperar de la residencia de las más altas esferas de la política. Raphael y Natalia la disfrutaron con total discreción y la vendieron en 2002.
Solo se conoce una propiedad más en manos de Raphael y Natalia Figueroa: un chalet en Ibiza, convertido en el refugio de vacaciones favorito de toda la familia. Ubicado en la localidad de Sant Josep de Sa Talaia. Se trata de una casa con dos plantas y 230 metros cuadrados, con una piscina de 35 metros cuadrados y un jardín con más de 500. Vistas al Mediterráneo, por supuesto, espectaculares.
La mansión de Ibiza, de cuya terraza quedó algún que otro testimonio gráfico en Instagram, es la única propiedad a nombre de Raphael. La casa de Montepríncipe está registrada a nombre de Natalia Figueroa, quien también consta como propietaria de un piso en el madrileño barrio de Salamanca y la residencia de sus padres, los marqueses de Santo Floro, en Sigüenza. Se dijo que poseía una isla en el Mar Menor de Murcia, pero en realidad es propiedad de una sobrina segunda de su padre, Ana María Navarro, marquesa viuda de Sierra Nevada.
Raphael y Natalia Figuerosa, el día de su boda. /
Según desvela 'Infobae', Raphael es administrador único y accionista mayoritario de una sola empresa en el Registro Mercantil que se dedica a las artes escénicas: The Boy on Stage S.L. Constituida en 2007 y con sede en Boadilla del Monte, se dedica a la compra, venta y explotación de locales destinados a la exhibición cinematográfica, teatral y de variedades. Tiene dos empleados a su cargo y posee de un activo de 4 millones de euros, la mayor parte en liquidez.
Evidentemente, el patrimonio de la larguísima y exitosa carrera de Raphael no puede reducirse a un par de casas, por muy lujosas que sean. Y, aún así, el cantante no se resigna a disfrutar de una dorada jubilación, al contrario. En los últimos años, sus grabaciones, conciertos y apariciones en televisión parecen haberse acelerado y hasta protagonizó una docuserie, 'Raphaelismo', para Prime Video. Empeños en los que, seguramente, han ayudado mucho sus dos hijos, Manuel Martos, ejecutivo discográfico, y Jacobo Martos, director de series.
En 2020, al final de la pandemia, dos conciertos de Raphael en el WiZink Center de Madrid (el antiguo Palacio de los Deportes) se recibieron con cierta polémica por persistir aún restricciones que impedían a las familias reunirse en Navidad. No fue una operación motivada económicamente, pues solo se pudo vender el 25% de la capacidad del recinto. Quedó confirmado que el caso de Raphael no era el de, por ejemplo, Leonard Cohen, obligado a hacer giras por encontrarse en la ruina.
El cantante de Linares siempre ha mencionado el amor por la música y su vocación para justificar su permanencia en los escenarios, algo que queda fuera de toda duda si tenemos en cuenta que esta Navidad tenía, de nuevo, dos fechas cerradas de nuevo en el Wizink Center de Madrid. Consignemos, además, algo de esa gloria que forma parte de la naturaleza de divos y divas de la canción. Quizá lo que ha impulsado al Raphael que conocemos hasta este momento, mucho más que engrandecer una fortuna que, por lo escondida, ya ha de ser magnífica.