El discreto Jubileo de Oro con el que la reina Margarita de Dinamarca ha celebrado sus 50 años en el trono nos ha dado la oportunidad de contemplar de nuevo a la familia real danesa unida y sonriente. Pero basta ver a todos cogidos de la mano para recordar que hace apenas un par de años la estampa era bien distinta: el príncipe Joaquín de Dinamarca, que hoy cumple años, parecía en 2020 empeñado en seguir los pasos de su padre y ser el origen de todas las polémicas royal de su país. Spolier, la situación se zanjó con un autoexilio ebn Francia con su segunda esposa, la princesa Marie, eterna rival de la mujer que se convertirá en reina consorte, Mary Donaldson .
Joaquín de Dinamarca y su historia de celos, amores, descalabros etílicos y polémicas ha dado para mucho. Incluida una portada explosiva de la revista Svensk Dam que describía así el famoso beso de Joaquín de Dinamarca con su cuñada australiana (y esposa de su hermano el príncipe Federico): «Después de una fiesta, Joaquín agarró a Mary y la besó intensamente. Un contacto físico que no fue fraternal, sino un apasionado y ardiente ataque que terminó con un largo beso en la boca… Aunque parezca chocante, la bella Mary no solamente se dejó besar sino que participó con una sonrisa en la demostración de amor de su cuñado… Mientras tanto Marie con cara de circunstancias pasó el mal rato de la forma más civilizada que pudo». Con relatos como este no es de extrañar que la prensa rosa añore al príncipe más polémico sustituido ahora por un royal cincuentón que pasea de la mano de su esposa detrás de su madre en su Jubileo.
El núcleo duro de la familia real danesa no es muy extenso (apenas está compuesta por la reina Margarita II de Dinamarca y sus dos hijos) pero da para un rico anecdotario. Desde las polémicas declaraciones que hace la reina Margarita II en sus discursos de año nuevo, a los intentos de fuga y desaires de su propio esposo (ya fallecido) el príncipe Enrique de Dinamarca, a la mala imagen que ha tenido siempre la mujer de su primogénito (la princesa María de Dinamarca) todo parece pensado para dar siempre algo de qué hablar. Pero si hay un miembro de la familia real danesa que destaca por encima de todos en el ranking de declaraciones polémicas de los royal ese es el príncipe Joaquín de Dinamarca: el hijo de la reina que confesó al mundo en 2020 que estaba harto de ser un segundón.
«El segundón» (como él mismo se llama) en la línea sucesión al trono danés nació hace 53 años (en 1969) y vivió la típica infancia y adolescencia royal con colegios exclusivos y vacaciones en palacios franceses en la que lo único que destacó fue su interés por formarse como ingeniero agrícola. Desde el principio de los tiempos adquirió el gusto paterno (un hombre que jamás aceptó ser solo el consorte de la reina) de intentar acaparar más atención de la que podía manejar.
Su matrimonio con la exótica Alejandra Manley fue su do de pecho en el mundo royal y la prensa de su país, que llevaba años aireando su vida amorosa, se fortó las manos ante lo que estaba por venir. La que fuera princesa de Dinamarca y hoy es solo condesa le proporcionó los años más felices de su vida… hasta que dejaron de serlo. La pareja se casó en noviembre de 1995, tuvo dos hijos y se despidieron en 2004 cuando ella dijo basta por los problemas que el hijo de la reina Margarita II tenía con el alcohol en ese momento.
Esa fue una de las causas del divorcio, la otra fue aireada por los medios de comunicación más amarillistas del país: el príncipe tenía una relación extramatrimonial con la que se convertiría en su segunda mujer, la francesa Marie Cavallier.
Tanto el príncipe como su nueva mujer (se casó con ella en 2008) siempre han negado que el príncipe fuera infiel, ¿pero quién podría resistirse a un rumor de este calibre? Por lo visto en la prensa danesa, nadie, y desde ese momento el príncipe ha confesado sentir que existe una campaña en su contra que culminó en 2019, cuando abandonó su país para establecerse en Francia con su mujer y los dos hijos que ha tenido con ella convirtiéndose en el segundo príncipe europeo en abandonar su propio país.
El príncipe Joaquín de Dinamarca con su segunda esposa la princesa Marie. /
La prensa danesa afirma que es el poco peso que tiene su papel en el desempeño de las funciones de la casa real y los celos que siente por su hermano los que motivaron que el príncipe Joaquín se instalase en París para trabajar en la embajada danesa con un puesto que los partidos políticos de su país denuncian que se ha hecho a su medida (y sin renunciar ni a su estatus, ni sus títulos ni a su asignación estatal).
Ya en 2015 la prensa aireó que la ausencia de Joaquín, su mujer y su descendencia del posado veraniego que la familia real realiza cada año en Graasten obedecía a las tensiones entre el heredero al trono, el príncipe Federico, y su hermano menor.
La realidad es que el príncipe continúa en Francia (y así estaba programado que siga hasta, como mínimo 2023), aunque no sabemos si por gusto o por el destino: Joaquín de Dinamarca sufrió un ictus en 2020 que provocó que tuviera que ser operado de urgencia en Francia (y que provocó el primer reencuentro con su hermano desde que abandonó Dinaarca) y su esposa se dedicó a conceder entrevistas en los medios en las que dejaba traslucir que ellos se habían ido porque eso les pidió la corona.
Con el ictus que padeció en 2020 parece ser que también le llegó al príncipe la necesidad de reflexionar en voz alta sobre su papel en la vida y ha usado los medios de comunicación para confesar lo que siempre le ha torturado: que es un «segundón».
«El príncipe heredero simplemente tiene que seguir el curso de los acontecimientos. Pero nada está definido para el segundo ni la esposa de esta persona, ni por escrito ni en forma oral. No siempre es fácil. Tenemos que averiguarlo por nosotros mismos», explicó el príncipe en una entrevista concedida para Point de Vue.
En la misma entrevista unió su discurso con el que mantuvo su propio padre, el príncipe Enrique de Dinamarca. El padre de Joaquín de Dinamarca era de origen francés y su estatus de príncipe no cambió al ascender la reina al trono en los años 70, continuó siendo el príncipe consorte de la reina.
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No lo llevó bien, protagonizó escandalosas huidas de Dinamarca y llegó a fugarse a Venecia porque no se le daba el reconocimiento que él deseaba tener. De hecho, lo llevó tan mal que se negó a que le enterraran junto a la reina Margarita II en la tumba real preparada para ambos: «Si la reina quiere que me entierren junto a ella, que me haga rey consorte». Como nunca consiguió ser rey, finalmente a su muerte fue incinerado y sus cenizas esparcidas en los jardines de palacio y en el mar.