Alexandra de Hannover, hija pequeña de Carolina de Mónaco, se ha convertido en una royal más en el nutrido grupo de Grimaldis que ponen al Principado en el mapa. / GETTY IMAGES

Por qué Alexandra de Hannover prefiere ser una Grimaldi famosa (y seguir los pasos de su madre, Carolina de Mónaco) a una anónima princesa alemana

La brecha entre la hija menor de Carolina de Mónaco y los Hannover aumenta. Si la geografía es una metáfora de la vida, Alexandra ha decidido que prefiere la vida Grimaldi de largo.

Solo tiene 23 años, pero la suerte de Alexandra de Hannover parece echada. La princesa con más rango aristocrático de la familia Grimaldi no hace da ya demasiadas muestras de desear trascender la zona de influencia de su familia materna. Cada temporada que pasa lo deja más y más claro: la hija pequeña de Carolina de Mónaco se ha integrado con total normalidad en la nómina de royals patrocinados por la moda y perseguidos por los paparazzi en París y Montecarlo. Su agenda del último año no deja lugar a dudas: cada años que pasa, Alexandra se vuelve más Grimaldi y menos Hannover.

Existen, sin duda, razones para esta apuesta ya decidida de Alexandra por los Grimaldi. Digamos que su infancia no ha sido demasiado tranquila, con unos padres embarcados en una relación que comenzó con mentiras (Ernesto estaba casado con su primera esposa y madre de sus dos hijos) y terminó entre escándalos (por el alcoholismo y las maneras macarras de él). Lógicamente, Alexandra se refugió en su madre.

Cómo se llevan en realidad Alexandra de Hannover y su padre, Ernesto

A día de hoy, la verdadera relación de Alexandra con Ernesto de Hannover es uno de los misterios por resolver en Mónaco. Imposible saber si padre e hija mantienen una comunicación fluida de manera privada, pero si de nuevo nos atenemos a la geografía, no parece que haya tenido demasadas ocasiones de darse un abrazo en los últimos años. Ernesto vive a caballo entre Madrid, Ibiza y Salzburgo, mientras que Alexandra tiene su base de operaciones en Montecarlo.

En Madrid, Ernesto de Hannover ha roto el perfil bajo que disfruta su hijo pequeño, Christian, su esposa, Sassa de Osma, y sus dos mellizos. No solo por su romance con Claudia, la hija de la popular aristócrata Pitita Ridruejo, sino por sus altercados en un conocido hotel de lujo, del que tuvieron que echarle, y algunas imágenes desafortunadas de sus excesos con el alcohol por las calles de la capital o la isla pitiusa.

Resulta comprensible que Alexandra de Hannover ni asome por Madrid, y prefiera quedarse en el territorio que cae bajo dominio de su madre: París, toda la Costa Azul y Mónaco. A pesar de que mantiene una gran relación con el matrimonio formado por Christian y Sassa, como pudimos ver en su boda celebrada en Lima, a la que Ernesto no acudió. Una nota interesante: a la boda limeña también asistieron Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi, todos íntimos del matrimonio Hannover-Osma.

Sin embargo, existe otra cuestión que podría haber alejado aún más a padre e hija y, por tanto, reafirmado la presencia de Alexandra de Hannover como una más en el equipo Grimaldi. Se trata de la supuesta intervención de Carolina de Mónaco en el conflicto que ha roto la relación entre Ernesto y su hijo mayor, Ernesto Jr., quien desde mayo de 2012 preside la Fundación Herzog von Cumberland que gestiona la gran fortuna de los Hannover.

Parece que Carolina de Mónaco podría haber sido una de las aliadas de Ernesto Jr. en su lucha por sustituir a su padre como gestor del legado familiar. El ritmo de gasto de Ernesto de Hannover y su incapacidad para conservar debidamente el extenso patrimonio arquitectónico de los Hannover le convertía en un verdadero peligro andante.

Carolina de Mónaco, dispuesta a preservar la herencia de su hija pequeña, debió moverse así con rapidez. El futuro económico de Alexandra estaba más seguro con su hermanastro que con su propio padre. De hecho, dicen que fue la primogénita de Rainiero y Grace la que convenció a este para iniciar la larga batalla legal que ha terminado por romper la disfuncional familia de los Hannover.

Una vez más, resulta imposible saber a ciencia cierta hasta dónde quiso implicarse Carolina de Mónaco para preservar la herencia de su hija, aunque parece bastante atrevido pensar que haya podido tener tanto ascendiente sobre Ernesto Hannover hijo. Este rumor responde, probablemente, a la costumbre ciertamente misógina de culpar a las mujeres, por mucho que una madre pueda cometer locuras para defender a sus hijos.

Por todos estos motivos, Alexandra de Hannover debería llamarse Alexandra Grimaldi, ya que es su familia materna la que le aporta el grueso de su sostén emocional. Está ya claro que la hija pequeña de Carolina y Ernesto no tiene el mínimo interés por ejercer el papel de princesa alemana y retirarse con discreción a disfrutar de castillos y fiestas para los mismos. Alexandra, lo vemos cada vez más claramente, prefiere el 'front row' de los desfiles de París, las presentaciones de la alta costura y las fiestas de la agenda oficial royal de Mónaco.

Con varias portadas bien posadas y cientos de páginas de las revistas de la crónica social dedicadas a su persona, Alexandra de Hannover se encuentra cada vez más cómoda en el papel de princesa famosa. Si a este protagonismo amable le añadimos el factor novio, un joven de familia millonaria sajona asentada en Montecarlo, se explica totalmente que la joven Hannover se haya decantado totalmente por la lujosa vida de Mónaco. ¿O acaso alguien esperaba que una hija de Carolina quisiera retirarse a un castillo en Marienbad?