La reina Ingrid de Dinamarca con sus tres hijas: Margarita, Benedicta y Ana María. /
Del matrimonio del rey Federico IX de Dinamarca y la reina Ingrid nacieron tres princesas que obligaron a cambiar la ley para que pudiera heredar el trono una mujer: Margarita , Benedicta y la benjamina, Ana María . Pero la única que se salió siempre con la suya fue la más pequeña de todas.
Incluso la reina Margarita, monarca fría donde las haya (hasta el puchero del día de su abdicación sólo se la había visto llorar cuando murió su esposo en 2018, tras 40 años en el trono), ha demostrado en más de una ocasión que siente devoción por su hermana pequeña, la ex reina Ana María de Grecia.
Eso sí, para apreciar ese cariño hay que estar atentos a los pequeños detalles, no en vano hablamos de una señora que se ha negado toda la vida a usar un móvil o un ordenador y que es incapaz de enviar un simple mensaje de texto o hacer una llamada telefónica.
«Ella no llama, a no ser que quiera algo especial», explicó Ana María de Grecia en una entrevista al medio danés Kristeligt Dagblad. «Una vez me llamó desde un teléfono móvil. Era desde un coche y me sorprendió mucho», reveló la pequeña de las princesas danesas. Y ese parece que es el lenguaje del amor para la reina danesa, pequeños detalles a los que hay que buscar el significado escondido.
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Aunque vivían en el mismo palacio los seis años de diferencia entre la mayor de las hermanas y la más pequeña representaban una distancia abismal durante la infancia. Para agravar aún más la desconexión entre ambas, a los 13 años Ana María conoció al amor de su vida y en cuanto cumplió la mayoría de edad renunció a todo para casarse con él y convertirse en la reina de Grecia.
Cuando Ana María se casó con el rey Constantino II el 18 de septiembre de 1964 abandonó a su familia, su hogar y los derechos al trono de Dinamarca. Tres años después de aquella boda perdería también su nueva patria y su corona. En diciembre de 1967, con 21 años, madre de dos hijos y embarazada del tercero, la reina Ana María de Grecia tuvo que huir en plena noche hacia un largo exilio que la llevó a Italia y después a Londres.
Para cuando se produjo la noche del desastre griego las otras dos hijas de los reyes daneses ya se habían casado, al igual que Ana María, de forma precipitada y por amor. Quizá fuera entonces, cuando Margarita se enamoró, se casó y vio lo difícil que era ser reina cuando empezó a empatizar profundamente con su hermana pequeña.
Lo de la princesa Benedicta fue harina de otro costal y el reflejo de una desigualdad de trato. En 1966 la princesa Benedicta se enamoró de un príncipe alemán diez años mayor que ella, Ricardo Sayn-Wittgenstein-Berleburg. Por esas mismas fechas Margarita perdió el sentido por un diplomático francés llamado Enrique de Monpezat .
Al estilo de la benjamina de la familia las princesas se casaron por amor con sus respectivos conquistadores, pero mientras Ana María abandonó Dinamarca sin mirar atrás, Benedicta continuó siendo una princesa 100% danesa que cumplía a rajatabla con sus responsabilidades como miembro de su casa real danesa por mucho que su esposo se quejara.
Ana MAría de Grecia con su suegra, la reina Federica, madre de la reina Sofía. /
«Ella no es muy amable conmigo», confesó el alemán en una entrevista para la publicación B.T. tras haber superado un cáncer sin recibir demasiada atención por parte de su esposa. Benedicta, como Margarita, siempre puso sus deberes con l a corona por encima de su vida personal. Tanto es así que cuando Ricardo Sayn-Wittgenstein-Berleburg falleció, su mujer no estaba con él, sino cumpliendo con los actos de su bien nutrida agenda danesa. Por aquellas fechas era la cabeza visible y diplomática de 30 patrocinios en su país.
¿Y qué decir del compromiso de la reina Margarita con su cargo? ¿La monarca que quitó el título de príncipes de Dinamarca a sus propios nietos? (a pesar de que ese mismo título lo conservan los hijos de Ana María de Grecia). Margarita esperaba de su hermana Benedicta que la ayudara a representar a su familia real danesa (ya que su propio esposo se negaba a asumir ese papel), pero su papel con Ana María era otro muy distinto: la protegió desde la distancia.
Margarita retrasó la fecha de su boda dos meses para que Ana María, embarazada, pudiera dar a luz y asistir al evento con comodidad. Antes de que los reyes exiliados se instalaran en Londres, pasaron una buena temporada en Dinamarca. Cuando en 1974 el pueblo griego votó para abolir la monarquía e impedir que los reyes volvieran al país durante la democracia, la reina danesa convirtió su finca de Jutlandia en el refugio veraniego de los Grecia. Y cuando Ana María, Constantino y sus hijos fueron despojados de la ciudadanía griega les concedió el pasaporte danés.
Incluso cuando murió la madre de las princesas, la reina Ingrid, en el año 2000, Margarita no dijo ni mu cuando en el reparto de la herencia Ana María se quedó con la joya favorita materna, la tiara Cartier que las mujeres de la familia, Margarita incluida, habían usado en sus bodas.
Por su parte, desde que Ana María se quedó viuda se la ha visto más a menudo en Dinamarca en eventos privados. En noviembre de 2023 acudió al preestreno de La reina de las nieves, una representación en la que la reina Margarita había diseñado el vestuario. Un par de meses antes, en septiembre, las hermanas, sin Benedicta, habían acudido juntas a celebrar el cumpleaños del rey Carlos Gustavo de Suecia . Y a pesar de que Ana María había cancelado ese mismo verano las tradicionales vacaciones con sus hermanas en el castillo de Gråsten, los medios daneses confirmaron que la ex reina de los griegos pasó una temporada en Dinamarca antes de viajar de vuelta a su hogar en Grecia tras la fiesta en Suecia.
Queda claro que la relación de Margarita y Ana María nunca será como la que la monarca danesa mantiene con su otra hermana la princesa Benedicta, a la que ve mucho más a menudo; pero con el tiempo ambas mujeres han aprendido a forjar su propio vínculo. «Independientemente de si han pasado dos días o medio año desde que nos vimos, inmediatamente estamos en la misma onda. Ciertamente tenemos una relación estrecha», afirmó la reina Ana María en Kristeligt Dagblad.