Sofía de Grecia y Juan Carlos de Borbón el día de su boda. /
La ceremonia de la boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia se celebró el 14 de mayo en Atenas ante 143 miembros de la realeza europea y representantes de 27 monarquías. La reina Federica se encargó de todos los detalles y contó tan poco con la familia de Juan Carlos que se olvidó de reservarles un vuelo para que llegaran a Atenas a tiempo para el enlace. El pueblo y la prensa griegas lo vivieron como un cuento de hadas.
Federica no escatimó en gastos, ni en preparativos, a pesar de que contó con menos de un año para organizarla. Muchos lo vieron como un derroche de lujo innecesario, lo que aumentó la mala prensa de la reina. En España apenas de se habló de ella, por orden de Franco, que no quería protagonismos de la familia real en el exilio.
La petición de mano se celebró el 12 de septiembre de 1961 en el palacete de Vielle Fontaine, en Lausana, Suiza, donde residía la reina Victoria Eugenia , abuela de don Juan Carlos. La anécdota que ha pasado a la historia fue el «Sofi, cógelo» que le gritó Juan Carlos a Sofía, mientras ella cogía al vuelo la cajita que ocultaba el anillo de compromiso.
Los meses que quedaban hasta la boda fueron complicados. Ella era hija de un rey reinante, él no. Y, sobre todo, él era católico, y ella ortodoxa. Finalmente, tanto don Juan, como el papa Juan XXIII, como Franco estuvieron de acuerdo en celebrar dos ceremonias religiosas, una católica y otra ortodoxa. Fue ocho meses después de la petición de mano.
El matrimonio contó con tres ceremonias: la católica, la ortodoxa y la civil. La catedral de San Dionisio fue el escenario de la ceremonia católica. Se celebraron dos cenas de gala antes del enlace. Todas las campanas de las iglesias de Atenas repicaban desde el amanecer y nadie quería perderse el cortejo que salía del Palacio Real de Atenas para dirigirse a la catedral de San Dionisio, donde, a las 10 de la mañana, se inició la ceremonia católica, la primera de las dos que tuvieron lugar, además de los enlaces civiles, español y griego.
En el cortejo iban don Juan y la reina Federica, y doña María de las Mercedes y el príncipe Juan Carlos, en coches descubiertos. En una carroza del siglo XIX tirada por cinco caballos blancos iba la novia con su padre, el rey Pablo. Y a caballo, escoltando el carruaje, el príncipe Constantino, heredero al trono.
Entre el público, había casi 5.000 españoles que habían viajado a la capital griega para asistir al acontecimiento. Los monárquicos invitados a la ceremonia adoraban a doña Sofía. Tres días de celebraciones, tanto jubilosas y familiares como revestidas de una gran formalidad, para dotar del boato necesario el matrimonio del legítimo heredero de la dinastía española con la hija primogénita de los reyes Pablo y Federica de Grecia.
La catedral de San Dionisio estaba decorada con miles de claveles rojos y amarillos llegados de Valencia y Cataluña. Doña Sofía pronuncio el «sí, quiero» en griego, don Juan Carlos en español. Después, se desplazaron a la Basílica de Santa María, para la ceremonia ortodoxa, en la que varios príncipes, entre ellos Victor Manuel de Saboya, Amadeo de Aosta o Miguel de Grecia, sujetaron las coronas sobre sus cabezas, como manda la tradición. Al término de la ceremonia, de regreso al Palacio Real, decenas de miles de personas aplaudieron a los novios en las calles
Doña Sofía vistió un vestido de novia de corte princesa, de lamé plateado recubierto de tul y encaje antiguo, con una cola de casi siete metros, creación del diseñador griego afincado en París Jean Dessés. El velo de encaje de Gante, que pertenecía a su madre, la reina Federica, estaba sujeto con la tiara prusiana, que había pertenecido a su abuela, la princesa Victoria Luisa de Prusia, y era la más importante del joyero griego, la misma que lució doña Letizia en su boda.
Dessés, entonces diseñador de la realeza, también realizó los vestidos de las ocho damas de honor que llevaban el largo velo de la novia y rodearon a los recién casados en las fotos de familia: Irene de Grecia, Irene de Holanda, Alejandra de Kent, Benedicta y Ana María de Dinamarca, Ana de Francia, la infanta Pilar y Tatiana Radziwill, todas de blanco, todas con collar de perlas de una o dos vueltas y con el mismo tocado. Juan Carlos utilizó el traje de teniente de Infantería del Ejército de Tierra, un uniforme discreto. El banquete, que tuvo lugar en el palacio real, fue restringido a los miembros de las familias reales.
Sofía eligió coronarse con la diadema de diamantes, conocida como la tiara Prusiana , que había recibido como regalo de bodas de su madre, la consorte Federica. La Hannover la había incorporado a su joyero en 1938 como regalo de compromiso de su progenitora, Victoria Luisa de Prusia, a quien se la habían comprado sus antecesores, el káiser Guillermo II y la emperatriz Victoria Augusta, con motivo de sus nupcias en 1913. De estilo neoclásico y línea griega, esta alhaja de los hermanos berlineses Robert y Louis Koch es considerada, por su tamaño, una tiara menor.
Para contrarrestar la sencillez elegida por la novia –además de la tiara se adornó con unos pendientes largos y un colgante de diamantes, ambas regalos paternos–, la reina Federica optó por epatar con las piezas más coloridas y valoradas de las joyas reales griegas : las esmeraldas de la reina Olga. Las esmeraldas que lució la reina griega el 14 de mayo de 1962, permeable al capricho de las modas propias de cada tiempo, entraron a formar parte del cofre heleno por matrimonio cuando en 1867 el rey Jorge I de Grecia se casó con la gran duquesa Olga de Rusia, nieta del zar Nicolás I, provista de una generosísima dote en gemas. La reina Olga lució sus berilos verdes, rodeados de diamantes, en collares y broches que prendía de tocados y vestidos al estilo de su país de origen.
En los preparativos, la reina Victoria Eugenia de España, quien durante las negociaciones del matrimonio le había espetado a su colega aquello de «tú serás muy reina, pero los Borbones saben de dónde vienen. Tú y yo somos unas parvenu (advenedizas). Juan Carlos no es chico de los Barcelona; ¡es el 17!». Haciendo referencia al puesto que ocupaba su nieto en la dinastía de reyes Borbón en España.