Los amores convulsos de Carlota Casiraghi: del soltero de oro inglés al actor francés 16 años mayor que ella

Quizá por la influencia de su propia madre, Carolina de Mónaco, o por su pensamiento modelado gracias a su pasión por la filosofía, la realidad es que Carlota Casiraghi no ha tenido una vida sentimental convencional, o no todo lo convencional que se espera de una aristócrata estos días. Sus parejas parecen alejarse mucho de su mundo. Pero no es fácil averiguar qué le atrae. Ella nunca ha dado muestras de exhibicionismo , nunca ha hecho oficial un compromiso o una ruptura, a pesar de que es una de las mujeres más perseguidas por la prensa.

Siempre se ha comunicado de forma sutil en sus contadas apariciones públicas. Así fue como confirmó su compromiso con el productor Dimitri Rassam , en el Baile de la Rosa de 2018. Carlota lució un anillo de diamante en su mano izquierda. Lo que entonces no sabíamos es que estaba embarazada del primer hijo de la pareja, un embarazo que disimuló con un amplio escote de plumas blancas. El niño nació en octubre de ese año.

Carlota María Pomeline (1986) sabe, sin duda, cómo despistar a la prensa. Aprendió pronto la lección. Su primera relación, con Felix Winckler, hijo de un afamado abogado belga, le enseñó las reglas del juego. La joven pareja –Carlota tenía entonces 18 años–, frecuentaba los concursos hípicos, siempre perseguida por los objetivos de los fotógrafos. Estuvieron juntos entre 2004 y 2007. Felix se casó, años después con la empresaria Irene Forte.

Su siguiente amor llegó, en 2007, con Alex Dellal, amigo de sus hermanos, galerista y ansiado soltero de oro de la aristocracia británica. La relación empezó pocas semanas después de la ruptura con Winckler. Carlota y Alex fueron presentados por la modelo Alice Dellal, hermana de Alex y gran amiga de Carlota. Y Dellal la acompañó a la boda de Alberto y Charlène. La pareja rompió en 2012, a pesar de que se daba por seguro que acabarían casándose

Entonces comenzó su relación con el actor francés Gad Elmaleh, quizá la más desconcertante. Se conocieron en una fiesta en 2011 por una amiga común. La pareja se llevaba 16 años de diferencia y se mostró extremadamente reservada en los años en los que estuvieron juntos.

A pesar de su discreción, Carlota y Gad se convirtieron enseguida en el objetivo de la prensa del corazón, quizá porque, además de su diferencia de edad, sus perfiles eran totalmente divergentes: Carlota era una aclamada amazona, imagen de varias casas de Alta Costura, licenciada en Filosofía y escritora, perteneciente a una de las familias más perseguidas por la prensa, y fundadora de unas jornadas de filosofía que se celebran todos los veranos en Montecarlo.

Gad Elmaleh era un ácido comediante francés de origen marroquí y actor. Tenía un niño de 15 años, de una relación anterior con la actriz francesa Anne Brochet. Fue solo en marzo de 2013 cuando aparecieron juntos en público también en un Baile de la Rosa , junto a la familia monegasca. Pero, tras esta aparición, siguieron manteniendo un perfil muy bajo. Ni siquiera confirmaron el embarazo de Carlota, descubierto por la prensa, cuando la joven dejó de montar a caballo y una foto mostró que lucía ropas holgadas.

El primer (y único) hijo de ambos, Raphaël, nació en diciembre de ese año. La pareja nunca se comprometió. Pasaban el tiempo entre Francia y Los Ángeles. «Es una mujer inteligente y con mucho sentido del humor», declaraba Elmaleh a Vanity Fair hace unos años. «Siempre dice la verdad. Puede hablar de filosofía, pero también hacer chistes tontos». Elmaleh y Carlota mantienen una relación cordial y él siempre destaca lo buena madre que es ella.

La pareja rompió en 2015 –parece que la razón fue la carrera de Elmaleh en Estados Unidos– y Carlota vivió un corto romance con el director de cine italiano Lamberto Sanfelice. Rompieron a finales de 2016. Fue entonces cuando Carlota y el productor Dimitri Rassam empezaron a verse. Los habían presentado unos amigos comunes en una cena, en diciembre de 2016. Rassam es hijo de la actriz Carole Bouquet, una de las íntimas amigas de Carolina de Mónaco.

La pareja se casó en el verano de 2019, tras comprometerse en la primavera de 2018 en unas vacaciones familiares de esquí con la princesa Carolina, en Austria. El enlace fue la ocasión para un despliegue de «glamour» al estilo de Mónaco. Carlota lució un romántico vestido de novia de Giambatista Valli, para la ceremonia religiosa celebrada en un castillo provenzal, en Saint Rémy de Provence, y un diseño años cincuenta con joyas de Grace Kelly para la fiesta de la noche anterior. Su hijo, Balthazar, había nacido en octubre de 2018.

El propio Alberto de Mónaco ha descrito a Carlota como «una mujer independiente» en una biografía publicada en 2018. Cuando le preguntaban si sus sobrinos tenían que pedirle permiso para casarse, como ocurre en otras casas reales, Alberto aseguraba: «Nuestra forma de entender el matrimonio es más relajada. Por supuesto, me lo consultan y me lo comentan. Carlota es quizá la más independiente. Estoy acostumbrado a las mujeres independientes en nuestra familia». Pero parece que, a sus 38 años, esa independencia sigue impidiéndole conseguir la estabilidad sentimental.

Los que la conocen de cerca la califican de seria, estudiosa, perseverante, competitiva, discreta, inteligente y culta, adjetivos no siempre utilizados para describir a una royal. Pero es que Carlota no es princesa, aunque ocupa el puesto 11º en la línea de sucesión al principado de Mónaco. Pero sí tiene la experiencia de numerosas historias de amor. «El amor es lo más difícil a lo que tenemos que hacer frente», declaraba hace un tiempo en una entrevista. «Es el mayor testimonio que podemos dar. Todo en nuestras vidas es una preparación para esa prueba suprema».