Quien recuerda la juventud de Carolina de Mónaco , aquel bellezón desesperado por escapar de la gigantesca sombra de la bellísima Grace Kelly, madre entregada, princesa perfecta y estrella de Hollywood todo en uno, se va a sorprender con las declaraciones de Carlota Casiraghi . Fascina comprobar cómo la intrincada relación madre-hija pasa de generación a generación exactamente igual que el glamour: sin que se pierda un ápice de intensidad.
Hoy podemos hablar de la relación entre Carlota Casiraghi y Carolina de Mónaco como jamás pudimos hacerlo de la de Grace Kelly y su hija, un hecho que sí marca la diferencia entre una generación y otra. Aunque la dificultad de relacionarse con una madre de carácter sea la misma, es distinto si esto queda en la intimidad o no.
Carolina de Mónaco, primera dama no oficial del Principado de Mónaco, ha podido permitirse no hablar jamás de su (interesantísima) vida privada, pero no puede decirse lo mismo de su hija. Su trabajo como imagen de una marca de moda la obliga a conceder entrevistas y a ponerse a tiro de preguntas, a veces demasiado tentadoras como para dejarlas pasar.
La entrevista en cuestión la publica la revista estadounidense 'Town & Country', que ha podido pasar un par de días junto a Carlota Casiraghi , suficiente como para debilitar las defensas de hierro la glamourosa amazona y ver su lado más vulnerable y humano. Aunque solo hayan sido unas frases, resultan tremendamente reveladoras.
El pequeño derrumbamiento de la hierática fachada de perfección de Carlota Casiraghi se produce cuando le preguntan por su papel de madre y cómo ha cambiado su relación con su propia progenitora. Obviamente, la pregunta incide en una zona sensible, porque si no se refiriera directamente a Carolina de Mónaco como madre no se hubiera roto nada.
«Siento que te permite acercarte más», dice Carlota Casiraghi sobre cómo su experiencia como madre ha modificado su relación con Carolina de Mónaco, su progenitora. «Por supuesto, desarrollas más empatía y entiendas más las cosas. Es la transmisión del vínculo maternal. Cuando tienes hijos, de alguna manera tu madre tiene que aceptar que no es la única que lo es. Eso es algo muy liberador», explica la hija mayor de Carolina.
«Muchas mujeres se dan cuenta en ese momento de que también tiene poder, el poder de dar la vida, y que no es algo que únicamente le deben a sus madres», reflexiona Carlota Casiraghi. «Por supuesto, cuando te das cuenta de eso cambia tu manera de pensar. De todos modos, la relación entre madres e hijas es algo tan complicado…».
Resulta significativa esta referencia a una deuda en relación con la maternidad y con su madre: pareciera que Carlota Casiraghi reconoce haberse sentido liberada en su maternidad, pues le ha permitido empoderarse y aminorar el peso que su propia madre ha tenido en su vida. Curioso: toda la rebeldía que Carolina ejerció para trascender la mano de hierro de Grace Kelly (recordemos que se casó a los 18 con un playboy de casi 40), no la tuvo Carlota Casiraghi para hacer lo propio.
¿Se arrepiente Carlota de no haberse rebelado antes frente a su madre? ¿Acaso Carolina de Mónaco se pasó de mano dura con ella porque temía su rebeldía? Lo cierto es que la única rebeldía conocida de Carlota Casiraghi ha sido estudiar filosofía, poca cosa comparada con el escándalo que produjo la boda casi adolescente de Carolina y las juergas en las discotecas de París de su primer esposo. Al darse cuenta de lo que sugieren sus palabras, Carlota hace una aclaración.
«Trato de no hablar concretamente de la relación privada que tengo con mi padre. Lo que digo no se refiere necesariamente a lo que pasa entre nosotras, pero es cierto que existe una ambivalencia. Tengo la sensación de que, aunque tengas tus propios hijos, aún tienes que luchar para encontrar tu sitio». No se puede decir más con menos palabras.
Por supuesto, la entrevistas es más extensa y habla de otras cosas. Por ejemplo, de que las mujeres de su familia la han ayudado a conducirse en público desde la autoexigencia, un estándar moral que logra con «sentido del esfuerzo y disciplina». Sin embargo, van a ser restas palabras referidas a Carolina de Mónaco, su madre, las que van a concitar toda la atención.