Hace 45 años La fracasada boda de Carolina de Mónaco y Philippe Junot que disgustó a Rainiero y Grace Kelly (y de la que se arrepiente)

Carolina de Mónaco no contó con la aprobación de sus padres para un enlace que dio la vuelta al mundo y que impidió que se casara por la iglesia con Stefano Casiraghi

Carolina de Mónaco junto a Philippe Junot y su madre Grace Kelly, el día de su boda / GETTY IMAGES

Juanra López
Juanra López

Como si se tratase si de una metáfora de lo que significa el Principado de Mónaco para el mundo de la crónica social, la boda de la princesa Carolina , la mayor de los hijos del príncipe Rainiero y Grace Kelly , y Philippe Junot fue una pasarela al más estilo Hollywood. Ese 29 de junio de 1978 se dieron cita para el enlace algunas de las máximas estrellas de la era dorada del cine, ya en el ocaso de sus carreras. David Niven, Frank Sinatra, Ava Gardner y Cary Grant bendijeron para el papel cuché una pareja que era crónica de una muerte anunciada.

Los teleobjetivos de los principales paparazzi del mundo apuntaban al exterior de la capilla palatina de San Juan Bautista, donde se casó la pareja, bajo los buenos auspicios del obispo de Toulon-Fréjus, que permitió que se sacara incluso el altar de mármol del templo para celebrar la ceremonia, a la que no acudieron cabezas coronadas, pero sí aspirantes a tronos de monarquías extintas como el conde de París o el depuesto Humberto II de Italia. Y, como la historia tiene estas casualidades o causalidades, Beatrice Borromeo estrena en Netflix el 4 de julio en Netflix, Il Principe, un documental que ha rodado sobre el monarca.

La boda de Carolina de Mónaco estaba destinada al fracaso

Entre los 650 invitados se encontraban también la reina Ana de Rumania y Aga Khan IV, con su primera esposa, Begum Salimah Aga Khan, líder de los ismaelitas y actual jefe de la infanta Cristina en la fundación que lleva su nombre; el barón Guy de Rothschild y la baronesa Marie-Hélène de Rothschild. Por parte española, acudieron los condes de Barcelona.

No era tanto la diferencia de edad entre ambos, 17 años, lo que pesaba como una condena sobre la pareja, sino la etiqueta de play-boy que le había asignado la prensa del ramo, que acabó siendo la profecía que se cumple a sí misma. No en vano, también le bautizaron como «el emperador de la noche». Las conclusiones se sacan solas…

Fue una supuesta infidelidad, no confirmada por las partes, del inversor con Giannina Facio , mujer de Ridley Scott y expareja de Julio Iglesias, el detonante de una ruptura que acabaría dando la razón a Rainiero y Grace de Mönaco, que se oponían a la relación. También contribuyeron a apuntalar la hipótesis de la traición unas fotos aparecidas de Junot con otra mujer en Gstaad mientras Carolina de Mönaco esquiaba con sus padres en Gstaad.

La princesa Carolina de Mónaco y Philippe Junot. / / GTRES

Aunque hay voces que aseguran que Grace Kelly tenía sus vistas puestas en el ahora rey Carlos III , entonces soltero de oro de la realeza, para su hija, lo cierto es que el origen de Junot no suponía, a priori, ningún problema para la musa de Hitchcock (era hijo de Michele Junot, que fue teniente alcalde de París y Lydia Thykjær, cuyo padre era un acaudalado industrial danés). Sin embargo, sí lo fue la fama que arrastraba el empresario, ahora padre de cuatro hijas, la más popular, Isabelle Junot , mujer de Álvaro Falcó, marqués de Cubas, primo hermano de Tamara Falcó.

Dos años de matrimonio y muchos más para conseguir la nulidad

Lo que podía haber sido una aventura de una noche o una aventura pasajera se convertiría a la larga en un quebradero de cabeza para Carolina de Mónaco, que no pudo casarse por la Iglesia, con el que, a priori, parece que fue el amor de su vida, Stefano Casiraghi . Como es casi imposible no saber, tuvieron tres hijos, Andrea, Pierre y Carlota, y un dramático accidente de off-shore en la bahía de Montecarlo segó la vida del empresario italiano el 3 de octubre de 1990.

Dos años después de la boda, en 1980 comenzaron los trámites de separación. Ya habían emprendido caminos separados y se formalizó el divorcio el 9 de octubre de ese año. Posteriormente, Carolina de Mónaco encontró consuelo en su gran amigo Roberto Rossellini, hijo del mítico director del neorrealismo italiano e Ingrid Bergman, otra de las grandes musas de Hitchcock, antes de que apareciera en su vida Casiraghi, quien sí encontró el beneplácito paterno (Grace Kelly había muerto en un accidente de tráfico el 14 de septiembre de 1982).

Por mucho que Carolina de Mönaco había intentado conseguir la nulidad de ese matrimonio, parece ser que los tres jueces que formaban el Tribunal de la Rota no terminaba de ver clara la principal razón esgrimida para la nulidad, la inmadurez de la pareja, según publicó Le Monde en julio de 1984. Junot se había opuesto frontalmente y, sin duda, fue determinante, aunque finalmente el empresario aseguró que «si esta medida sirve para restituir la felicidad de Carolina y sus hijos, desaparecen las razones para que me oponga».

El procedimiento fue excepcionalmente largo, más de diez años, hasta que finalmente llegó una resolución positiva el 1 de junio de 1992. Meses más tarde, en abril de 1993, el papa Juan Pablo II, que había endurecido los criterios para anular los matrimonios religiosos, firmaba un decreto que reconocía como legítimos a los ojos de la iglesia a los tres hijos de Carolina con Stefano Casiraghi y de esta forma pasaban a formar parte de la línea sucesoria.