El duque de Westminster cuenta los días para su boda royal: sus polémicas conexiones reales más allá de Harry y Guillermo

En inglés existe la expresión «to be born with a silver spoon in one's mouth», que traducido al español significa nacer con una cuchara de plata en la boca y es el equivalente a nuestro «nacer con un pan bajo el brazo». Esta expresión alcanza nuevas cotas con el actual duque de Westminster, Hugh Grosvenor , que no en vano fue descrito en tiempos por su padre como «nacido con la cuchara de plata más larga que nadie pueda tener».

A sus 33 años, Grosvenor ha sido declarado como el hombre más rico de Gran Bretaña menor de 40 años y su inmensa fortuna es superior incluso a la de Carlos III, que a la sazón es su padrino. El aristócrata posee un gran número de propiedades en algunos de los códigos postales más exclusivos de Londres, como Mayfair o Belgravia, que son tan solo una pequeña parte de un imperio inmobiliario familiar global valorado en unos 11.000 millones de eurosy que también ha llegado hasta España .

El duque, que es amigo íntimo de los príncipes Guillermo y Harry, y padrino de sus hijos George y Archie, está ahora a punto de perder su título de soltero más codiciado del país. El 7 de junio contraerá matrimonio con Olivia Henson en la catedral de Chester, en uno de los grandes eventos sociales del año en el Reino Unido y al que se espera acuda una nutrida representación de royals, dados los estrechos vínculos de su familia con los Windsor.

La prometida de Hugh ha estudiado Filología Hispánica en Dublín y en la actualidad trabaja como responsable de cuentas en Belazu, una empresa que se dedica a la venta online de productos gastronómicos de origen sostenible y mediterráneo. Tras darse el 'sí, quiero' ambos planean cambiar su residencia en la capital por la gran finca de Eaton Hall, el ancestral hogar de los Grosvenor.

Las conexiones de la familia Grosvenor con los royals británicos se remontan a la reina Victoria, cuando esta otorgó el actual título de duque a Hugh Grosvenor, tercer marqués de Westminster, en 1874, convirtiéndolo en el ducado más reciente conferido a alguien no emparentado directamente con la realeza.

Pero si seguimos retrocediendo en la historia vemos cómo esa cuchara de plata es más larga incluso de lo que creíamos. La fortuna de los Grosvenor se remonta a la época normanda, allá por el siglo XI, cuando Hugh Lupus, jefe de cazadores del rey, recibió enormes extensiones de tierra en el condado de Cheshire. Esto llevó al padre de Hugh Grosvenor, Gerald, sexto duque de Westminster, fallecido en 2016, a bromear diciendo que su principal consejo a los emprendedores era «tener un antepasado que hubiera sido un buen amigo de Guillermo el Conquistador».

Sin embargo, la mayor parte del patrimonio actual de la familia es en realidad el resultado de un matrimonio extremadamente fortuito ocurrido en 1677, cuando sir Thomas Grosvenor se casó con Mary Davies, de tan solo 12 años, heredera de un funcionario de la City londinense. Su dote incluía 200 hectáreas de pantanos y praderas al oeste de lo que entonces era el límite de la capital.

Con la expansión de la ciudad, esos terrenos adquirieron un enorme valor y los Grosvenor los convirtieron en lo que hoy son algunos de los barrios más exclusivos de Londres. Las sucesivas generaciones han logrado mantener el patrimonio -y la fortuna- evitando pagar millones en concepto de impuesto de sucesiones gracias a una laguna legal que coloca la mayor parte de los activos en fideicomisos.

Hoy en día, además del rentable Grosvenor Group, el duque también controla la oficina de inversiones de la familia, que emplea a más de 450 personas y gestiona grandes fincas rurales en Lancashire, Sutherland o el sur de nuestro país. También se ocupa de la importante colección de arte de la familia, que incluye obras de Velázquez o Rembrandt.

Aunque Hugh Grosvenor tiene dos hermanas mayores –Lady Tamara van Cutsem y Lady Edwina Grosvenor– este heredó el título y la mayor parte de la fortuna mediante la regla de primogenitura, que antepone los hijos varones a las hermanas, independientemente de la edad. La ley de primogenitura de la monarquía británica fue abolida en 2013, antes del nacimiento del primer hijo de Guillermo y Kate, el príncipe George .

El difunto padre de Hugh, Gerald Grosvenor, era uno de los principales confidentes del rey Carlos e incluso pidió al entonces príncipe de Gales que fuera el padrino de su hijo tras el nacimiento de Hugh en 1990. La viuda de Gerald, Natalia, es madrina del príncipe Guillermo y, a su vez, la difunta Diana, princesa de Gales , fue elegida madrina de la segunda hija de Gerald, Lady Edwina Grosvenor.

Las conexiones entre las dos familias se han mantenido fuertes a lo largo de los años, y Guillermo pidió a su buen amigo Hugh que fuera uno de los padrinos del príncipe Jorge. Lo mismo hizo Harry con su primogénito, el príncipe Archie. Los Grosvenor han estado siempre entre los invitados a los principales eventos de los Windsor en los últimos años, incluida la boda de Guillermo y Kate en 2011 , y la de Harry y Meghan en 2018.

Pero esta estrecha relación ha demostrado ser un arma de doble filo cuando se acerca su propio enlace. Después de trascender que el duque de Sussex y Meghan Markle no asistirían a la boda, ahora los medios ingleses publican que la decisión de Harry vendría propiciada por celos. Al parecer, no le ha sentado bien que Hugh le haya dado un importante papel a Guillermo en la ceremonia, que él creía merecer más.

Tampoco parece probable que acudan finalmente a la catedral de Chester los reyes Carlos y Camilla, cuya presencia en un principio parecía segura si la salud del monarca se lo permitía. La decisión de rechazar la invitación podría remontarse al desaire sufrido por la entonces Camilla Parker Bowles en 2004, precisamente en otra boda de los Grosvenor, la de la hija mayor de Gerald y Natalia, Lady Tamara, con un amigo íntimo de Guillermo, Edward Van Cutsem.