Ultimátum a Enrique de Sussex y Meghan Markle: o exilio (y posible ruina) o divorcio

La reaparición de los duques de Sussex, Enrique y Meghan Markle , en el funeral de Isabel II no parece haber templado los ánimos de Carlos III ni de Guillermo, el nuevo príncipe de Gales.

El gossip royal afirma que ya no existe vuelta atrás y que la pareja solo tiene dos opciones: o se quedan exiliados en Estados Unidos y sobreviven por sus propios medios, o se divorcian y Enrique retorna al mundo Windsor.

En la prensa británica sobrevuela la figura de otros duques caídos en desgracia en el siglo pasado y se establecen paralelismos entre la situación actual de Meghan y Enrique con la que padecieron Wallis Simpson y el duque de Windsor. Aquella relación con una mujer divorciada americana tampoco acabó bien para ninguno de los implicados.

En la opinión pública británico aflora un sentimiento fatalista sobre el matrimonio de los Sussex. Mientras Isabel II estaba viva, la monarca intentó proteger al que fuera su nieto favorito. Ahora que ella no está, ni el nuevo rey Carlos III ni el hermano de Enrique, Guillermo, parecen contemplar la posibilidad de tener una actitud bondadosa con la pareja.

Sobre ellos planea la sombra del libro de memorias de Enrique, que amenazaba en su día con airear episodios de la vida del hijo de Diana de Gales que no dejaría en buen lugar a la actual reina consorte Camilla y cuya publicación ha sido retrasada tras el funeral de Isabel II.

Los bien pensados dijeron que ese retraso provenía de que Enrique quería suavizar sus críticas, pero el Daily Mirror apunta a, precisamente lo contrario. Ahora que la pareja tiene claro que no pueden volver, parece que Enrique está dispuesto a quemar sus naves.

«Si creen que Enrique de Sussex se ha vuelto blando en los últimos tiempos, se han equivocado por completo. Solo hay que esperar a que el libro salga a la venta para que empiece a sacudir los cimientos de la monarquía«, afirman en la prensa británica.

Los Windsor también contienen el aliento por el otro proyecto estrella de los Sussex: la serie documental de Netflix sobre los Windsor, realizada en colaboración con la pareja expulsada de palacio y que prometía más de lo mismo: críticas a The Firm. Otro proyecto que parece que la pareja está intentando paralizar y postergar hasta 2023.

A pesar de las amenazas directas y veladas de los Sussex, Carlos III ha inaugurado su reinado con un retrato oficial que es toda una declaración de intenciones: recorte de miembros en activo de la familia real (y rechazo absoluto a los integrantes más engorrosos, sean de York o de Sussex).

El periodista especializado en los Sussex Marc Roche considera que después de los detalles vistos en el funeral de estado a los Sussex se les han acabado las oportunidades y solo manejan dos escenarios posibles: o exilio para siempre, o divorcio (y r etorno de Enrique a Reino Unido). Juntos, jamás podrán volver a palacio: «ya no tienen un papel que desempeñar», explica el periodista.

Se añade a este panorama otro problema, y es que los Sussex no son ricos a pesar de insistir en vivir como si lo fueran. El Daily Mail asegura que la pareja, de hecho, está valorando la posibilidad de abandonar su costosa mansión en la exclusiva urbanización Montecito (costó 14 millones de euros en 2020), por otra en la zona de Hope Ranch que costaría 22 millones.

La fama de la pareja está cayendo en picado en Estados Unidos y los negocios que querían poner en marcha bajo el sello «Sussex Royal» (marca que registraron en 2019 pero que la reina Isabel les denegó el derecho a usar) no han funcionado como esperaban.

La pareja ha sido sorprendida creando once empresas en el paraíso fiscal estadounidense de Delaware, pero poco tienen que facturar en ellas. Proyectos como la serie de animación de Meghan Markle para Netflix quedaron en nada y un libro infantil, un podcast y un puesto confuso de Enrique en una startup no parecen justificar esa necesidad de evadir impuestos.

Cuesta creer que la pareja que el 19 de mayo de 2018 se convirtió en el « nuevo rostro de la monarquía británica» (como les bautizó el New York Times el día de su boda), se haya convertido en una historia de autodestrucción royal.