Federica de Grecia, madre de la reina Sofía, ejerció de madrina en el bautizo cde Ernesto de Hannover. /
Pocos miembros de la realeza europea pueden presumir de haber sido rebautizados como el «príncipe punk» por un grupo de rock, pero Ernesto de Hannover , entre otras múltiples cosas, se permite hacer gala de este mote y de mucho más, como por ejemplo del hecho de estar casado con Carolina de Mónaco pero vivir en Madrid con su pareja actual Claudia Stilianopoulos .
Si la monarquía todavía existiera en la Baja Sajonia, este aficionado a pelearse con la prensa y su primogénito en los juzgados sería ahora mismo su rey. Su carácter peleón, que actualmente parece atemperado porque los años no perdonan (ya ha cumplido los 70) y la salud tampoco (ha tenido de todo, desde pancreatitis aguda a cáncer), le convierten en 100% Hannover.
De hecho, sus ancestros de 1918, momento en el que la realeza alemana se fue al garete, fueron los únicos royals germanos que jamás renunciaron oficialmente a su derecho al trono, a pesar incluso de que su estado había sido anexionado hacía años por los prusianos. Genio y figura.
Incluso en lo de dar batalla a sus propios parientes Ernesto Augusto de Hannover no es una novedad en la Casa Güelfa: durante su bautizo las rencillas familiares entre herederos quedaron al descubierto de la forma en la que sólo la realeza puede mostrar sus problemas: con tiaras y miradas.
El príncipe que saltó a la fama por miccionar donde no debía nació en febrero de 1954 y fue bautizado el 5 de mayo del mismo año con el nombre de Ernesto Augusto Alberto Pablo Otto Rupprecht Oscar Berthold Friedrich-Ludwig-Ferdinand Christian. Príncipe de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, bisnieto del último emperador alemán Guillermo II y 450º en la línea de sucesión al trono británico para más señas. Y, por supuesto, príncipe de Hannover y duque de Brunswick.
Imagen del bautizo de Ernesto de Hannover, en 1954. /
Aunque no sea un dato que se airee a menudo, Ernesto de Hannover no fue, ni mucho menos, hijo único,sino que es miembro de una familia numerosa compuesta por seis hermanos. Nació como el segundo hijo de la pareja formada por el príncipe Ernesto Augusto de Hannover y la princesa Ortrudis de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, pero como fue el primer varón lo heredó todo, tanto los títulos como las polémicas familiares.
El día de su bautizo fue un claro reflejo de cómo se las gasta la casa Gúelfa consigo misma. Al evento celebrado en el castillo de Marienburg acudió la familia más inmediata e incompleta, pero entre tantos invitados ilustres destacan tres mujeres: su abuela, la princesa Victoria Luisa, su tía, la reina Federica de Grecia y su propia madre. Y por una vez, tan importante como la presencia de estas tres mujeres era lo que llevaban puesto aquel día. O más concretamente lo que no.
Cuando Ernesto de Hannover fue bautizado su familia estaba a punto de romperse. Su abuelo, el marido de la princesa Victoria Luisa, dejó escrito antes de morir que su heredero debía dar a su madre una pensión altísima y unos privilegios que al príncipe Ernesto de Hannover, padre de la criatura a bautizar, le era imposible asumir económicamente.
El padre del actual jefe de la casa Güelga acudió a un árbitro imparcial, el margrave Berthold de Vaud, para intentar convencer a su madre de que debía abandonar la torre del palacio de Marienburg donde vivía y conformarse con una pensión anual bastante más modesta a la que estaba acostumbrada. Pero Victoria Luisa se negó a entrar a razón, y cargada de cabezonería se presentó en el bautizo del heredero.
Ernesto de Hannover, en una imagen actual. /
Por su parte, la reina Federica de Grecia llegó a aquel bautizo sin su marido, el rey Pablo, dispuesta a ejercer de madrina, ponerse del lado de su hermano mayor y convencer a su madre. Pero un presagio debería haberle hecho sospechar a la reina griega que sus buenas intenciones no iban a llegar a buen puerto. En pleno evento social le asaltó la noticia de que Grecia había sufrido un fuerte terremoto.
Por último, la madre de la criatura, la princesa Orthrudis, se hubiera conformado con poder lucir en las fotografías del bautizo de su heredero la tiara Brunswick que le correspondía como duquesa consorte. Pero ni Federica convenció a nadie de nada ni la madre de Ernesto de Hannover consiguió jamás ponerse la tiara estrella de la familia de su esposo, se tuvo que conformar para el resto de su vida con el parure de topacios de los Hannover.
Dos años después de aquel bautizo, la princesa Victoria Luisa llevó ante los tribunales a su propia familia, un hecho, el de lavar los trapos sucios en público, que su hija Federica jamás le perdonó. Aunque al final Victoria Luisa tuvo que abandonar su torre y bajar sus expectativas económicas, se tomó la revancha, jamás dejó todas las joyas de la familia a su nuera , un privilegio del que sí gozó, casualmente, la mujer que mucho tiempo después se convertiría en la segunda esposa del niño que fue bautizado aquel tenso domingo de 1954, Carolina de Mónaco.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?