Son los maestros de la promoción turística para las élites globales, eso no se le puede negar a la familia real monegasca. En un solo mes, el Principado favorito de la crónica social ha movilizado a su principal activo, los Grimaldi, para volver a poner en el mapa vacacional a este pequeño pero influyente territorio a orillas del Mediterráneo. Lo han conseguido: las tres princesas en activo, Carolina , Charlène y Estefanía , han presidido tres eventos y los tres han sido virales.
La estrategia no ha podido ser mejor. La primera bomba de glamour tuvo como protagonista a Carolina de Mónaco y a su pequeño ejército de influencers de la alta costura: sus dos hijas y sus nueras. Esta facción de los Grimaldi más royal, con Carlota Casiraghi, Alexandra de Hannover y Beatrice Borromeo como it girls, arrasó en el Baile de la Rosa a principios de julio.
Entonces, llamó muchísimo la atención que ni Charlène de Mónaco ni la princesa Estefanía acudieran a la principal cita festival del calendario monegasco, una fiesta que ya se ha convertido en seña de identidad del Principado. Parece que Carolina se ha adueñado del evento que más tiene que ver con la alta costura y que pretende legársela a sus hijas, sin pasar por la oficina de la primera dama.
La moda no es el único factor que lleva a Carolina de Mónaco a defender el Baile de la Rosa como territorio exclusivo suyo y de sus hijas. La exclusión del resto de princesas de esta fiesta es aún más significativa si tenemos en cuenta que se trata del evento que recauda fondos para la Fundación Princesa Gracia. Es factible: Carolina se quiere heredera única de su madre.
El gran Baile de la Rosa y su alta exigencia en términos de glamour va un paso por delante de la Gala de la Cruz Roja, el evento que preside y amadrina la princesa Charlène. Sin embargo, este segundo evento cuenta con otras ventajas que, con inteligencia, se adjudica la primera dama. Es la gala benéfica más antigua del Principado: Luis de Mónaco la creó en 1948 y Rainiero III la presidió desde entonces.
En 1958, la princesa Grace pasó a presidir la Gala de la Cruz Roja, que se convierte en su evento favorito del calendario oficial de la Casa Real monegasca. De hecho, es ella la que tiene la gran idea de invitar a las estrellas más brillantes de la música: Ella Fitzgerald (1959), Sammy Davis Jr. (1961), Charles Trenet (1962), Sacha Distel (1963), Gilbert Bécaud (1968), Charles Aznavour (1970) o Shiley Bassey (1971).
En 1974, la princesa Gracia invita a Joséphine Baker, en la que sería su última actuación antes de fallecer: ya estaba completamente arruinada. Pero, además, Grace Kelly consiguió convertir esta gala en un verdadero paseo de estrellas de Hollywood: por allí pasaron Elizabeth Taylor, Gregory Peck o Michael Caine. En 1980, dos años antes de su trágico fallecimiento en un accidente de coche, invitó a Frank Sinatra.
La princesa Charlène ha recogido con su glamour moderno el testigo de la princesa Grace, en una gala que, aunque está presidida por el príncipe Alberto, ya se cuenta como su territorio particular en la disputa por la visibilidad de los clanes Grimaldi. Tiene de su parte, además, la complicidad de Estefanía de Mónaco, representada en la presencia de su hija menor al lado de Charlène: Camille Gottlieb.
La princesa Estefanía se ha reservado la tercera gran fiesta benéfica que se ha celebrado en Mónaco en este mes de julio: la Gala de lucha contra el Sida. Exactamente igual que su hermana Carolina, ha presidido el evento acompañada por sus tres hijos: Pauline y Louis Ducret y Camille Gottlieb. Estefanía es la presidenta de la Asociación Fight Aids de Mónaco desde su fundación,en 2004.
No podía ser de otra manera: la princesa Estefanía marcó una distancia abismal con su hermana Carolina en su manera de impulsar este tipo de eventos. Si la hija mayor de Rainiero y Grace apostó por el máximo glamour, Carolina y sus hijos Ducret acudieron a su fiesta con camiseta y vaqueros. Si los royal Grimaldi posan en silencio, Estefanía y su hija pequeña salen al escenario y toman el micrófono para hablar.
«Creo que la única persona a la que tenemos que agradecer esta noche es a mi madre», dijo emocionada Camille Gottlieb, quien no se atrevió con los vaqueros y optó por un colorido vestido camisero. La hija pequeña de Estefanía pidió a todos que siguieran apoyando a su madre en esta causa, la más querida por la princesa, solo un poquito por debajo de su defensa del circo.
20 de enero-18 de febrero
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