casas reales Los Kennedy, la familia real (no oficial) de Estados Unidos enfrentados por culpa de Kate Middleton y Meghan Markle

La misma semana en la que Caroline Kennedy, hija del malogrado J.F.K., recibe con los brazos abiertos a los príncipes de Gales, Kate Middleton y el príncipe Guillermo, en Boston; otra rama de los Kennedy, encarnada esta vez por la hija de Bobby Kennedy, Kerry, premia a Meghan Markle por huir de los Windsor y denunciar públicamente el «racismo estructural» que padeció a manos de la familia real británica.

En un plot twist con el que nadie había contado, parece que los conflictos de los herederos de Isabel II son contagiosos y han sabido traspasar las fronteras afectando a otra familia real, la que conforman de forma oficiosa los Kennedy estadounidenses.

Mientras el mundo está pendiente de si en los próximos días los Sussex y los de Gales harán un hueco en sus agendas para verse las caras sin luz ni taquígrafos en territorio estadounidense, la prensa de EE.UU. se plantea otra cuestiçón más importante al otro aldo del océano: ¿qué está pasando en el seno de su propia familia «real»?

«No se me ocurre un lugar mejor para el Premio Earthshot en su segundo año que la ciudad de nacimiento del presidente John F. Kennedy, que nos ha inspirado tanto. Estoy encantado de que su hija, la embajadora Caroline Kennedy, esté hoy en la cumbre», afirmó el príncipe Guillermo en el vídeo con el que anunció que él y Kate Middleton volarían a EE.UU. el 30 de noviembre para entregar los premios Earthshot a sus ganadores.

La historia de estos premios, de breve recorrido, se funde con la de los propios Kennedy. El príncipe Guillermo los creó, a partir de la Royal Foundation, en 2020, para premiar la labor de personas volcadas con la preservación del medio ambiente.

Su nombre, Earthshot, está inspirado en el propio John F. Kennedy como homenaje a un famoso discurso del presidente conocido como «Moonshot» con el que J.F.K. consiguió entusiasmar al pueblo estadounidense con la idea de convertir a la suya en la primera nación en llevar un hombre a la Luna y devolverlo sano y salvo a la Tierra.

Todo muy educado e inspirador hasta que el conflicto de los Sussex con el resto de la familia real desembarcó en Estados Unidos y, de paso, en la familia Kennedy, por aquello de que la realeza se relaciona con la realeza (oficial o no).

Mientras la hija de J.F.K. actuará de cicerone de los príncipes de Gales en Boston, su sobrina, Kerry Kennedy, entregará a Enrique de Sussex y Meghan Markle el próximo 4 de diciembre el premio Ripple of Hope en Nueva York, un galardón creador por el Robert Kennedy para honrar a los defensores de los derechos humanos y que ya disfrutan personalidades como el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu.

Es decir, los Kennedy premiarán en Nueva York a dos integrantes de los Windsor, básicamente, por criticar a los Windsor mientras en Boston agasajan y felicitan a los Windsor, básicamente, por repartir un premio financiado por los Windsor.

Esta jugada maestra no ha pasado desapercibida para la prensa anglosajona (ni para Twitter) que se preguntan qué está pasando entre dos de las familias más poderosas del planeta y, lo que es aún más importante en Estados Unidos, qué está pasando de puertas adentro entre los propios Kennedy.

«Esto destaca una división en el clan Kennedy y es maná del cielo para los medios de comunicación, que naturalmente resaltarán lo que se ve como un enfrentamiento«, comentó el especialista en la casa real británica Richard Fitzwilliams a la revista Newsweek.

Tan trágicos como los Grimaldi (J.F.K. fue asesinado en 1963 y Robert Kennedy en 1968 entre otras desgracias) y tan escandalosos como los propios Windsor, las relaciones entre las distintas ramas de los Kennedy no son, precisamente, una balsa de aceite.

No es la primera vez que las diferencias de criterio entre los distintos miembros de la familia Kennedy se hacen públicas, como cuando en 2008 un periodista afirmó ante Kathleen Kennedy que los Kennedy apoyaban la candidatura de Barack Obama a la presidencia y ella contestó irónicamente «¿qué Kennedy?».

No le faltaba razón habida cuenta de que solo el ex senador Robert Kennedy tuvo la friolera de 11 hijos (de los que aún viven nueve): imposible poner de acuerdo a un árbol familiar tan grande, ni siquiera en algo tan sencillo como la relación que quieren mantener con la remota y lejana familia real británica.

De hecho los Kennedy no presentan un frente común ni siquiera acerca de cuestiones que les atañen directamente, como sucedió en verano del año pasado cuando se le concedió la libertad condicional al asesino de Robert F. Kennedy, Sirhan Sirhan.

En aquel momento, mientras seis de los nueve hijos del senador firmaron un comunicado en contra de conceder la libertad condicional al asesino de su padre, dos de ellos se manifestaron claramente a favor de su excarcelación tras cumplir 53 años de condena.

Tampoco se pusieron de acuerdo con la boda lesbiana de la nieta de J.F.K., Rose Kennedy, que se celebró en mayo de 2021. Los católicos más beligerantes de la familia más católica de EE.UU. filtraron a los medios una crítica velada recordando a todos la postura oficial del Vaticano sobre los matrimonios del mismo sexo.

Por supuesto, nadie les hizo caso y el resto de los Kennedy festejaron el enlace en California recordando a todos que aunque puede que Jackie Onassis hiciera comentarios maliciosos sobre las lesbianas en vida, el mejor amigo de J.F.K., Lem Billings, era sin duda homosexual. Si no son capaces de ponerse de acuerdo ni en bodas ni juicios, como para esperar que los Kennedy hagan frente común en el enfrentamiento Kate Middleton-Meghan Markle.