El conde Rudi von Schönburg y la alemana Gunilla von Bismarck, fotografiados en 1976 por Slim Aarons. /
«Fue una noche cálida y mágica. Recuerdo el olor a mar y buganvilla. De repente, en la oscuridad, se escucharon los primeros acordes de Only you. ¡Eran The Platters! ¡Habían viajado desde Estados Unidos para la ocasión! Fue un acontecimiento casi cinematográfico. Me sentía radiante con el vestido que Jorge Gonçalvez, que había tenido como clientas a la reina Sofía o a Isabel Preysler, me había hecho. Estaban todos mis amigos: el príncipe Alfonso de Hohenlohe , Ira de Fürstenberg, Gunilla von Bismarck , Jaime de Mora y Aragón... ¡Aquello era un beau monde que ya no existe!».
María Vidaurreta, una de las mujeres más cautivadoras de la Transición por su belleza e inteligencia, no ha olvidado la velada en la que, hace ya 40 años, se convirtió en Lady España. Licenciada en Sociología y Ciencias Políticas, entonces era la musa de Alianza Popular, embrión del Partido Popular, y esposa de su líder, Jorge Verstrynge. Este fue un título que recibieron algunas de las mujeres con más relumbrón de la época, como la duquesa de Alba o Tita Cervera. El escenario de las fiestas fue el Marbella Club . El icónico hotel, sinónimo de lujo y exclusividad, celebra 70 años desde su fundación en 1954.
En realidad, su historia se remonta a 1946. Ese año, Piedita Yturbe, marquesa de Belvís de las Navas, se encontraba en su residencia llamada El Quexigal. De súbito, un telefonazo de su primo hermano, Ricardo Soriano, marqués de Ivanrey, sonó en las estancias del palacio mandado construir por el rey Felipe II a Juan de Herrera en Cebreros (Ávila) y decorado con obras de Zurbarán o El Greco.
El aristócrata se había instalado en Marbella en unos terrenos que había adquirido al empresario Norberto Goizueta. «Con lo que cuesta calentar vuestra casa y lo que gastáis en leña, ¿ por qué no os compráis una finca aquí?». El marido de Piedita, el príncipe Max de Hohenlohe, no se lo pensó y puso en marcha su Rolls-Royce Phantom. Tras 14 horas de viaje, se topó con el paraíso.
En 1947, compraron Santa Margarita, un pinar de 18 hectáreas. Un tiempo después, en 1954, el segundo de los seis hijos del matrimonio, Alfonso, les pidió permiso para usar un viejo cortijo con el objetivo de levantar un motel. Tendría 18 habitaciones. Lo llamaría Marbella Club. Se obró el milagro.
Aquellos predios, infectados de filoxera, se transformaron en un emblema de la Costa del Sol, una tierra que, en la noche de los tiempos, sedujo a Plinio El Viejo y que Alfonso refundó como la nueva meca de estrellas de Hollywood, reyes, playboys...
Arriba, Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de Bélgica, junto a su mujer, Margit Ohlson, en 1980. A la izquierda, María Vidaurreta, que fue coronada Lady España en 1984, con Jorge Verstrynge, líder de Alianza Popular, embrión del PP. A la derecha, el príncipe Alfonso de Hohenlohe, artífice del Marbella Club, con la modelo Jean Hickey, en 1971. /
«Audrey Hepburn me riñó una vez mientras jugaba con su hijo. Era una época de posguerra y los ricos iban allí para evadirse de las restricciones de Europa. Todos eran elegantes, pero de una manera sencilla. Fue después cuando los cursis exhibieron sus joyas y esmóquines... Es curioso, pero no me enteré de que era un hotel hasta pasados unos años. ¡Pensaba que era un resort familiar!», cuenta Pablo Hohenlohe, entre risas. De hecho, esa fue la intención de su tío Alfonso, el hermano de su padre, Max: que aquel negocio funcionase como una extensión de El Quexigal o Rothenhaus, el otro castillo que los Hohenlohe tenían a las afueras de Praga y que abandonaron cuando llegaron los soviéticos.
Alfonso de Olé Olé –como fue bautizado por la gente local ante la imposibilidad de pronunciar su apellido– consiguió su cometido, pero no fue una tarea sencilla. Hubo un tiempo en que no había calefacción, ni agua corriente, ni teléfono. «Resultaba difícil encontrar alimentos básicos. Aquí la leche era de cabra, así que compró cuatro o cinco vacas y un pequeño torito. [...] Todos los días, Blas, el carnicero del Ritz, enviaba la carne en avión desde Madrid y el príncipe trajo el césped en avión desde Cuernavaca (México)», cuenta su primo, el conde Rudi von Schönburg, histórico director del Marbella Club, en su biografía Un hombre afortunado (Edinexus), de José María Sánchez-Robles.
Rainiero y Grace de Mónaco, Aline Griffith y el ex espía Ricardo Sicre, a princesa Ira de Fürstenberg, en agosto de 1971; y el príncipe Alfonso, junto a su mascota, en la residencia familiar del Marbella Club. /
El marido de la princesa María Luisa de Prusia tiene 91 años y es la última leyenda viva de una época irrepetible, en la que también destacaron otros nombres. José Banús inauguró en 1970 el puerto más famoso de España ante la presencia de los príncipes de Mónaco, Rainiero y Grace, así como Ricardo Sicre o Aline Griffith, condesa de Romanones , ambos espías de EE.UU. en la España franquista.
En Puerto Banús, atracaron sus barcos desde don Juan, padre del rey Juan Carlos, a Adnan Kassoghi, dueño del legendario Nabila. En 1962, el banquero Ignacio Coca emuló a Alfonso y erigió Los Monteros, un hotel en torno al que se levantó una urbanización donde, entre otros, se instalaban cada verano Cristóbal Martínez-Bordiú y Carmen Franco, marqueses de Villaverde.
Los festejos del aniversario del Marbella Club estarán a la altura de la efeméride. La editorial Assouline, que cuenta con una tienda en el hotel que hoy es propiedad de los hermanos Daniel y Jennica Shamoon, ha lanzado Marbella Sol, escrito por Nicholas Foulkes e ilustrado con fantásticas imágenes de la ciudad, tomadas, entre otros, por el célebre George Slim Aarons.
Esta leyenda de la fotografía se coló en las fantásticas fiestas del Marbella Club, que esconde su propio itinerario de lugares cargados de historia. El Champagne Room, el favorito de Brigitte Bardot, fue el sanctasanctórum de Los Chorys, unos animadores indescriptibles. Parafraseando a Lola Flores, habitual de aquellos estíos ahítos de bronceados y lentejuelas, no cantaban, no bailaban... pero nadie se los podía perder.
El barón Heini Thyssen en 1971 con su entonces cuñada, Charlene Shorto; los barones Marie-Hélène y Guy de Rothschild, en 1980, y Carlos Fitz-James, actual duque de Alba, inmortalizado por Gianni Ferrari en 1973. /
«Éramos como los tres mosqueteros», bromea Yeyo Llagostera, uno de los miembros junto a Jorge Morán, hijo del actor Manolo Morán (Bienvenido, Mr. Marshall), el especialista de cine Antonio Arribas y Luis Ortiz, hijo del censor Francisco Ortiz. Se dedicaron a viajar por el mundo y trajeron hasta Marbella negocios como el restaurante PJ. El general cubano Fulgencio Batista, asiduo al local, falleció allí tras comerse una langosta de dos kilos.
Antes había estado a punto de exhalar el último suspiro al encontrarse al Rey Simeón de Bulgaria disfrazado de Fidel Castro. «En el Champagne Room, Luis conoció a Gunilla. Fue él quien la conquistó a ella. ¡Yo fui testigo!», rememora Llagostera, que tituló sus memorias con una máxima que resumiría su vida: Locura de vivir.
Otro lugar emblemático de aquella Marbella, el Beach Club, construido en 1962 por Noldi Schreck, el arquitecto de Beverly Hills, fue escenario cada verano de la elección de Miss Beach, título que consiguió, por ejemplo, Nuria González, viuda de Fernando Fernández-Tapias, en 1985. Su pista de baile vivió momentos románticos.
Sofía de Habsburgo, protagonista de los 80 junto a Cari Lapique , recuerda que allí conoció a su marido, el príncipe Mariano Hugo de Windisch-Graetz. «Tenía 18 años. Tuvo que pasar un tiempo hasta que nos volvimos a ver. Ya fue para siempre». Sofía, que fue objeto de deseo para los paparazzi, lleva grabado a fuego la noche que David Bowie bailó con ella. «Deja que pongan una canción mía y verás como desaparecen». ¡Y nos lanzamos a la pista solos él y yo. ¡Magia!».
A lo largo de los 90, se formó sobre aquella efervescente ciudad la tormenta perfecta. El príncipe Alfonso se retiró a Ronda tras la muerte de su tercera mujer, Marilys Haynes. Vendió el Marbella Club. Llegó el reverso de la fama. Se le pusieron los ojos tan tristes como a la ex emperatriz Soraya de Persia, que paseaba su pena entre saraos.
Mientras, Jesús Gil instauraba una nueva era, encabezada por Julián Muñoz, Isabel Pantoja... y tal y tal. Éstos cambiaron Marbella por el penal de Alhaurín de la Torre. Pablo Hohenlohe, sobrino de Don Alfonso, comparte su última reflexión sobre este rincón. «Dos años más tarde de que se inaugurase el Marbella Club, se incendió El Quexigal, el palacio de la familia, con muchas obras de arte dentro. Adolfo Suárez, que era vecino de mis abuelos, les dijo una frase inolvidable: « Hohenlohe, habéis perdido todo... menos la sonrisa». Tenía razón. Pese a todo, hemos intentado no olvidarnos de la alegría de vivir».