Los reyes Felipe y Matilde de Bélgica durante los Juegos Olímpicos de París celebrados en 2024. /
Felipe de Bélgica, que cumple 65 años, no estaba destinado a ser rey cuando nació. El monarca de los belgas era entonces Balduino , hermano de su padre, el príncipe Alberto. Balduino se casaría poco después con la aristócrata española Fabiola de Mora y Aragón y lo esperado era que dieran un heredero a la Corona. Pero aquel príncipe no llegó y Felipe empezó a ser educado como sucesor.
Balduino y Fabiola lo prohijaron, mientras sus padres, Alberto – que era el sucesor directo al trono – y Paola, vivían una vida loca de amantes y escapadas, abandonando a sus hijos – Astrid, Felipe y Lorenzo –, a su suerte. Al fallecer Balduino de forma inesperada, durante unas vacaciones en su casa de Granada , en 1993, Alberto se convirtió en rey. Ocupó el trono veinte años y luego abdicó. Felipe llegó al trono en 2013. «Soy consciente de las responsabilidades que recaen sobre mí», aseguró entonces. «Me esforzaré de todo corazón».
Alberto había abdicado forzado por el escándalo de su hija ilegítima, Delphine Boël , a la que solo reconoció tras años de procesos judiciales. Felipe, un hombre de carácter serio y reservado, muy consciente de sus deberes, inauguraba un nuevo horizonte para la monarquía belga. Su educación secundaria se desarrolló, en francés, en el colegio Sant Michel de Bruselas, y en neerlandés, en el colegio benedictino, en Loppen. Al igual que la mayoría de herederos de Europa, siguió una formación militar. Su educación se completó en el Trinity College y en la Universidad de Stanford, en California, donde se licenció en Ciencias Políticas, en 1985.
Sin embargo, este príncipe, discreto y de fuertes convicciones religiosas, no tenía de su lado a una parte de los medios de comunicación belgas que lo consideraban torpe, demasiado introvertido, sin talento para expresarse en público y manipulable. Y tampoco él escapó a la maledicencia. Lo primero que sorprendía del príncipe era que se hubiera casado tan tarde. Bien entrados los treinta, no se le conocían relaciones de ningún tipo.
El periodista Frédéric Deborsu publicó en 2012 una incendiaria biografía en la que aseguraba que Felipe había mantenido una larga relación homosexual de 14 años con el conde Thomas de Marchant y que su matrimonio con Mathilde d'Udekem d'Acoz, a quien conoció en 1996, fue un arreglo propiciado por su propio padre que le amenazó con quitarle su derecho al trono.
Felipe de Bélgica, en una imagen de 2006. /
El periodista afirmaba que el matrimonio, que se casó en 1999, concibió sus cinco hijos por inseminación artificial en el Hospital Erasmo de Bruselas. La familia real ha calificado siempre estas afirmaciones como injurias. De hecho, antes de su relación con Mathilde, Felipe mantuvo un noviazgo, nunca anunciado oficialmente, con la noble andaluza Adriana Torres Silva, marquesa de Casa Mendaro. Felipe viajaba con frecuencia a Sevilla para verla. Pero, finalmente, la relación no cuajó.
Los historiadores describen a Felipe como un niño triste por el abandono de sus padres, más preocupados por sus infidelidades que por sus hijos, y un adulto frustrado por su necesidad de casarse contra sus deseos. Fue un joven sin amigos y sin una particular afición.
Sin embargo, las escandalosas afirmaciones sobre su pasado consiguieron que todo el país cerrara filas en torno a su nuevo monarca. La sintonía del matrimonio entre Felipe y Mathilde es evidente y la educación que han dado a sus hijos, especialmente a la heredera, Isabel, duquesa de Brabante, es impecable. Forman una familia tradicional ejemplar.
La reina Matilde de Bélgica durante un acto oficial en el año 2000. /
Mathilde es una mujer activa, ferviente católica y discreta. Junto a Camilla, es la única consorte europea de origen aristocrático. Nació, en 1973, en Uccle, cerca de Bruselas, en una familia de la aristocracia local, los condes Patrick d'Udekem d'Acoz. Se diplomó en ortofonía y logopedia y trabajó en Bruselas, mientras completaba estudios de Psicología en la Universidad Católica de Lovaina.
El 4 de diciembre de 1999 contraía matrimonio, en la catedral de Bruselas, con Felipe de Bélgica. Domina cuatro idiomas: dos de los oficiales en Bélgica — neerlandés y francés —, inglés e italiano. Poco a poco, se ha ganado el respeto de sus súbditos por sus compromisos humanitarios relacionados con la infancia y el cáncer de mama. Se ha convertido en la mejor arma de la familia real.