El Duque de Edimburgo bailando con una amiga. /
Fue, durante setenta años, uno de los temas favoritos de los tabloides británicos. Pero la supuesta vida paralela de Felipe de Edimburgo , que compartió 73 años de matrimonio con la Reina Isabel II , pese a los constantes rumores de infidelidades y amantes, nunca se ha podido comprobar. Muchas de sus relaciones han sido simplemente una «amistad entrañable», según muchas de las implicadas, que negaron rotundamente cualquier sombra de adulterio. Pero la vida privada de Felipe Mountbatten, duque de Edimburgo , fallecido el 9 abril de 2021, sigue atrayendo la especulación sobre su relación con las mujeres.
Atractivo, de complexión atlética y de un estilo muy varonil, el canon de masculinidad de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, Felipe se convirtió en una incógnita. ¿Era leal y también fiel o Isabel decidía mirar hacia otro lado cuando llegaban los rumores? Era casi imposible que no le fuera desleal a su esposa, argumenta Lady Colin Campbell, autora de «The Queen's marriage», publicada en 2018, y de muchas otras biografías escandalosas de la familia real británica. Según ella, Felipe emanaba masculinidad por cada uno de sus poros y eso ya parece suficiente para dar crédito a todos los rumores que le acompañaron en vida.
Lo cierto es que se le atribuyen muchas amantes. A pesar de vivir custodiado, siempre parece que encontraba una oportunidad y no era posible que la Reina Isabel no tuviera conocimiento de sus «affairs», pues la mayoría ocurrieron en círculos cercanos y, en ocasiones, con personas allegadas a la familia real, argumentan los excépticos. Parece que Felipe y sus amigos, el actor Richard Todd y el fotógrafo de la corte Baron Nahum, eran inseparables, y que el escenario de sus correrías era el apartamento londinense del actor, donde solían recibir a jóvenes actrices.
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El príncipe Felipe frecuentaba también un club en Soho, que se convirtió en centro de los rumores. Las salidas nocturnas eran cada vez más habituales en los años cincuenta. Y hubo algún momento de crisis matrimonial. En 1956, Felipe inició una gira en solitario por la Commonwealth. La excusa era la inauguración de los Juegos Olímpicos de Melbourne, pero no volvió hasta pasados seis meses y las historias sobre amantes en cada puerto causaron tal revuelo, que Buckingham tuvo que emitir un comunicado en el que se negaba el supuesto distanciamiento de la pareja.
Uno de los primeros nombres femeninos que se asoció con el del Duque fue el de la escritora Daphne du Maurier, autora de «Rebeca», con la que supuestamente mantuvo una relación intermitente de 40 años, hasta que ella falleció, en 1989. Se habrían conocido justo antes de la boda con Isabel, en un fin de semana en Cornualles, y él le confesó sus miedos ante su matrimonio. El esposo de Daphne Frederick Arthur Montague Browning trabajaba en la oficina de Felipe de Edimburgo.
Sin embargo, nunca quedó claro que su relación fuera algo más que una amistad íntima. Sin embargo, las infidelidades empezaron antes, según Kitty Kelley, biógrafa y autora de «Los Windsor», un libro que estuvo prohibido en el Reino Unido. Kelley asegura que las aventuras del príncipe empezaron en su noviazgo y que Felipe había cortejado desde antes de 1939, cuando conoció a Isabel, a la actriz norteamericana Cobina Wright, que finalmente se casó con un millonario estadounidense en 1941
Otro de los nombres más citados es el de la bailarina de teatro y cabaret británica Patricia Kirkwood, con la que habría estado mientras Isabel estaba embarazada de su primer hijo. La prensa aireó el rumor durante meses en 1948. Fue la propia actriz la que negó rotundamente que hubiera habido ninguna relación con Felipe, que simplemente la había visitado en su camerino una noche, tras la función, y confesó que había esperado que Felipe desmintiera los rumores, porque destrozaron su carrera.
Se habla también de Helen Cordet, cantante, y amiga de la infancia de Felipe, y que fue señalada como su principal amante antes y después de su boda. Los rumores de que su hijo Max era también del Duque persistieron hasta finales de los años ochenta, cuando el propio Max desmintió la paternidad de Felipe. Max también aseguro que fueron simplemente grandes amigos.
También se le atribuyó un romance, a principios de los años sesenta, con la socialité Magdalena Nelson de Blaquier, diez años mayor que él, durante un viaje a Argentina, en 1962, mientras buscaba cierta intimidad. Meses después ella daba a luz un niño, cuya paternidad se atribuyó a Felipe.
En la década de los ochenta, fue Patricia Kluge, antigua modelo de revistas pornográficas, que se casó en 1981 con el empresario norteamericano John Kluge, a la que se señalo como posible amante. Ella y su marido compraron una propiedad en Escocia y Patricia empezó a moverse en los círculos más selectos. Pero parece que lo único que la unió al Duque de Edimburgo fue su común amor por los caballos.
Los comentarios, lejos de desdibujarse con el tiempo, se fueron acercando cada vez más al círculo íntimo de Felipe e Isabel. Durante un tiempo, se señaló a Alexandra de Kent, lady Ogilvy, prima de la reina que fue dama de honor en su boda, y uno de los miembros activos de la Familia Real. Pero nunca se encontraron pruebas. Como tampoco las hubo de su supuesto idilio con Sasha, duquesa de Abercom, amante de su tío Louis Mountbatten, que le ofreció la oportunidad de tener una relación con ella.
Sasha también era prima de Felipe e Isabel. Parece que esta relación duró años, pero que no tuvo carácter sexual, sino afectivo e intelectual Es lo que apuntó la duquesa de Abercorn cuando, en 2004, accedió a hablar con uno de los biógrafos de la familia real británica sobre su supuesto «affair». «Tuvimos una amistad apasionada, pero la pasión estaba en las ideas. No me fui a la cama con él», aseguró. Sasha negó también sus otras supuestas infidelidades. Felipe simplemente necesitaba amigos y los encontró, principalmente, en las mujeres, explicó.
Sin embargo, es Lady Penelope Knatchbull, de 68 años, Condesa Mountbatten de Birmania, esposa de uno de los ahijados de Felipe, Lord Brabourne, quien ha encabezado durante años la lista de supuestas amantes. Se conocieron en 1975, durante un partido de polo. Compartían su afición por la equitación y las carreras de enganche y se les veía a menudo juntos.
Se cuenta que ella buscó consuelo en Felipe cuando se separó de su marido, que la abandonó para instalarse en Las Bahamas, en 2010. La propia Isabel II solía invitar a Lady Penny a sus distintos palacios. Era, según los rumores, una relación consentida por la Reina. Isabel II la invitó a que la acompañara a asistir a misa en Sandrigham, en 2017, o a compartir con ella unos días de descanso en el Castillo de Windsor.
Lady Penny, 30 años menor que el duque, fue una de las pocas asistentes –apenas una treintena– al funeral privado de Felipe de Edimburgo . Él siempre aseguró que no hubiera podido tener una relación ilícita porque siempre estaba rodeado de guardaespaldas. Y Lady Penny parece que fue simplemente otra de sus pasiones intelectuales.